sábado, 11 de mayo de 2019

Arthur Chavez. El lienzo de Blake. Huánuco: Rocinante, 2019. 88 p.




Arthur Chavez. El lienzo de Blake. Huánuco: Rocinante, 2019. 88 p.

La opera prima de Arthur Chávez (Huánuco, 1990) muestra el avance (o trabajo en progreso) de un nuevo narrador peruano, es decir, si bien hay temas en común en los cuentos que son transversales al libro (el terror urbano, las perversiones), Chávez está aún en la búsqueda de lograr una voz singular. Y este libro apunta a ese objetivo. Los seis cuentos incluidos transitan más por los ámbitos del cuento extraño, que del cuento fantástico (salvo quizás “La maldición del banner”, acaso el cuento mejor logrado del libro). Cuando nos referimos al cuento extraño hacemos alusión a un cuento que posee un registro mimético-verosímil, (“realista”, digamos en términos sencillos), pero que abordan una parcela de la “realidad”, que es poco representada, por ejemplo en mundo de la locura, de lo insano, de las perversiones o patologías ocultas, etc., que llegan al crimen. En ese punto, Chávez logra dar un ritmo y mantener cierta tensión en cada historia, además, logra adentrarse en los mundos interiores de los personajes anómalos y criminales, que salen de lo ordinario o común.

Y aquí radica uno de los rasgos de esos personajes, que se repite en varios cuentos: no solo su carácter excéntrico o fuera de lo normal, sino la noción del “niño-genio”, con una inteligencia muy por encima del resto de personas, que puede llevar al lector a cierta inverosimilitud. En “El lienzo de Blake” presenta a un artista obsesionado con capturar mediante el color un fragmento del mundo, que pueda ser eterno o perpetuo, pero esto solo es posible a través del uso de la propia sangre humana, tal como lo sugiere un extraño manuscrito sobre pintura. La mujer aludida en la pintura representa más un estereotipo de la “femme fatale” (o mujer fatal). Descubrimos que hay pulsiones eróticas dentro del cuento y sobre la cual se apoya el acto de creación en general. Hay también una visión negativa de la mujer como agente del mal, propio del cuento modernista, o de los relatos de Poe; una visión de la mujer a la que se le atribuye una función en concreto: la de ser una máquina sexual.

“El maestro”, “De Eros a Keres” y “Crimen perfecto” permiten que Huánuco entre en la modernidad gracias a la figura del asesino en serie o psicópata. Las grandes ciudades del mundo tienen sus áreas restringidas, prohibidas o peligrosas, así como sus propios “asesinos en serie”. Entonces, desde la ficción, instala al lector en un espacio de mayor tensión, que puede convertir a Huánuco en centro antes que en periferia. En el caso de “El maestro”, su final abierto hace pensar más en el inicio de una narración más extensa, porque no queda clara la culpabilidad del aparente criminal, y el supuesto acto de venganza contra él, tampoco, es ambiguo. En algún punto, la idea de ser vigilado remite también al universo orwelliano e incluso a The Matrix, pero desde un marco realista. En cuanto a “De Eros a Keres”, parricidio, asesinato y necrofilia, sadismo e incluso el canibalismo se unen en un psicópata. No hay manera de establecer una jerarquía de anomalías. Pero como muchas veces preguntan en los cursos de Literatura de las escuelas de secundaria ¿Cuál es el mensaje? Podemos agregar: ¿Qué el mal triunfa? ¿Qué la perversión es imparable, cada vez más extrema y menos sorpresiva? ¿Qué nos hemos acostumbrado al horror diario? ¿O se trata de una “poética” en la que el autor quiere decirnos que no hay límites para la imaginación, porque se trata de la imaginación? ¿No?

“Crimen perfecto” insiste en el destino, en personajes aburridos de la modernidad y de la tecnología que necesitan experimentar situaciones extremas. Son psicópatas que se parecen a los de Tesis de Alejandro Amenabar, cuya historia transcurre en un ámbito universitario, y que es otro de los rasgos transversales del libro. “El último adiós” es un cuento de fantasmas que establece redes intertextuales sobre todo con el cine de terror de Hollywood.
 
Finalmente llegamos a “La maldición del banner” (no se seguido el orden de los cuentos tal como están en el libro). Es notable por varias razones: aprovecha un elemento urbano muy extendido “el uso del banner publicitario”) para crear una leyenda urbana. En segundo lugar establece con claridad la ubicación espacial en territorio regional. En tercer lugar, apela a la noción premoderna del “destino” o fatum (fatalidad), para darle verosimilitud así como adentrase el mundo de los sueños y pesadillas que borran las fronteras entre la realidad y la ficción. Y finalmente, porque presenta un final que se ajusta a la noción clásica del cuento, pero con un cierto nivel de ambigüedad que permite una lectura realista (la casualidad) como fantástica (el destino o maldición).

Es claro que el autor está influenciado por la TV. y el cine, por ejemplo, en películas como Destino final o Feliz día de tu muerte para “La maldición del banner”. O el hotel Overlook de El resplandor de Kubrick en la imagen de la casa por momentos laberíntica de Aaron en “El lienzo de Blake”; y el personaje de Hannibal Lecter de El silencio de los inocentes, para “De Eros a Keres”. En el caso de la TV., por ese hálito de serie o “serial”, es decir, que la historia continuará. El lector puede establecer estas u otras intertextualidades, más allá de la influencia directa.

Como toda opera prima el libro tiene aciertos y también cosas por corregir (por ejemplo, los innecesarios párrafos o microhistorias o estados de ánimo, que anteceden a cada cuento, que son más bien “ruido”); pero son mayores los aciertos en este singular libro de terror urbano.

Elton Honores
Universidad Nacional Mayor de San Marcos