domingo, 22 de agosto de 2010

Tinta Expresa Revista de Literatura Nº4.- Lima, 2010



Tinta Expresa 4
Lima, año 4, n.º 4 , 2010. 276 pp.
Número monográfico dedicado a la literatura fantástica y ciencia ficción/ Dossier José B. Adolph



Índice:

Castillo de naipes (Textos críticos de temática variada)


■La narrativa del cincuenta y el proceso de modernización de la crítica literaria peruana/Carlos García Miranda
■La visión estética del mundo en La ciudad de los tísicos de Abraham Valdelomar/Néstor Saavedra Muñoz
■Tod Browning, un director freak/Javier de Taboada
■Tom de Finlandia: cuatro miradas en torno a los roles de género/Arturo Córdova Ramírez
■Una mirada al teatro peruano contemporáneo/Mirella Merly Quispe Ramos
■Los textos híbridos no pueden formar tradición: entrevista a Martín Lienhard/Eduardo Huaytán-Edwin Canaza


Epicentro (Tema central: Literatura fantástica)

■Lo inverosímil y lo femenino en María Soledad Quiroga y Elena Garro/Mara L. García
■Apuntes sobre narrador no confiable en “Los ojos de Lina”/José Güich Rodríguez
■El enigma de las cajas chinas o la progresión del yo en dos cuentos de Felipe Buendía: “El baúl” y “El extraño caso de los sres. Levi”/Gonzalo Portals Zubiate
■Lecturas de la ficción cyberpunk brasileña: un análisis de reseñas y críticas/Rodolfo Rorato Londero
■La narrativas mitológicas y su estatuto dialéctico en “El último fauno” y otros cuentos de Clemente Palma/Eduardo Huaytán Martínez
■La cf latinoamericana y José B. Adolph/Bernard Goorden
■José B. Adolph y la Edad de Oro de la ciencia ficción peruana/Daniel Salvo
■José B. Adolph: la anticipación tecnopolítica como instrumento de subversión intelectual/Alfredo Illescas
■Eros y Tánatos en el Diario del sótano (1996) de José B. Adolph/Juan R. Cuya Nina
■Dossier José B. Adolph (Presentación, selección de textos y documentos)/Elton Honores


Nómade Verba (Textos de creación: poesía, narrativa y dossier fantástico)

■Deuda / Mitología/ José Cabrera
■Dom. 10 de agosto – Dom. 19 de octubre/ Melissa Ghessi
■IV – VI – VII/ Yamila Greco
■Brevísima crónica…/ César Silva Santisteban
■Duérmete niño/ Stuart Flores Herrera
■Los Pinos Transparentes/ Pedro Espinoza
■Variaciones dentro del tranvía/ Decepción/ Ricardo Sumalavia
■Un señor muy lindo con unas alas deformes/ Pablo Nicoli Segura
■El aparato/ Carlos Calderón Fajardo
■Receta de Igor para fabricar personajes/ José Donayre
■Fotógrafo impertinente/ Carlos Meneses
■Ladridos/ Hay mitos/ Carlos Enrique Saldivar
■Entre pisos/ Raúl Quiroz
■El campanero/ Gregorio Torres


Varia (Reseñas)

■Degregori, Carlos López. El hilo negro/ Lourdes Rojas Ríos
■Morillo, Alex. Fragilidad de lo visible/ Rafael Gallardo Huaringa
■Hermoza, Jenny Cano. En la delgada línea de tu cuerpo/ Rosa Ostos Mariño
■Watanabe, José. Poesía Completa/ Carlos Capellino
■Valdivia, José Gabriel. Postales/ Robert Vaca Oviedo
■Helguero, Lorenzo. Entre el cielo y el suelo/ Gabriel Ernesto Toro Cruz
■Nieto de Gregori, Luis. La joven que subió al cielo/ Carolina Rodriguez
■Gutiérrez, César. Bombardero: Ground Zero/ Daniel Carrillo
■Seda, Laurietz y Quiroz, Rubén (editores). Travesías Trifontes: el teatro de Vanguardia en el Perú/ Sonia Chacaliaza



Estos son algunos comentarios:

Casi tan tirano como el tiempo —el histórico y el personal—, el espacio suele también ser déspota y atropellador. Hace unas semanas publiqué en Caretas, semanario en el que ejerzo el «ofidio» de reseñador de obras literarias de narrativa y poesía, tuve el disgusto de comentar en solo mil quinientos caracteres con espacio —solo tres párrafos de regular extensión— la cuarta edición de la revista de literatura Tinta expresa, cuyo epicentro giró en torno a la literatura fantástica y ciencia ficción.
En aquella oportunidad, escribí, bajo el título «Todas las tintas» y la subjetiva aclaración «Publicación literaria ahonda en diversas rutas de la ficción fantástica», la siguiente reseña:
«Dirigida por Elton Honores, Álex Morillo y Carlos Capellino, Tinta expresa ofrece, en su reciente cuarta edición, aparte de los interesantes temas en los que suelen ahondar las publicaciones de milagrosa aparición, oportunos aportes que amplían el horizonte literario nacional. Sin duda, uno de estos es el dossier José B. Adolph, preparado por Honores, el cual está precedido por cuatro textos que examinan diferentes aspectos de la siempre cautivante obra de este escritor que nació alemán y murió peruano.
«Pero la denominada sección Epicentro, dedicada a la literatura fantástica y ciencia ficción, brinda también agudas lecturas a la producción de la chilena María Soledad Quiroga, la mexicana Elena Garro, los peruanos Clemente Palma y Felipe Buendía —además de Adolph—, y diversos escritores brasileños cultores de la ficción cyberpunk, como Fausto Fawcett y Guilherme Kujawski. Estos documentos, que refrescan rutas no muy transitadas, son aportes provenientes de variadas canteras universitarias.
«Al margen de la sección dedicada a la creación literaria —Nómade Verba—, que trae más de una sorpresa, las primeras páginas de Tinta expresa están dedicadas a investigaciones literarias de diversos cauces y fuentes. Descolla el exquisito trabajo titulado «Tod Browning, un director freak» de Javier de Taboada, pero tampoco es posible soslayar la entrevista que Eduardo Huaytán y Edwin Canaza le hicieron a Martin Lienhard, cuyo sugestivo título es «Los textos híbridos no pueden formar tradición».
Gracias a la gentil invitación de Elton Honores, esta noche tendré la oportunidad de ir más allá de las diecinueve palabras que dediqué a Nómade Verba el 3 de junio en Caretas, y lamentar no poder referirme a la totalidad de Tinta expresa número cuatro para no pecar de iluso y elusivo, pues, como reza el popular refrán, quien mucho abarca, poco aprieta. Incluso, para efectos prácticos, restringiré mi presentación a los textos en prosa de esta sección dedicada a la difusión de la escritura creativa.
Con la estrella de lo fantástico como sur literario, los directores de Tinta expresa seleccionaron los siguientes relatos: «Brevísima crónica» de César Silva Santisteban, «Duérmete niño» de Stuart Flores Herrera, «Los pinos transparentes» de Pedro Espinoza, «Variaciones dentro del tranvía» y «Decepción» de Ricardo Sumalavia, «Un señor muy lindo con unas alas deformes» de Pablo Nicoli, «El aparato» de Carlos Calderón Fajardo, «Receta de Igor para fabricar personajes» de José Donayre, «Fotógrafo impertinente» de Carlos Meneses, «Ladridos» y «Hay mitos» de Carlos Enrique Saldívar, «Entre pisos» de Raúl Quiroz, y «El campanero» de Gregorio Torres. Es decir, seleccionaron trece textos de once autores.
Para empezar, cometeré una gruesa infidencia. «Brevísima crónica» de César Silva Santisteban es, palabras más, palabras menos, «La virgen de los rosarios», cuento con el que obtuvo una mención honrosa en la XV Bienal de Cuento «Premio Copé Internacional 2008». Por cuestiones laborales, aquí va mi indiscreción; fui testigo de cómo un gran cuento como este se redujo a cenizas de corona de laurel por una cuestión plenamente extraliteraria: ofrecer una interpretación libre de lo que fue, «en realidad ficcional», Isabel Flores de Oliva, alias «Santa Rosa de Lima». Silva Santisteban cuenta muy a la limeña, con cierto hálito a tradición palmista y a chisme de peluquería decimonónica, la vida, milagros y muerte de aquella santa: desde la extraña relación con su hermano hasta su conducta histérica y antisocial. Un gran cuento que debió merecer un mayor reconocimiento, pero así resultan las cosas cuando un jurado olvida cuál es el sentido y compromiso de la literatura. El cuento, que supera literariamente la anécdota, tiene la virtud de hacer una plena reconstrucción de época. Silva Santisteban hace un muy buen uso del dato y el hallazgo para erigir una historia verosímil y coherente, en torno a uno de los personajes más famosos del Perú virreinal.
«Duérmete niño» de Stuart Flores Herrera es, más que un relato fantástico, un cuento extraño. En sus primeros párrafos el lector tiene la sensación de que el autor comete todos los errores típicos para construir un relato sostenido. Pero de pronto, ante tantos fracasos relacionados con el abecé del planteamiento de una narración, va surgiendo una duda que luego muta a certeza para asombrar muy positivamente al lector. Escrito en clave onírica, la historia de Flores Herrera es una narración que se apoya en la descripción de cuadros. Los personajes surgen y se yuxtaponen. No queda muy claro quién es quién: cada personaje es mientras le toca el turno de ser. El resto son sombras a la espera de su turno. Y mientras la sucesión de párrafos va definiendo a algunos y desenfocando a otros, aparece el conflicto se convierte en drama. Y queda en el lector esclarecer lo velado en este muy ingenioso relato, antes de ser alcanzado por la Gran Amnesia.
En «Los pinos transparentes» Pedro Espinoza explora los límites de la imaginación desde el bache que se produce entre el registro y la imposibilidad de la lectura. La realidad táctil que descubre el personaje mientras va perdiendo la vista se transforma en la pulsión creadora de una realidad más plena y viva. El final sorpresivo de esta ficción breve subraya el carácter lúdico de lo que el autor sugiere desde la primera línea del texto: el diseño de las mujeres. Hermosa metáfora sobre el misterio que vincula a las experiencias de escribir y de leer. Fascinante ejercicio para trascender desde la superación de la nada a partir de la figura del vacío o la página en blanco.
Muy a su estilo, Ricardo Sumalavia nos obsequia dos piezas breves de impecable factura. «Variaciones dentro del tranvía» es, como su título lo anticipa, un texto donde la reescritura es un recurso narrativo que permite el despegue de la historia sin que el lector se detenga, más de lo necesario, en la anécdota. Sumalavia echa mano a una estructura dialéctica, en la que el remate (la tercera parte) resulta ser una visión nueva que supera cualitativamente el hecho narrado en las primera y segunda partes. Una breve lección que nos lleva a reflexionar sobre la incidencia del punto de vista para la fiabilidad de la percepción de la existencia. Asimismo, en la ficción breve «Decepción», Sumalavia nos demuestra que lo obvio no es necesariamente evidente. Aquí también el punto de vista, ya no cultural, sino geográfico, resulta indispensable para repensar al ser humano como sujeto válido fuera de su ámbito de dominio de la naturaleza.
En «Un señor muy lindo con unas alas deformes», donde la evocación-homenaje a uno de los relatos más celebrados de Gabriel García Márquez es prácticamente una cita, Pablo Nicoli plantea una vuelta de tuerca al tema de la irrupción de los ángeles en nuestra realidad. Como la rosa de Coleridge, aquí la pluma es un rastro o testimonio sobrenatural que le permite al personaje maravillarse de lo sorprendente. Sin embargo, el rastro más fascinante es hallar el nexo entre este relato y el filme alemán El cielo sobre Berlín de Wim Wenders, protagonizada por dos ángeles. Si bien el remate poético no está a la altura del relato mismo, el autor consigue indagar con un estilo muy particular en aquella ficción fantástica que no concentra su naturaleza perturbadora e inquietante en el final sorpresivo.
Carlos Calderón Fajardo parece no tener límites para inventar, fabular e imaginar. «El aparato», aparte de ser un buen ejemplo de la fértil imaginación de Calderón Fajardo, es un registro en el que el autor asume varios riesgos: extensión breve, final hilarante (casi de humor televisivo) y lenguaje poco poético. Sin embargo, la capacidad literaria de este autor para amasar diversos sustratos y convertir un hecho absurdo en una situación sublime y lírica es digna de los mayores elogios. Con este relato tan poco usual en la narrativa peruana, Calderón Fajardo demuestra sus grandes dotes de narrador todoterreno, y que el conflicto entre dos personajes no está muchas veces en el lugar que indica la teoría ni que el final de un cuento —por más breve que fuera— debe coincidir con la culminación de la historia (humana) que esconde.
«Receta de Igor para fabricar personajes» de José Donayre es, en realidad, el fragmento de una novela inédita de este autor. Esta novela fue recientemente finalista en un concurso nacional. Para ello, el fragmento «Receta de Igor para fabricar personajes» fue eliminado, pues de acuerdo con las bases del certamen, la novela debía ser inédita. Cuando Tinta expresa invitó a José Donayre a participar en la cuarta edición de la revista, el autor no tenía ni por asomo la pretensión de participar en el concurso (por aquel entonces la novela era una extraña nebulosa de unos pocos bytes). Aunque suene ridículo y patético, este autor deberá vivir por el resto de su vida con la idea terrible y contrafáctica de que si no hubiera eliminado dicho fragmento quizás hubiera ganado el concurso.
Llover sobre mojado. Eso es exactamente lo que ocurre en «Fotógrafo impertinente» de Carlos Meneses. En este inquietante relato, Meneses delinea con gran habilidad un mundo extralimitado, donde la lógica de la pesadilla parece gobernar los destinos humanos. El relato, breve y galopante, nos ofrece un mundo al revés, pero todo, hacia el final, cobra sentido, con la revelación de última línea. Lo interesante es la combinación de tipos de ficción: se pasa de un registro fantástico (donde lo imposible se muestra como posible sin que medie justificación alguna) a uno de ciencia ficción (en el que la técnica permite sucesivas trasgresiones a la naturaleza). Así, todo vuelve a su aparente cauce. A un mundo no necesariamente en orden, pero eso no lo sabremos jamás.
Carlos Enrique Saldívar nos ofrece dos textos: «Ladridos» y «Hay mitos». El primero, muy superior al segundo, nos sitúa en una perspectiva bastante particular: la de un perro que piensa como ser humano, aunque lo que espera el lector es que hable. Pero, para efectos de sorpresa, lo interesante es lo que piensa el perro. No queda claro si es una salida improvisada del can o el resultado de una meditada reflexión del mejor amigo del hombre y «de la mujer»; lo cierto es que lo planteado es tan original como turbador e impresionante. En «Hay mitos» ocurre todo lo contrario: el desenlace es previsible, aunque no deja de tener virtudes extraliterarias. En todo caso, por una cuestión de contraste, se intensifica la brillantez de uno y la opacidad de otro.
Diálogos sin acotaciones es, en resumen, lo que ocurre en «Entre pisos» de Raúl Quiroz. Pero se trata de diálogos articulados en torno a un misterio que no se llega a dilucidar por completo, lo que da más luz sobre el carácter sobrenatural de esta historia fantástica. El autor, a lo mucho, traza algunas coordenadas para ubicar al lector en un piso u otro del edificio en el que transcurren los diálogos. Y los personajes, dos parejas de homosexuales (una gay y otra lesbiana), coinciden para desencontrarse a partir de unas voces —a veces sus propias voces— que provienen de un espejo. Extraño cuento que explora la compleja composición de las parejas y su desafortunado reflejo o enfrentamiento entre una y otra.
Por último, Gregorio Torres, en «El campanero», hurga también, como lo hizo Pablo Nicoli, en la figura del ángel. Pero este, a diferencia del otro, propone un personaje aparentemente poco angélico, si nos atenemos al canon estético que los define. Y es pues justamente en este aspecto que se detiene el relato «El campanero», en esbozar un fraude, un impostor. Sin embargo, la historia deviene en un final no muy sorpresivo, cuyo carácter revelador se sostiene en una frase metafórica. De algún modo, la intención del relato está en contrastar la falta de fe de una sociedad supuestamente creyente. Pero esta, superada por una figura verbal que no es otra cosa que el poder de la palabra, produce el prodigio.

José Donayre
http://digoestabocaesmia.blogspot.com/2010/08/elton-honores-alex-morillo-y-carlos.html


* Texto leído en la presentación de la revista Tinta Expresa 4, en el Centro Cultural de España, el martes 10 de agosto de 2010.



TINTA EXPRESA 4*


Buenas noches a todos. Una vez más quiero agradecer la gentileza de Elton Honores, Alex Morillo y todos los responsables de Tinta Expresa al extenderme la invitación para estar hoy aquí, con ustedes, en la presentación de esta nueva entrega de una revista que promete afirmarse como un referente de los estudios literarios, así como de la difusión del trabajo creador tanto de autores consagrados como de las nuevas generaciones. Celebro por igual compartir esta mesa con mi entrañable amigo José Donayre Hoefken, talentoso narrador, editor y crítico.
El número que hoy tienen o tendrán en sus manos guarda un componente adicional muy emotivo: un dossier con documentos inéditos que, con toda justicia, homenajea a uno de los escritores peruanos más importantes del siglo XX y que partió al último viaje en el verano de 2008. Por eso, el agradecimiento es doble: siempre será emocionante para mí referirme a José B. Adolph, narrador imprescindible dentro de la literatura nacional e hispanoamericana.
Su influencia se siente hoy más que nunca, sobre todo entre los jóvenes autores que empiezan a avanzar con solvencia y atrevimiento por los túneles de la literatura fantástica y de ciencia ficción, parcelas que esta edición de la revista ha decidido explorar con rigor y seriedad, en contundente demostración de que la marginalidad o carácter periférico de tales géneros hace varias lunas que concluyó.
Las heterogéneas aproximaciones y miradas incluidas también confirman que ya existen marcos teóricos apropiados para tales inquisiciones. Una crítica despercudida y de amplio espectro ha emergido en tiempos recientes, adecuada a las necesidades que impone el corpus materia de estudio o análisis.
Sabido es que la novela Lima de aquí a cien años, que apareció por entregas en 1844, es un hito de la narrativa de anticipación sobre cuyo autor, Julián del Portillo, existen apenas algunos datos escuetos. Lanzado por entregas, el libro –redescubierto hace poco- se convierte en la piedra angular de la ciencia ficción no solo peruana, sino universal, pues para ese entonces ni Julio Verne ni H.G.Welles habian publicado sus primeras obras.
Es más: Verne era un adolescente inquieto y Wells ni siquiera había nacido. Y si sumáramos a esta situación extraordinaria la hazaña de Pedro Paulet Mostajo, padre de los vuelos al espacio, concluiríamos que en el Perú se incubó o, mejor dicho, se escribió el futuro.
Pero como es costumbre el país, esos hechos trascendentes pasan desapercibidos para una población, en promedio, con paupérrimo nivel de instrucción y de horizontes. Eso debería cambiar a mediano plazo, con el fin de que el colectivo se trace nortes más definidos en cuanto al aporte de nuestros ciudadanos a la civilización.
Y no caiga, por el contrario, víctima de la demagogia o del mesianismo que promete la salvación con tal de colocarnos anteojeras idiotizantes o de olvidarnos de la disidencia para bajar la cabeza, como ovejas manipulables por el poder, obsecuentes y silenciosas.
Para fines del siglo XIX e inicios del siglo XX, la literatura fantástica, una herencia proveniente del romanticismo europeo, emite sus primeros balbuceos en estos predios, en ruta paralela a la que la ciencia ficción iniciara con el libro de Del Portillo. Algunos autores, como Clemente Palma, pertenecen a ambos territorios y se mueven por ellos con el espíritu del pionero desenfadado y atrevido. A él se le debe XYZ, otro libro que se adelanta a su tiempo.
La lista de nombres canónicos y otros que hasta hoy están marcados por el desconocimiento es amplia; varios de ellos salen a luz gracias a los esfuerzos de investigadores acuciosos como Elton Honores, aquí presente, Daniel Salvo o Gonzalo Portals. Este último es artífice de la antología La estirpe del ensueño, el mapa más completo que se ha trazado a la fecha sobre el derrotero de lo fantástico en el Perú.
Luego de la explosión modernista, la vanguardia también opera efectos altamente favorables a la indagación sobre mundos ajenos u opuestos a la fuerte huella realista que en apariencia decide el destino de la narrativa peruana.
Hablar de una tradición sostenida, como en el caso de Argentina, Uruguay o México es complicado, cuando no discutible. Por un lado, es innegable la presencia de lo fantástico a lo largo de la toda la primera mitad del siglo XX, pero como una práctica casi ocultista o hermética, más propia de iniciados. Por otro, no es una tendencia aceptada por el sistema literario, que la relega a espacios menores o solo de relativo interés o curiosidad.
El impulso decisivo llega con la Generación del 50. Con este grupo de autores, la literatura fantástica y de CF recibe una especie de carta de identidad. Loayza, Rivera Saavedra, Mejía Valera, Buendía, Rivera Martínez y Ribeyro, entre otros, acusan recibo de la mistérica trayectoria que lo fantástico recorrió a lo largo de las décadas precedentes.
A partir de ellos, y con la inmensa contribución de José B. Adolph, quien publicará su primer libro, El retorno de Aladino, en 1968, la narrativa fantástica y de CF peruana se habrá consolidado no como una línea dominante, sino como un eje de refutaciones a lo establecido por el canon como lo auténticamente “peruano”, es decir, la narrativa arraigada en los dominios del realismo decimonónico.
Nacido en 1933, Adolph pertenece por edad a una generación moderna en el amplio sentido de la palabra. Llegó al Perú procedente de Alemania, a los siete años, huyendo de la delincuencia nazi. De cultura cosmopolita, distante del provincialismo y de los corsés de la educación tradicional, se fogueó como periodista de raza durante el ochenio de Odría en los medios más representativos de la época.
El retorno de Aladino, ya aludido, es un libro decisivo para la narrativa peruana del siglo XX: ecléctico, especulativo, irónico y hasta inclasificable, pues no es fácil adscribirlo a alguna tendencia en particular, nos abre la puerta a un universo signado por la desconfianza acerca de las ambivalencias del ser humano y de la sociedad en la que este vive, contradictoria y asfixiante. Cuentos memorables dan fe del carácter personalísimo de su poética.
Seguirán, a lo largo de la década de 1970, piezas igualmente sólidas como Mañana fuimos felices, Hasta que la muerte, Cuentos del relojero abominable e Invisible para las fieras. Configuran el núcleo de la producción cuentística adolphiana, en el que el delirio, la transgresión y la desazón política forman una totalidad coherente. Se desempeña con maestría en todos los tópicos clásicos pero con la suficiente inspiración y vuelo para revertirlos a favor de una perspectiva siempre distinta y con altas de dosis de irreverencia ante lo establecido.
En esos cinco primeros libros la imaginación de Adolph ya es plena, brillante y adelantada para su época o más bien, para el precario medio en el que sus libros aparecen y donde no son recibidos como realmente lo merecían.
Al respecto y oportunamente, un ensayo del escritor e investigador Daniel Salvo titulado “José B. Adolph y la Edad de Oro de la ciencia ficción peruana”, preámbulo del dossier -junto con trabajos de otros colaboradores- pone las cosas en su lugar a propósito de la relevancia de Adolph en el proceso de construcción del género en el Perú.
El interés por su obra se había revitalizado en los últimos años, incluso antes de la desaparición que aún hoy lamentamos aquellos que fuimos primero sus lectores y admiradores y, luego, sus amigos. Solo ahora se valora a plenitud el dato casi camuflado que aparecía en las solapas de sus libros: había sido traducido a varias lenguas y obtenido importantes premios. Tesis universitarias y especialistas de diversas latitudes dedicados a su obra son la mejor prueba de su vigencia.
Abrió con osadía y sin cálculos de mercado -estaba muy alejado de esas veleidades- caminos por los que otros después hemos transitado sin quizá hacerle los honores respectivos. Muchos de nosotros, por ejemplo, habríamos querido, siquiera por asomo, escribir una novela tan extraordinaria como Mañana, las ratas, que merece figurar al lado de las obras más importantes de la ciencia ficción en su ya nutrida historia. He sentido, al leerla hace algunos meses, que su planteamiento continúa siendo estremecedoramente actual. Podríamos pasarnos varias horas dialogando y no agotaríamos jamás la riqueza de contenidos que encierra.
El escenario, como ustedes saben, es una Lima del futuro, casi derruida, hecha pedazos, en donde los pobres y desplazados, llamados “ratas”, habitan ghettos infernales bajo la severa vigilancia de un sistema político represivo y vertical. Los ricos viven confinados en sus inexpugnables fortalezas del sur de la ciudad, o en naves que orbitan la Tierra. Ya no existen países en el sentido convencional del término.
Los gobiernos ahora están a cargo de entidades empresariales sin bandera nacional, dirigidas por ejecutivos hedonistas y cínicos; es decir, la globalización en una etapa extrema que no queda muy lejos. El catolicismo más retrógrado y oscuro se ha transformado en un salvaje movimiento terrorista, severamente combatido por las corporaciones gobernantes, infestadas de tecnócratas que solo creen en la estadística.
Algo de utopía liberadora o de denuncia corrosiva impregna sus páginas, que remiten al Orwell de 1984, al Huxley de Un mundo feliz o al Burgess de La naranja mecánica. No obstante, Adolph crea un mundo autosuficiente y sobrecogedor que poco le debe a las novelas que parecen ser sus modelos o a alguna filosofía en particular. Su visión de una sociedad altamente tecnológica que convive con la marginación de millones de seres humanos, repartidos por el planeta, es exclusiva e intransferible.
Si me solicitaran una lista de las diez mejores novelas peruanas de todas las épocas, Mañana, las ratas tendría que figurar obligatoriamente, al lado de las cimas que todos reconocen sin discusión, como El mundo es ancho y ajeno, Los ríos profundos, País de Jauja, La casa verde, Los inocentes, La violencia del tiempo, No una sino muchas muertes o Un mundo para Julius. Lo contrario sería imperdonable. Aunque conociendo a Pepe, pues seguro que me habría lanzado ahora una mirada burlona o de escepticismo capital para luego reír como él solía hacerlo, contagiándonos de su sentido del humor de ancha base.
La segunda parte de su obra, que podríamos fechar desde mediados de la década de 1970, brinda provocadoras variaciones de su imaginario, con volúmenes de cuentos como La batalla el café o Diario del sótano, o novelas como su obra póstuma, La bandera en alto, en la que retorna a sus preocupaciones en torno del autoritarismo y el fanatismo sectario que solo conduce a la destrucción del sujeto mediante la negación o deformación de sus libertades fundamentales.
Carnavalesca, desaforada, paródica, La bandera en alto es el cierre perfecto de una trayectoria de casi medio siglo sin otra recompensa que la felicidad de ejercer su vocación sin cortapisas o compromisos con el mainstream.
Es, creo yo, la versión delirante de Mañana, las ratas, con un dictador esquizofrénico cuyo discurso tiene la extraña y ambigua racionalidad de la que solo son capaces los locos o, peor aún, los políticos como los que suelen acceder al Palacio y de los que, por milagro -si los milagros existen- sobrevivimos, pensando que un meteorito gigante sería preferible antes de soportar otro gobierno peruano con los que la historia nos castiga, sin compasión.
Me sumo el entusiasmo por la aparición y supervivencia de “Tinta Expresa”, revista de una calidad y alcances encomiables. Y que uno de sus números marque las pautas de un nuevo momento en la literatura peruana, con la emergencia de prácticas hasta hace poco condenados al ostracismo o al ninguneo de los gerentes del sistema literario (o los que pretenden serlo), es un síntoma alentador de que los tiempos están cambiando, como decía Dylan, el Gran Juglar.
Y que reivindique a un escritor de talla gigantesca como Adolph resulta un termómetro de la esperanza y de que quizá, después de todo, hay futuro (a pesar de los meteoritos que rondan el sistema solar).

Muchas gracias a todos.


José Güich Rodríguez

* Texto leído en la presentación de la revista Tinta Expresa 4, en el Centro Cultural de España, el martes 10 de agosto de 2010.





Imposible no comentar uno de los acontecimientos literarios del año, la aparición del cuarto número de "Tinta Expresa", revista de literatura dirigida por Elton Honores Vásquez, Alex Morillo Sotomayor y Carlos Capellino Fuentes. A una cuidada edición, se añade un plus que disfrutará todo amante de la literatura fantástica y de ciencia ficción, como es el que sendas secciones de la revista, como "Nómade verba" y "Epicentro" estén dedicadas a ambos géneros. Creo que el mejor comentario sobre esta publicación está incluido en la Presentación del mismo, a cargo de los editores:

"Epicentro", nuestra sección central, desarrolla un panorama de la literatura fantástica y la ciencia ficción peruana y latinoamericana. Así, los trabajos sobre Clemente Palma, de José Güich y Eduardo Huyatán, serán imprescindibles para el abordaje a este autor. El trabajo de Gonzalo Portals sobre Felipe Buendía y el de Mara García sobre Elena Garro y María Soledad Quiroga amplían el espectro de lo fantástico. Dentro de la ciencia ficción, son destacables los trabajos de Rodolfo Rorato sobre el cyberpunk en Brasil y el de Bernard Goorden sobre la ciencia ficción latinoamericana. Por su parte, Daniel Salvo, Alfredo Illescas y Juan Cuya plantean abordajes a la obra de José B. Adolph. Se incluye, además, un dossier sobre este fundamental autor de la literatura fantástica peruana.

Sólo me resta destacar las ficciones aportadas por José Cabrera, Melissa Ghessi, Yamila Greco, César Silva Santisteban, Stuart Flores Herrera, Pedro Espinoza, Ricardo Sumalavia, Pablo Nicoli, Carlos Calderón Fajardo (¡fantástica!), José Donayre Hoefken, Carlos Enrique Saldìvar, Raúl Quiroz y Gregorio Torres en la sección "Nómade Verba".

Algo que los editores de Tinta Expresa han cuidado con especial esmero ha sido el aspecto gráfico de la revista, cuya portada, que reproduce un cuadro de Carlos Revilla, es el punto de partida para disfrutar además las ilustraciones a cargo de Miguel Det y Juan Acevedo.

Publicar algunos de estos aportes, si no todos, en la internet (Tinta Expresa cuenta con sitio web propio, http://www.tintaexpresa.site90.net/, y su dirección electrónica es (tintaexpresa@yahoo.com), sería de agradecer, tanto por parte de los lectores como de los autores que acaso no cuenten con las vías de distribución adecuadas.


Daniel Salvo
http://cifiperu.blogspot.com/2010/03/revista-tinta-expresa-n-4.html




REVISTA TINTA EXPRESA 4: UN VOLUMEN DE ENSUEÑO
Tinta Expresa. Revista de Literatura. Lima, 2010, año 4, n° 4, 276 pp.


A veces, las esperas largas prometen la llegada de un producto óptimo, deslumbrante, cuya calidad aliviana los sentidos y cuya exigencia a la hora de ser concebida se muestra patente en cada uno de sus rincones. Si se trata de un texto literario, dicha espera resulta aún más gratificante. En este caso se trata de la revista Tinta Expresa 4, loable esfuerzo de los egresados de la UNMSM, pero no solo de ellos, también es justo reconocer la labor de los estudiantes y egresados de otros lares, de profesores, escritores y animosos impulsadores de la cultura en nuestro poco agraciado, aunque emprendedor país. Como director de la revista Argonautas, de fantasía, misterio y ciencia ficción, (que nació en el 2006 y a la fecha cuenta con 4 números) puedo asegurar con vehemencia que lanzar una revista de literatura en el Perú es una tarea muy difícil. Existen barreras que van desde las económicas hasta las intelectuales. No es que publicar una revista sea cuestión de dinero y cerebro, pero a veces es necesario invertir para poder (en el mejor de los casos) recuperar dicha ganancia y reinvertirla así en futuros números. Pasando a la cuestión intelectual: Los directores de las revistas (en este caso suelen ser los que dirigen al grupo) deben tener una visión amplia para poder organizar el material de dicha revista, organizar al equipo que trabaja en ella (con armonía profesional siempre), para poder colocar y mover dicha publicación en el mercado y ofrecer a los lectores un producto acabado que los haga sentir satisfechos de la adquisición hecha. Una revista literaria conlleva un enorme esfuerzo por el aporte intelectual puesto en ella, el tiempo invertido (que a su vez, se reinvertirá como tiempo de lectura por parte de los receptores). Pero, como dije, no es solo un asunto de dinero e intelecto. Las razones para concebir una revista van más allá de cualquier mentalidad convencional. Es decir, nos adentramos a un terreno que tiene que ver con lo esencial, un asunto de fe, digamos. Una apuesta por culturizar, por remover cimientos y dar a conocer una voz —en la mayoría de los casos— que merece ser oída. Una revista literaria en este caso, es cultura impresa. Saber condensado. Inteligencia física. La celebrada escritora norteamericana Joyce Carol Oates escribió alguna vez: “Iniciar una revista literaria no es aventura para pusilánimes o para quienes se desalientan con facilidad”. Y en el mismo artículo (“Lamento informarle” [2010]) nos cuenta que al preguntarle a su esposo por las razones para expandir una pequeña revista que habían editado juntos éste responde que es por una “arriesgada mezcla de idealismo y masoquismo”. Me parece una respuesta acertada.
En este instante usted pensará que divago, pero no desespere, ya llego al punto.
Si publicar una revista de literatura en Estados Unidos es una odisea de valientes (personas ultraidealistas que confían en el buen uso de la razón humana, al mismo tiempo que se hallan al borde de la insania), imagine usted lo difícil que es publicar una revista literaria en Perú. Casi tanto como conseguir lectores para las mismas. Vayamos más lejos, imagine ahora lo osado que debe ser para un grupo de intelectuales publicar una revista literaria de temática fantástica. Bueno, quizá no puedan imaginarlo. Yo no necesito hacerlo pues yo mismo publico una revista de fantasía, misterio y ciencia ficción, es decir, yo vivo aquello que ustedes intentan concebir en sus mentes sensatas. Y por eso, por vivir la digna locura de dar a luz una vez al año una publicación de temática fantástica, soy quien más celebra la aparición de la revista Tinta Expresa 4, un volumen dedicado a la literatura fantástica, a la ciencia ficción y al recordado escritor José B. Adolph, quien nos dejó en el año 2008 y, junto a él, un respetable legado literario que poco a poco va copando nuestro imaginario cultural.
Ya había tenido oportunidad de leer los números 2 y 3 de esta soberbia publicación. El número 2 de Tinta Expresa estuvo dedicado al fallecido poeta Jorge Eduardo Eielson, de quien se publicó una entrevista inédita. El número 3, más que recomendable, estuvo dedicado a las literaturas andinas, lo cual fue un aporte necesario y brillante. En mi caso quedé satisfecho, sobre todo por la perfección de la sección creativa en dicho volumen.
En este nuevo número el equipo editorial de Tinta Expresa realiza una apuesta nueva (que muy pocos añorarían ganar), pero que llama la atención desde un primer momento. Y es aquí, amables lectores, cuando nos adentramos a esta sólida publicación cuya portada, diagramación y edición resultan encomiables sobremanera.
La revista se divide en 4 partes, una metodología clásica usada por algunas publicaciones extranjeras y de la cual han hecho uso, por ejemplo, Ajos y Zafiros, Nudos y Laberintos y En la sala de espera, por mencionar algunas. Para que esta amplia (aunque no meticulosa) reseña luzca ordenada comentaré cada sección por separado:

Tenemos primero la sección: Castillo de naipes, que contiene todos los textos de estudio que no corresponden al tema central de la revista. Aquí tenemos:
“La narrativa del cincuenta y el proceso de modernización de la crítica literaria peruana” por Carlos García Miranda, una certera aproximación a los tipos de crítica (estilística, histórica y sociológica) desarrollados a partir de una fascinante etapa de producción literaria en el Perú.
“La visión estética del mundo en La ciudad de los tísicos de Abraham Valdelomar” por Néstor Saavedra Muñoz, una sucinta mirada a esta preciosa obra de Valdelomar, a partir de los lineamientos teóricos del estructuralismo de Goldmann, diciéndolo de otra manera: ¿Cómo se puede ver el mundo a partir de esta notable novela corta? El ensayo de este joven académico nos brinda una respuesta.
“Tod Browning, un director freak” por Javier de Taboada. Este imperdible artículo tiene 99 virtudes y un solo defecto: es demasiado breve. La vida de Tod Browning, director de la célebre (y a la vez, polémica) película “Freaks” puede ser tan emocionante como cualquiera de sus cintas. Muy pocos saben que este realizador también dio a luz otra cinta clásica como “Drácula” (con Bela Lugosi). Recomiendo ampliamente la lectura de este artículo y la revisión de otros estudios o vistazos a la obra de Browning, un maestro en su tiempo... y en todos los tiempos.
“Tom de Finlandia: cuatro miradas en torno a los roles de género” de Arturo Córdova Ramírez. Este ensayo realiza un análisis de la imagen en las viñetas mencionadas en el título creadas por Touko Laaksonen en los años 50 del siglo pasado. Trabajo muy necesario en cuanto a la complejidad textual que encierran dichas viñetas a partir de una visión, a primera vista, de simple sexualidad.
“Una mirada al teatro peruano contemporáneo” por Mirella Merly Quispe Ramos. Este texto, precioso, sincero y bien escrito nos invita a una inmediata reflexión en torno a la realidad del teatro en el Perú. Pero no solo podemos lanzar una mirada al teatro como fenómeno cultural y social, es necesario también contemplar la realidad del actor. Me cautiva la idea de que la autora extienda su análisis en futuras entregas o, al menos, alguien más tome la posta. La conclusión del artículo, felizmente, resulta esperanzadora.
“Los textos híbridos no pueden formar una tradición: entrevista a Martin Lienhard”. Interesante rueda de preguntas realizada por Eduardo Huaytán y Edwin Canaza al notable profesor de Literatura Martín Lienhard que trata de resolver algunas cuestiones respecto de los discursos orales, por ejemplo, su importancia en pos de descubrir la verdad tras ciertos hechos oscuros acaecidos en una etapa de violencia política en el país. Dicha entrevista, presumo, es parte de un trabajo más amplio pues he visto ensayos de igual categoría en números anteriores de la revista. Sugeriría ampliar dicho tema con la opinión de otros especialistas, por ejemplo podría abordarse el tema de: La verosimilitud de los discursos orales en el Perú y en América.

La segunda parte de la revista se titula: Epicentro y está conformada por los trabajos que se relacionan de manera directa con el tema central de la revista. Aquí tenemos:
“Lo inverosímil y lo femenino en María Soledad Quiroga y Elena Garro” por Mara L. García. Un ensayo muy breve, pero que de inmediato teoriza acerca de “lo fantástico” brindando pautas importantes respecto de éste proceso intratextual. De esta manera la académica analiza algunos textos de la autora María S. Quiroga, fascinantes (y de obligatoria lectura) como “La vasija” e “”Islas”. Misma labor realiza con respecto a la escritora mexicana Elena Garro, descubre así “lo fantástico” dentro de su texto: “¿Qué hora es...”. Al final se concluye que el proceso fantástico se da en función de mostrar, primero, el mundo interno femenino, romper luego dicha realidad y finalmente liberar a la mujer del espacio cotidiano en el cual ha encontrado incomodidad.
“Apuntes sobre narrador no confiable en Los ojos de Lina”. Por José Guich Rodríguez. El notable escritor y académico nos prueba, a partir de algunas observaciones hechas por Harry Belevan (Antología del cuento fantástico peruano, 1975), que el cuento de Palma es fantástico. Y todo esto lo consigue analizando al narrador del texto. De esta manera se nos brinda un aporte más acerca de este inagotable relato, uno de los mejores de la literatura peruana del siglo XX.
“El enigma de las cajas chinas o la progresión del yo en dos cuentos de Felipe Buendía: El baúl y El extraño caso de los Sres. Levi” por Gonzalo Portals Zubiate. Hablando de los mejores cuentos del siglo XX, Portals Zubiate reivindica al, hoy poco recordado, escritor Felipe Buendía, analizando un cuento célebre suyo: “El baúl”, a la par se ocupa de uno menos conocido: “El extraño caso de los señores Levi”. Éste resulta ser, quizá, el aporte más necesario de la revista. Se reclaman más estudios acerca de Buendía, un importante escritor de la generación del 50.
“Lecturas de la ficción cyberpunk brasileña: un análisis de reseñas y críticas” por Rodolfo Rorato Londero. El cyberpunk es un subgénero de la ciencia ficción que nos narra un mundo alternativo en el cual el desarrollo tecnológico se disparó hasta límites insospechados en tanto la calidad de vida se degradó, el planeta está gobernado por corporaciones y multinacionales, etc. Muy pocos sabían que esta vertiente de la C-F había sido trabajada en Brasil. Rodolfo Rorato Londero nos brinda un mapa de cuentos y novelas, mostrándonos que, además de André Carneiro, hubo otros, muchos otros.
“Las narrativas mitológicas y su estatuto dialéctico en El último fauno y otros cuentos de Clemente Palma” por Eduardo Huaytán Martínez. Un inteligente ensayo acerca de uno de los mejores cuentos del maestro Palma, esta vez ahondando en un aspecto insoslayable: su simbolismo.
“La cf latinoamericana y José B. Adolph” por Bernard Goorden. No resulta increíble para los seguidores del respetado escritor José B. Adolph, descubrir que mantuvo contacto con filones de la C-F mundial como A. E. Van Vogt y Bernard Goorden. Este segundo nos brinda en el presente artículo algunos datos sobre su relación con uno de los mejores escritores peruanos de los últimos tiempos.
“José B. Adolph y la Edad de Oro de la ciencia ficción peruana” por Daniel Salvo. ¿La ciencia ficción peruana tuvo una etapa dorada? ¿Cómo, cuándo y por qué? Son algunas de las interrogantes que el escritor y estudioso literario Daniel Salvo pretende responder en este interesantísimo (no exagero, el autor tiene una prosa que engancha) artículo. Cabe decir que estoy totalmente de acuerdo con la postura del autor. Salvo ubica además a José B. Adolph dentro de esta nostálgica época y finalmente comenta los libros de cuentos del escritor que contienen relatos de ciencia ficción.
“José B. Adolph: la anticipación tecnopolítica como instrumento de subversión intelectual” por Alfredo Illescas. Un sesudo ensayo que bien podría ser una pequeña tesis. Uno de los mejores trabajos del libro, aunque es necesario leerlo con mucho detenimiento. ¿Adolph era un escritor político? Sí, lo era, y en todo el sentido artístico de la palabra. Illescas lo demuestra en el presente estudio.
“Eros y Tánatos en el Diario del sótano (1996) de José B. Adolph” por Juan R. Cuya Nina. El amor y la muerte, quizá dos de los temas preferidos del célebre escritor, son tratados aquí por Cuya Nina a partir de un extraordinario libro de cuentos.
“Dossier José B. Adolph (presentación, selección de textos y documentos)” por Elton Honores. Un trabajo memorable que recopila los primeros textos del reconocido autor. Una investigación profunda que nos brinda un precioso acercamiento a la obra de José B. Adolph. Se nos brindan alcances muy valiosos acerca de la primera etapa creativa del escritor, datos acerca de lo que pudo publicar en el extranjero y sobre lo que ha publicado, pero aún no ha sido reunido en un libro. También se muestran algunos artículos breves e ingeniosos como: “Best-Sellers a mí” (Publicado en Caretas. Febrero 5 de 2004, p.73) donde el autor aplasta al insoportable Harold Bloom, al mismo tiempo que demuestra su admiración por uno de los más grandes genios literarios de nuestro tiempo: Stephen King. Cabe distinguir aquí la excepcional labor de Elton Honores, responsable de este apartado. De colección.

Llegamos así a mi sección favorita: Nómade Verba, la cual contiene los textos de creación, esta vez ligados todos ellos a la temática fantástica que es objeto de interés de la publicación. Es posible disfrutar de poemas muy logrados como “Deuda” y “Mitología” de José Cabrera que poseen un llamativo universo onírico. Además tenemos “Dom. 10 de agosto” y “Dom. 19 de octubre” de Melissa Ghessi, que posee un tono más íntimo respecto del resto del conjunto, pero no por ello resulta menos inquietante. “IV”, “VI” y “VII” de Yamila Greco son poemas que proponen una melodía gótica que, a pesar de sus frases tétricas, se mantienen en un nivel ecuánime. Aquí alzo la voz de protesta. Ojalá para una próxima oportunidad se animen a publicar más poesía. Existen muchos poetas cuyas constantes con la fantasía son abundantes.
Pasamos ahora a la sección narrativa:
“Brevísima crónica de la transformación de una hembra humana en una santa sobrehumana, narrada con intención edificante por el licenciado Octavio Honorato de Cubas y Caro en el último mes de 1801 y rescatada del olvido de la Biblioteca Nacional en el año en curso” de César Silva Santisteban. El título, largo como es, parece explicarnos de que trata el texto, pero no es lo que usted imagina. Uno de los personajes mas famosos de nuestra historia (hay un día dedicado a ella) es retratado de manera poco habitual por un escritor que sabe como contar un relato de modo casi perfecto.
“Duérmete, niño” de Stuart Flores Herrera presenta un cuento de estilo más poético, lo cual conlleva a prestar atención plena a las palabras que guardan dentro de sí un recóndito misterio.
“Los pinos transparentes” de Pedro Espinoza es un texto que contiene una enorme carga simbólica y sentimental, la cual nos dirige a una breve meditación.
“Variaciones dentro del tranvía” y “Decepción” son dos buenos textos de Ricardo Sumalavia. El primero de ellos se divide en 3 partes y muestra uno de aquellos “juegos de realidad” tan patentes en los microrrelatos de hoy en día.
“Un señor muy lindo con unas alas deformes” del respetable narrador arequipeño Pablo Nicoli Segura es un texto 100% fantástico que muestra las virtudes de este creciente narrador que se ha especializado en la fantasía y la ciencia ficción.
A mi juicio, la mejor narración de la revista es “El aparato” de Carlos Calderón Fajardo, una metáfora acerca del desamor, la tecnología y la añoranza de un pasado bello que ha quedado atrás, mermado por la vejez y la imposibilidad de seguir soñando. El último párrafo del cuento es lo mejor que he leído en mucho tiempo.
“Receta de Igor para fabricar personajes” de José Donayre es un cuento que se centra en este personaje de la literatura gótica, poco conocido. Texto brevísimo cuya idea, en esta ocasión, podría extenderse hasta llegar, incluso, a una novela corta.
Carlos Meneses nos brinda con “Fotógrafo impertinente” otro texto contundente. En su apabullante brevedad logra confeccionar un sorprendente cuento de ciencia ficción.
“Ladridos” y “Hay mitos” son dos microrrelatos de vuestro servidor, Carlos Enrique Saldivar.
“Entre pisos” de Raúl Quiroz es un logrado relato de fantasmas que habitan en un edificio. Está narrado de un modo atípico, cual si fuera un pequeño guión radiofónico.
No podía faltar en el conjunto un cuento que remita a una leyenda rural, así tenemos “El campanero” de Gregorio Torres cuyo final resulta sorprendente.

La última sección de la revista se titula: Varía, aquí se incluyen las reseñas de algunos libros que merecen ser tomados en cuenta por los lectores (Por ejemplo “El hilo negro”, gran texto de Carlos López Degregori o “La joven que subió al cielo”, llamativa novela corta de Luis Nieto Degregori). Me incomoda cometer la audacia de comentar un apartado en el cual se comentan, a su vez, textos de otros; no obstante quisiera hacer un par de observaciones acerca de dos reseñas.
La primera es con respecto a “Entre el cielo y el suelo” de Lorenzo Elguero. El autor de la reseña realiza una buena labor describiendo la estructura del libro y emitiendo críticas que vienen a colación, sin embargo, al finalizar su texto, nos dice lo siguiente: “Entre el cielo y el suelo parece estar dirigido a un lector ideal sin muchas exigencias, y a lo mejor ingenuo, acostumbrado a las novelas ligeras que proliferan en la actualidad. Este quizá sea su principal desacierto” (pp. 260). Es decir, el reseñador nos advierte que un texto de lectura fácil —o que no exige un lector académico— resulta ser de una calidad inferior a textos más elaborados en materia lingüística. No estoy de acuerdo. A veces la sencillez en el arte puede mostrarnos con más claridad el camino que debemos seguir para adentrarnos en el corazón de la historia. El argumento y el desarrollo de los personajes también son vitales para lograr la funcionalidad de la novela, no solo el lenguaje. Este comentario que hago es, desde luego, muy personal y puede ser sometido a un intenso debate en el futuro. Sin embargo me mantengo firme en mi convicción acerca del equívoco en que incurre el reseñista al mostrar una opinión personal suya (escapándose del tema central: el libro reseñado) como si fuera la verdad y desmereciendo con ello el valor de su comentario global.
El segundo punto es con respecto a la reseña de “Bombardero” de César Gutiérrez hecha por Daniel Carrillo Jara. Me hubiera gustado que el reseñador emita algún juicio respecto de la valía del (¿poema?, ¿texto experimental?) e indicar si es necesario leer el libro o prescindir de éste pues solo se limita a describirlo (de manera apropiada desde luego). Pero el autor, de modo poco ortodoxo, nos dice lo siguiente: “Al final de la lectura, uno debe preguntarse si Bombardero de César Gutiérrez es el libro que todos los comentarios dicen que es. Solo una lectura atenta permitirá responder esta pregunta” (pp. 265). Pues... ¿Acaso el reseñador no ha leído atentamente el libro? Sí lo ha hecho, desde luego. Pero si él no puede responder su propio cuestionamiento, menos podrá hacerlo alguien que se encuentra al otro lado de la reseña Y el texto reseñado es tan amplio de páginas que un comentario sobre el mismo no merece la incertidumbre. Hubiera sido grato que el autor responda a la pregunta que él mismo plantea, que emita algún juicio, diciéndonos si la obra le gustó o no y si resulta de verdad recomendable para los lectores que buscan buena literatura. Una reseña neutral no tiene mucha valía y, en todo caso, resulta prescindible.

Concluyendo, felicito a los miembros del comité editorial de la revista. He apreciado que son varios y algunos de ellos –como Elton Honores– son notables estudiosos de la literatura. Tinta Expresa resulta ser, tal vez, la revista más importante de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos hoy en día. Me han avisado que el número 5 está en proceso de concepción, noticia que me alegra mucho. Brindo mis mejores deseos a los jóvenes de Tinta Expresa rogando que se produzcan al menos 100 números más en el futuro. Proyectos profesionales como éste nacen gracias al apoyo de los lectores constantes, ellos son los que hacen válido el trabajo realizado. Además, resalto la importancia del cuaderno debido al breve, aunque preciso, recorrido que se hace sobre la literatura fantástica y de ciencia ficción, géneros que hoy por hoy están calando a profundidad en nuestro imaginario cultural. Como nota final, recalco que esta publicación es imprescindible por contener un soberbio homenaje al notable escritor José B. Adolph. Estoy seguro de que en unos años este volumen será muy buscado por los investigadores literarios. Los aficionados a la literatura de la imaginación ya tienen a su alcance un soberbio texto, el cual es una muestra perfecta de las joyas preciosas que se vienen puliendo dentro del circuito literario nacional.

Carlos Enrique Saldivar

Nota: Los interesados pueden visitar la página web de la revista y ver su índice:
http://tintaexpresa.site90.net/


Lima, Perú. Mayo de 2010

lunes, 16 de agosto de 2010

Celebración por Juan Rivera Saavedra Septiembre de 2010



Celebración por Juan Rivera Saavedra

Estas son las actividades que se realizarán en el marco de las celebraciones por los 80 años de Juan Rivera Saavedra.

Juan Rivera Saavedra (Lima, 1930). Miembro de la Generación del 50, es autor de 182 obras de teatro, más de 500 cuentos, guiones para TV, libros de técnicas dramáticas y literarias. Es el autor más distinguido del teatro peruano, ha merecido el Premio Nacional de Cultura, Premio de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, entre otros. Entre su amplia obra destaca: Teatro: Bajo la sombra del cuervo; El general no tiene quién lo mate (1988), Sinchico: el protegedor ; Con pies de barro ; Un hombre llamado torpe (1988), Piezas breves (1989), Las armas de Dios. El paraíso encontrado (1990), Teatro escogido (2003), ¿Amén? (2007). En narrativa: Hasta luego tristeza (1960), Punto (1964), Cuentos sociales de ciencia-ficción (1976), Oprimidos y exprimidos (2004). Libros generales: Técnica para escribir una pieza de teatro (1988), Apuntes para una historia del teatro peruano (2009).


Centro Cultural Peruano Japonés:

miércoles 1º de setiembre a las 7p.m.:
Conversatorio sobre Obra Narrativa de Juan Rivera Saavedra
Expositores: Oswaldo Reynoso y Antonio Gálvez Ronceros


miércoles 15 de setiembre a las 7p.m.:
Mesa redonda sobre su obra Dramática
Participan: Alberto Mendoza, Mary Oscátegui, Carlos Clavo, Tomás Temoche, Luis Valdez Pallete, María Elena Rodríguez


Presentaciones de espectáculos Teatrales con obras de su autoría:

sábado 4 de setiembre a las 8p.m.
ME MORIRÉ EN PARÍS (sobre la vida y el umor de César Vallejo)
Actuación: Mary Oscátegui


sábado 11 de setiembre a las 8p.m.
RIVEREANDO A SAAVEDRA (fragmentos de obras de Rivera Saavedra)
Actuación: Gerardo Angulo


sábado 18 de setiembre a las 8p.m.
LA MOSCA DOMÉSTICA (Obra de ciencia ficción, que plantea la deshumanización del ser humano)
Actuación: Mary Oscátegui, Jorge Silva, José Medina
La entrada es libre a todas estas actividades




Centro Cultural Qory Wasi de la Universidad Ricardo Palma:

miércoles 22 de setiembre
Presentación de su último libro de teatro 5 VIDAS (César Vallejo, José Carlos Mariátegui, Pancho Villa, Paul Gauguin, Samuel Becket) y Conversatorio con el autor.
Entrada libre



Presentación del espectáculo de Teatro para niños(as) y familia:
EL PLANETA PIN-PIRIPÍN de Juan Rivera Saavedra
Funciones: 4, 5, 11, 12, 18, 19, 25, 26 de setiembre : sábados y domingos a las 4p.m.
Centro Cultural Ricardo Palma de la Municipalidad de Miraflores sito en Avenida Larco 770
Esta es la única actividad en la que funciona la boletería

lunes, 9 de agosto de 2010

Celebración por Juan Rivera Saavedra 01/09/2010


invitación

El 1 de septiembre de 2010, se celebrará los 80 años de vida del escritor y dramaturgo, Juan Rivera Saavedra, miembro de la Generación del 50; además de sus 65 años dedicados ininterrumpidamente al arte.
Habrá un conversatorio sobre su obra narrativa, en la que participarán: Oswaldo Reynoso y Antonio Gálvez Ronceros.

Están cordialmente invitados

Lugar: Centro Cultural Peruano Japonés. 7:00 pm.

Av. Gregorio Escobedo 803, Residencial San Felipe, Jesús María Lima 11, Perú.
(51 - 1) 518 7450, 518 7500
info@apj.org.pe

Juan Rivera Saavedra (Lima, 1930). Miembro de la Generación del 50, es autor de 182 obras de teatro, más de 500 cuentos, guiones para TV, libros de técnicas dramáticas y literarias. Es el autor más distinguido del teatro peruano, ha merecido el Premio Nacional de Cultura, Premio de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, entre otros. Entre su amplia obra destaca: Teatro: Bajo la sombra del cuervo; El general no tiene quién lo mate (1988), Sinchico: el protegedor ; Con pies de barro ; Un hombre llamado torpe (1988), Piezas breves (1989), Las armas de Dios. El paraíso encontrado (1990), Teatro escogido (2003), ¿Amén? (2007). En narrativa: Hasta luego tristeza (1960), Punto (1964), Cuentos sociales de ciencia-ficción (1976), Oprimidos y exprimidos (2004). Libros generales: Técnica para escribir una pieza de teatro (1988), Apuntes para una historia del teatro peruano (2009).

sábado, 7 de agosto de 2010

Coloquio Internacional: Lo fantástico diverso 22/23 de Octubre de 2010


Coloquio Internacional

“Lo fantástico diverso”

Coloquiofanperú 2010

22 y 23 de octubre de 2010
Lima-Perú

(Conmemorando 20 años del fallecimiento de José Durand Flórez
y
Manuel Mejía Valera)

Sala de Conferencias del
CENTRO DE ESTUDIOS LITERARIOS ANTONIO CORNEJO POLAR


Av. Benavides 3074, La Castellana – Miraflores. Teléfonos: 449 0331 - 216 1029
E-mail: celacp@wayna.rcp.net.pe http://celacp.perucultural.org.pe


PROGRAMA NO DISPONIBLE AÚN