Anton Samplonius. Un delfín rosado en el espacio. Lima: Altazor, 166 p.
[texto de presentación]
En el Perú, los géneros literarios como lo fantástico, la CF, el terror y el horror -antes desdeñados por la crítica local- son ahora dominantes en el mercado del libro. Es claro que en los últimos años hubo un giro dramático e imparable hacia lo fantástico. Y es que han sido las editoriales independientes quienes han apostado por estas publicaciones, y siguen “peleando a la contra” como diría Charles Bukowski frente a un realismo rancio; con muchos menores recursos y quizás con menos posibilidad de “exportar” sus libros y autores. También hay que agregar que a pesar de las ganas y empeño que puedan ponerle estas empresas, es claro que, además, faltan editores (ojo, no impresores ni correctores de estilo).
El día de hoy el panorama de lo que se escribe en ficción es incierto. Aún falta una mayor cobertura, periodística y académica al respecto. No hay un registro de las nuevas publicaciones que pudieran orientar o informar al lector. Es una tierra de nadie. Cada quien está empeñado en ofertar su “producto” como en un mercado. Porque la Feria del libro es eso: un mercado. No nos engañemos. Y dentro de ese mercado hay cosas buenas, regulares y malas.
Si bien alguno podría considerarme como un lector especializado, creo que eso no me hace mejor lector. Cada lector busca algo en un libro, puede maravillarse, sentir empatía, conmoverse, reírse, etc. Y lo que busco no necesariamente es lo que otros buscan. En otras palabras, la ficción es bastante amplia y hay espacio para todos los gustos (salvo que un fascista de la cultura o policía literario levante la mano y diga lo contrario y promueva su única verdad como la verdad absoluta). Así que reconociendo que lo que diré puede ser subjetivo para otros, paso a comentar Un delfín rosado en el espacio (2024), título lisérgico de Anton Samplonius (Lima, 1967), que contiene cuentos fantásticos y de CF, y que tiene como recursos literarios: el monólogo, la inversión de valores desde lo carnavalesco, la ironía criolla, y un humor negro casi adolphiano.
Este es un libro de catorce relatos más un epílogo que funciona como una explicación de los cuentos. Esto ayuda al lector sobre el origen, motivaciones e intenciones de los textos. También permite comprender el imaginario del autor, su conciencia al trazar estos textos. Esto es sumamente importante ya que permite visualizar las propias reflexiones del autor en cuanto a lo escrito, hecho que no es necesariamente obligatorio, pero que el lector agradece. En este último texto el propio autor afirma que los ejes de este libro son la mitología andina-amazónica, y la Inteligencia Artificial (IA), tan de moda a raíz del último entretenimiento tecnológico mundial alienante y embrutecedor: el chat GPT.
También es claro que el autor tiene un interés por la historia y el sustrato mítico de las regiones del país antes aludidas, que ya había mostrado en sus libros anteriores. Para José Güich estos cuentos están atravesados por autores clásicos del género como Poe, Lovecraft, Asimov o Bradbury.
Ahora bien, del conjunto quisiera detenerme en tres textos, que como se dice popularmente “me llamaron la atención” (como habrá “revelaciones de la trama” o “spoilers”, ustedes también pueden ingresar en modo “avión”, ingresar en la matrix o cerrar los oídos).
El primero es “Hombre promedio”. En un futuro una supermáquina de inteligencia artificial (la Rex 19, computadora central de la tierra) se encarga de seleccionar al “votante cero”, único “electarado” (según el caricaturista Heduardo) quien debe de elegir al nuevo presidente por un periodo de 10 años. Nos encontramos aproximadamente en el año 2,210 en el que se sistema democrático se ha ido afinando gracias a los avances de la Inteligencia Artificial; y comprendiendo la inutilidad de hacernos creer que todos los ciudadanos tienen el derecho de elegir, en ese futuro se ha invertido el orden por cuestiones pragmáticas: basta con seleccionar al verdadero hombre mediocre, al ser humano más anodino, insustancial, normal y cotidianamente irrelevante para que elija al nuevo presidente, lo cual obviamente supone un gran ahorro económico y de tiempo. Este “hombre mediocre” es extensivo de toda la población. La alegoría a la realidad es clara: por un lado, en ese futuro, si bien la democracia no es el mejor de los sistemas políticos se mantiene gracias a la cada vez mayor mediocridad de sus ciudadanos. De otro, la hipérbole de saber que solo uno puede decidir el futuro del planeta resulta tan aterrador que el personaje opta por una opción radical: el suicidio. No hay singularidad posible. De modo adicional, este suicidio deja en el limbo al planeta ya que, al no contar con una transición en el tiempo regular de 24 horas, el planeta corre el riesgo de caer en una anarquía final y gobierno acéfalo.
Si pensamos que en los últimos años las elecciones presidenciales en el Perú han sido cada vez más desastrosas no solo porque hemos tenido desde el 2016 a la fecha, seis presidentes (5 de ellos acusados de corrupción: Pedro Pablo, Martín, Manuel, Pedro y Dina, que ya parecen letra de un achorado reguetón); que actualmente son 28 los partidos (y sus candidatos y respectivas bandas) que aspiran al sillón en el 2026; y que los que lideran las actuales encuestas presidenciales, Fujimori y Antauro Humala son remanentes de lo que en 2009 el nobel peruano había denominado como una elección entre el cáncer o el sida, para referirse a Keiko y Ollanta (el otro Humala), es claro que para el medio local, cada proceso electoral es también un suicidio simbólico.
“Desalienada super avanzada” es otro relato de CF. A través de un monólogo -recurso que será frecuente en otros textos y que aluden tanto al propio Poe como a ciertos rasgos solipcistas de la filosofía de Berkeley, para quien las cosas materiales del mundo solo existen en la mente de quien las percibe (en este caso una super IA). Como veremos en el relato, el autor impone nuevas convenciones a la retórica erótico-amorosa percibidas desde ese lugar tecnológico entre la IA y un robot. Puede decirse que este amor informático o amor por computadora nos cuestiona acerca de lo que significa ser humano, que suele definirse tanto por la posesión de un cuerpo como propiedad material o de un alma, con sus procesos inmateriales o metafísicos. Nuevamente aparece esta noción de mundo al revés en el que los humanos quedan asociados a la violencia o a la ideología o pseudorazón; mientras que la IA, a la razón (ya que no se dañan entre sí) y a los afectos (dado que realmente se aman). Como vuelta de tuerca descubrimos que la IA lleva el nombre de Skynet. Esto nos lleva a otro mecanismo muy posmoderno: leer la realidad desde la cultura de masas. En este caso, Skynet pertenece al mundo creado por James Cameron en Terminator (1984). Aquí, la cita cultural sirve no solo para el guiño al lector sino para anunciar que la inteligencia humana está creando programas que acaso, en algún punto del tiempo futuro, se vuelvan en contra de sus propios creadores.
Finalmente, el tercer relato elegido, “Quedó el olvido”, sea acaso el mejor relato del conjunto. Trataré de no revelarles nada, aunque creo que fracasaré. La historia trata acerca del descubrimiento de una extraña estructura piramidal de 8,000 años de antigüedad en la Lima urbana contemporánea, revelada por la prensa popular. El lector se anticipa al guiño del monolito negro de Kubrick en 2001 -referencia que aparece de modo explícito. A partir de aquí el texto se va carnavalizando, mostrando lo absurdo del logos criollo, desde la burocracia a las teorías especulativas o de conspiración acerca del objeto y en su relación directa a través de la vida cotidiana. Aquí se abren dos niveles alegóricos. El primero es obvio: la estructura piramidal alude a cualquier objeto perteneciente al “patrimonio cultural” de la nación que es saqueado, robado, huaqueado, destruido, muchos se benefician, desde académicos, profesores universitarios, periodistas, hasta recicladores en Tacora. Todos aman el objeto. El segundo, alude a los psicosociales del no tan lejano gobierno fujimorista de los años 90 y sobre todo a la falta de memoria social del peruano promedio, desinteresado por la historia política reciente y que repite las mismas taras (Keiko-Humala, hoy, recuerden). Solo esto explica que el ciudadano Fujimori, un criminal genocida sea hoy candidato potencial. Y nadie se extrañaría que pudiera ganar, o que mañana encuentren un objeto alienígena en la propia Huaca de San Marcos, lo que le daría toda la razón a Erich von Däniken y sus astronautas alienígenas.
Todo libro es ya una celebración, así que felicito a Anton Samplonius por este nuevo conjunto de textos que se suma a la legión de autores de CF, liderada en el s. XXI, por Daniel Salvo como el faraón supremo, Alfredo Dammert, el escriba, y una larga lista que daría pie a varias tesis terrícolas. Muchas gracias por su atención.
Elton Honores
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
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