jueves, 16 de agosto de 2018

VV.AA. Horror Queer (Antología). Lima: Cthulhu, 2018. 150 p. Selección de Marcia Morales Montesinos.




VV.AA. Horror Queer (Antología). Lima: Cthulhu, 2018. 150 p.  Selección de Marcia Morales Montesinos.



            Esta antología invita a explorar nuevos mundos narrativos. A partir de la relación entre el horror fantástico y lo queer (o “cuir”), que alude a la comunidad LGBT, es que los autores antologados enmarcan sus ficciones. Desde el principio supone un ejercicio políticamente incorrecto, ya que si repasamos la larga tradición de ficciones de horror, los personajes centrales han sido dominantemente heterosexuales. En este caso, dado el auge de los movimientos de reivindicación sexual y de género (y quizás cierto nicho editorial) es que se propone posicionar como centrales a personajes ubicados socialmente en el margen. De otro lado, el título en sí mismo supone un juego ambiguo: se puede sentir “horror” hacia lo queer, es decir, lo queer provoca horror (como en algunos relatos). En ese caso, detrás de ese juego políticamente incorrecto se esconde una visión muy conservadora sobre el género LGBT, ya que estos serían los nuevos monstruos del siglo XXI.

            Y es que si nos centramos en los relatos (en este caso, me comentaré solo a los autores peruanos), solo dos (Carrillo y Huerta) escapan a ciertos estereotipos creados y aceptados socialmente. En la mayoría, ser “queer” significa ser máquinas sexuales, dedicarse a la prostitución, o poseer una alta promiscuidad sexual. En el caso de Carlos Saldívar, el personaje central se dedica a la prostitución y es violentado por una pandilla de jóvenes homofóbicos. Frente a la muerte inminente se entrega en su fe a una deidad maligna, “Nuestra señora de la noche”, que da título al cuento. Esta “diosa” se describe como “[…] alta, atlética, con amplios senos y caderas curvilíneas, tenía un traje de apariencia metálica, negruzco, ceñido. Piel trigueña y una cabellera marrón […] la entidad llevaba unos tacos negros, enormes” (17-18). La diosa parece una encarnación de “Catwoman”. ¿Podría esta figura claramente femenina ser la liberadora del sujeto queer?

En “La chica más honrada” de Gonzalo del Rosario intenta recrear el habla popular de un sujeto queer en amoríos con un joven sicario. Al descubrir que ella es él, sufre la violación. Se supone que este recuerdo es el inicio de su actividad sexual. Tal como está construido el relato, pareciese que el sujeto central “gusta” (no diremos que “goza”) de lo sexual, a pesar de la violencia. Si el horror es el acto violento, también podría ser “horroroso” esa forma de aceptar los hechos.

“El sireno al revés” de Julio Meza, parte de una anécdota que el propio autor narró en algún congreso de escritores en Lima, acerca de noticias sensacionalistas durante los años 90. En ese caso, distorsiona la anécdota para ajustarse a los requerimientos del libro. Por momentos es absurdo y provoca humor y de otro es escabroso y vinculado a la serie de seres fantásticos.

“El íncubo” de Hernest Tarek es conservador desde el punto de vista ideológico ya que refiere a la mujer como agente del mal. “la mujer […] siempre los ha llevado [a los hombres] a traspasar el límite de la locura, los convierte en potenciales transgresores de sus propias leyes a cambio de favores. Muchas de ellas, también, son presas de la lujuria y la excitación […] (101). Hay una vuelta de tuerca porque el íncubo sucumbe ante el poder de un singular súcubo que gusta de las mujeres.

“Crónicas de la ninfa y el fauno –duelistas en North Town” sitúa las acciones en el año 3069. En este mundo futuro, el sexo se vuelve vital para la vida (¿?), ya que “el sexo producía ahora en los organismos vivos hormonas y agentes necesarios para la generación de energía y reconstrucción celular” (120). Se muestran espectáculos sexuales en los que el exceso y la hipérbole son la distinción.

“El hijo de Dirty” trata sobre una hipotética pareja de mujeres asesinas, cuya particularidad (osea, el carácter psicópata pasa a segundo plano) es que de una de ellas emana un ser asqueroso como larva.

Dos cuentos escapan a los estereotipos sexuales ya comentados al inicio y llegan a un nivel alegórico. En “El pelado Jairo” de Tania Huerta, nuevamente aparece el sujeto queer, que es en el fondo, un psicópata. Él busca ser ella (una mujer pelirroja), desea ser otro (en este caso, otra). Es un cuento macabro que tiene como referente a Hannibal Lecter o Norman Bates. Y sin duda, “No me gusta el terror visceral ni el gore” de Carlos Carrillo, el mejor de todos los referidos, no solo porque lo queer es aquí un pretexto para contar una buena historia, en el que mezcla el imaginario local y el horror gótico del cual es un importante cultor. Un relato potente y de gran imaginación, con una estupenda vuelta de tuerca.

Así que están avisados. Horror queer pretende ser un libro alterno a la corriente mainstream (y hasta cierto punto lo es), pero en el fondo no puede dejar de estar dentro de los paradigmas sociales- sexuales, dominantes. Es un libro visceral, no recomendable para los amantes del estilo “García Márquez”, ya que exige del lector otro tipo de sensibilidad.



Elton Honores

sábado, 11 de agosto de 2018

José Güich. El sol infante. Lima: Editorial Planeta- Emecé, 2018. 152 p.




José Güich. El sol infante. Lima: Editorial Planeta- Emecé, 2018. 152 p.

            José Güich (Lima, 1963) vuelve a deslumbrar en este nuevo libro de cuentos, cuyo eje articulador es la ciencia ficción y lo fantástico. Si bien en los países del primer mundo la CF es mainstream, en América del Sur tiene una condición marginal, o contracultural e independiente en el mejor de los casos. ¿Por qué el narrador, en una historia ambientada en el futuro, elige que uno de sus personajes sea fanático de Inspiral Carpets? El grupo ochentero de Manchester, dueño de títulos como “The worlds collide”, “She comes in the fall” o “Bitches Brew” es marginal respecto a The Smiths o James. Puede establecerse un paralelo entre la condición indie con toques de sicodelia del grupo con la condición del propio Güich, escritor indie y sicodélico que no se ajusta al canon dominante. Cuando uno escucha al grupo sabe que Inspiral Carpets suena al new wave inglés, pero dentro de ese universo su sonido es singular. Así, podríamos decir que Güich se parece a otros escritores (Adolph, Serling, Bradbury), pero es también singular, dentro del universo de la CF. Con esto quiero decir que Güich ha logrado ser un autor con un registro y temas obsesivos (la crítica y rechazo a los órdenes totalitarios o a cualquier tipo de guerra; lo criollo y lo andino; la modernización de la ciudad; la familia).

            “El sol infante” es una historia posapocalíptica, en el que la energía solar ha menguado y su dominio tiene implicancias políticas. No es ya dueño del mundo quien posee el capital, el capital es ahora la energía solar, porque se asume que la sobrevivencia humana depende de su control. En la línea de Sunshine (2007) de Danny Boyle –esa pequeña joya del cine de CF contemporáneo- se trata de obtener una solución efectiva a esa amenaza. En el cuento de Güich un grupo de científicos ha logrado producir o replicar energía solar del tamaño de una pequeña esfera. Lo sorpresivo es la conciencia que adquiere la esfera (con esto entramos en un plano místico-religioso) en un contexto de enfrentamientos entre los rebeldes (una suerte de mutantes, expulsados del “paraíso”) y el aparato totalitario. Al final se desliza el carácter cíclico de un antiguo culto solar, esta vez apoyado en base al avance científico. Ciencia y Religión se presentan como complementarios, no como excluyentes. Es un cuento adolphiano por ese juego de paradojas sin resolver.

            “Arabella. Serie B” es un claro homenaje al cine de CF norteamericano de los años 50, en particular a ese pequeño genio, Jack Arnold. En este caso tenemos un mundo posapocalíptico. Una pequeña familia rural intenta sobrevivir en ese escenario en el cada vez más escasea el alimento. A diferencia de los filmes de los 50,  Arabella, una araña domesticada genéticamente para que sea “herbívora”, es la mascota de la familia. Lo sorpresivo ocurre cuando esta empieza a crecer de forma desmesurada convirtiéndose en una amenaza para la propia familia, ya que supone el gasto de recursos alimenticios. El conflicto surge cuando retorna con un tamaño descomunal. Tenemos el retorno de lo familiar y conocido que se torna extraño. Su monstruosidad resulta menor en comparación a los deseos de destrucción del ser humano, pero también podríamos decir que es alegoría de algo que crece al interior de una familia y que al alcanzar la madurez se torna incontrolable. El dilema es aceptar la monstruosidad familiar o aniquilarla.

            “Gigante rojo a la carta” rinde homenaje encriptado a uno de los capítulos de The Twilight Zone, de la cual el autor es fiel devoto. Pero también encontramos referencias a The Zero Theorem (2013) de Terry Gilliam y a la serie inglesa Black Mirror (como en el capítulo “Oso blanco”). Se trata de la representación de un mundo artificial futuro en el que se supone hay un castigo que se reitera hasta el infinito: el infierno es la repetición.

 “Legado” devela el misterio de la destrucción de la humanidad y de su legado, que da título al libro. Nos habla de cómo se manipula la historia para que esta adquiera un sentido, una orientación. Pero en el fondo es también nihilista por cuanto la civilización humana se engaña a sí misma al pensar que ha alcanzado algún grado de desarrollo, pues este siempre resulta siendo discreto en cuanto a las realidades del futuro. Es otro cuento de corte adolphiano, pero a la vez “güicheano”.

“Los fundadores” juega con el título de Fundación de Asimov para proponer que en algún punto de la historia humana la nanotecnología podrá hacer creer que el ser humano ha alcanzado la felicidad. Si bien, no es una crítica como en algún cuento de Juan Rivera Saavedra de los años 70, el futuro y la ciencia se presenta de un modo más amable y positivo. Muy cercano al capítulo “San Junípero” de Black Mirror, se trata de una casa con un “dispositivo electrónico” cuyos efectos son producir la sensación de perfección. La casa puede cambiar de color según los deseos de quien la habita, además de múltiples opciones. Esto sirve para hablar del cambio urbano, de la nostalgia por la casa familiar y de la posibilidad de habitar perpetuamente en ella. Gracias a este dispositivo se puede volver a ser joven y vivir allí en la eternidad. Es un texto optimista con el que se cierra el libro.

            En cuanto a los textos fantásticos, tenemos “Córdoba, 1614”, que presenta la visión de una ciudad anida que cobra vida en la experiencia de uno de los personajes. Lo curioso es la condición fantasmal de lo andino, nuevamente como una presencia que siempre retorna; “Moulin/Molino” es un breve texto fantástico que al estilo cortazariano entrecruza tiempos, en un mundo de conspiraciones; “Ofrenda” en el que aparece la figura de Pablo Teruel, protagonista de otras novelas policiales de Güich. El misterio se resuelve gracias al poder femenino y ciertos fluidos magnéticos, que cruza la historia con el ambiente criollo de Valdelomar. Y “La sirena varada”, que alude a Héroes del silencio, y que ambienta la historia en plena Guerra Civil Española.

            El sol infante es un estupendo libro. Son historias que entretienen pero que van más allá. Y la ciencia en Güich es solo un pretexto para hablar sobre cuestiones humanas, de sus pasiones, y de aquello que mueve a los seres a realizar una acción, en un mundo que cambia constantemente.

Elton Honores