domingo, 4 de diciembre de 2022

Daniel Collazos Bermúdez. Maga. Lima: Altazor, 2019. 190 p.


 

Daniel Collazos Bermúdez. Maga. Lima: Altazor, 2019. 190 p.

               Daniel Collazos (Lima, 1980) estudió Diseño Publicitario en el Instituto Toulose Lautrec, además, curso talleres de escritura creativa. Maga es una novela que puede enmarcarse en el terror psicológico o paranormal. Aunque su nombre aluda al popular personaje de Cortázar de Rayuela, la historia apunta más hacia Stephen King. La idea central es la de una mujer que padece de amnesia, trata de recordar su pasado mientras “taxea” por las calles de una Lima que es sugerida.

               Este motivo del personaje desmemoriado ha sido tratado desde el cine como un motivo que genera atención y tensión. Desde la popular franquicia de Jason Bourne iniciada en 2002; pasando previamente por Cube (1997) de Vincenzo Natali, Memento (2000) de Christopher Nolan, Mulholland Drive (2001) de David Lynch, la pérdida de memoria ha sido una constante. Curiosamente también es un tema posmoderno en cuanto nos habla de la pérdida de identidad e historia personal, o de ignorar la propia naturaleza humana. Perder la memoria en el horizonte posmoderno permite ser otro/a, accediendo a una identidad inestable, esquizofrénica, en suma, líquida. En la narrativa peruana no encuentro antecedente de este tipo (una historia acerca de un personaje con pérdida de memoria que busca recuperarla), a menos que se considere que la busca de la verdad y la justicia durante la época de la violencia política (1980-2000) pueda ser un equivalente.

               La novela se divide en 18 capítulos en los que se va presentando al personaje de Margot y su condición de desmemoriada. La trama se irá complicando cuando entremos al terreno de lo sobrenatural, con seres demoníacos, parálisis de sueño y la explicación de esta mitología creada por el autor en el capítulo 7. Es decir, hay una tensión que va in crescendo desde el capítulo 1 hasta el 7. A partir de ahí, cuando ya se han expuesto las reglas del juego, la tensión se va diluyendo en persecuciones y acciones que baja un poco la tensión conseguida en los primeros capítulos.

Una digresión: en la serie Dark (2017) cuya primera temporada fue casi perfecta (salvo las últimas imágenes de la temporada), la segunda (2019) fue una reiteración de lo ya visto en la primera; y la tercera (2020), realmente olvidable. Con 1899 (2022) ocurre algo similar con lo peor de Dark: es pesada, reiterativa y pretenciosa, más allá del capítulo final (lo mejor, aunque sin sorpresas y tintes absurdos) o que se incluyan a lo largo de la temporada hits rockeros para nostálgicos, o alguna idea original que apenas es explotada. Es decir, en las series es comprensible este alargamiento de la trama en capítulos por un tema de formato y de intenciones comerciales; en la literatura esto no siempre es funcional.

Volviendo a Maga, el autor incluye al popular Anthony Choy y su programa radial “La nave dimensional” (en alusión a Viaje a otra dimensión) como personaje secundario. La novela tiene una clara herencia de los códigos de la cultura de masas (cine, televisión e historietas, sobre todo a Neil Gaiman). La lucha entre el bien y el mal estarán presentes. Es destacable que los dos mundos (el humano y el paranormal) no estén divididos del todo, sino que realmente interactúan. Maga podría bien convertirse en una serie para Netflix. Es una novela muy visual, de acciones permanentes y con un final abierto que anuncie una posible segunda parte de esta singular historia.

 

Elton Honores

Universidad Nacional Mayor de San Marcos

jueves, 1 de diciembre de 2022

Renan Barrio de Mendoza. Cortedades. Cuentos cortos, muy cortos y no tan cortos, creados en la faja caminadora. Lima: Garamond, 2022. 265 p. Grabados de Mihaela Radulescu.

 

 


Renan Barrio de Mendoza. Cortedades. Cuentos cortos, muy cortos y no tan cortos, creados en la faja caminadora. Lima: Garamond, 2022. 265 p. Grabados de Mihaela Radulescu.

               El título de Cortedades alude, sin duda, a la brevedad, pero también a la separación o división durante la edición de un texto. Y también a la brevedad de la existencia humana (corto de edad). Su autor, Renán Barrio de Mendoza (Lima, ¿1950?), es ingeniero metalúrgico de la UNI con mucho ingenio, un “escritor de catacumbas” como lo define su propia mascota en la solapa del libro (en un juego que rompe la solemnidad usual de los autores que se toman demasiado en serio). Y es que Renán quizás haya sido un escritor toda su vida (que escribía para sí mismo como confesó ayer en la presentación del libro, y que como muchos, vacilan por pudor entre publicar lo escrito u olvidar esos papeles y guardarlos bajo siete llaves). Al leer el libro es claro que Renán posee una imaginación desbordante que estuvo contenida por muchos años. Es alguien que ha leído mucho, vivido mucho y también sufrido. Aquí converge la historia personal de Renán con Mihaela que el propio autor esclarece en las primeras páginas del libro.

Pero el autor, a partir de la experiencia personal sobre el dolor y la muerte empieza a elaborar este libro (como sostuvo ayer, el libro es una versión en negativo de Las mil y una noches: no se fabula para seguir viviendo, sino para acompañar a la amada en su tránsito hacia la muerte). Considero que Renan no solo logra hacer de esta experiencia una experiencia universal, sino que la ficción y la vida terminan por imponerse en el libro. Sí, hay dolor, pero también esperanza, tranquilidad, que solo es posible de conseguir cuando se es honesto consigo mismo y con los demás. En una muestra de sabiduría decía el autor ayer que todos tienen algo que contar. Y tiene razón al añadir que lo que falta es formación y educación, y sobre todo romper el pudor.

A nivel técnico, los textos dosifican muy bien el dato escondido, el final sorpresivo y la ironía, además de los tres componentes básicos del relato breve (narratividad, brevedad y ficcionalidad), que si bien son recursos genéricos, en las manos de un autor con gran ingenio y reflexivo pueden realmente sorprender al lector. En otros momentos hay paisajes contemplativos de herencia oriental. En términos filosóficos los temas del libro son la muerte y el paso del tiempo, en el que el dolor existencial se vuelve universal. Considero que solo se puede llegar a ese lugar de enunciación luego de mucha meditación, reflexión y de haber vivido de modo pleno.

El texto pórtico “Las hojas” dialogan con el poema bukowskiano “Ya me han contado hasta ocho”, en el que aún se tiene conciencia a puertas del umbral; al igual que “Cinco minutos” con “Te recuerdo, Amanda” de Víctor Jara, en cuya canción se dice “Son cinco minutos/ La vida es eterna en cinco minutos”, que son los únicos 5 minutos de felicidad de Amanda con Manuel cuando este sale en un intermedio laboral de la fábrica en la que trabaja (aunque Renán -ni tampoco el gato supongo- no reconoce estas posibles relaciones).

La fantasía es diversa: la “petite mort” como fantasía previa al apocalipsis en “¿Cómo quieres morir?”; zombis durante el mundo prehispánico (se les llama “calatos”) que justifica el crimen de Atahualpa hacia Huáscar; “Reparación vital” narrado en estructura y clave de The Twilight Zone (o Dimensión desconocida) del maestro Rod Serling, en el que un ascensor permite ingresar a otra dimensión (semejante tópico también fue trabajado por Felipe Buendía en los lejanos años 50). “Disrupción” dialoga con el Diario de la guerra del cerdo de Bioy Casares, que cada vez más desecha con facilidad a los viejos (ya que no producen y solo consumen) y de cómo el capitalismo se las ingenia para mantenerse tras el colapso del planeta (ver El viaje positrónico de Carlos Saldívar y Benjamín Román)

La estructura del libro es de ciencia ficción distópica, en la que la civilización se ve amenazada por insectos gigantes, herederos de las viejas películas de catástrofe de los años 50, pero también a La guerra de las salamandras (1936) de Karel Čapek o a Starship Troopers (1997) de Paul Verhoeven, basado en el relato de Robert A. Heinlein. Hay mucho de absurdo en estas ficciones y guiños al cine como en “El chip” que dialoga con Her (2013) de Spike Jonze. De igual modo sucede con “El teléfono” y su posible relación con “El teléfono del señor Harrigan” de Stephen King, aunque Renán trata la situación desde lo absurdo y la catalepsia antes que lo paranormal.

Los monstruos también serán personajes recurrentes en este libro, desde vampiros a escritores criminales, como en “La llamada” (que se asemeja a algunos textos de El viaje positrónico recientemente comentado en este blog), cuya línea entre lo real y lo ficticio, entre la ley y la ruptura de lo moral se ven subvertidas.

Los grabados de Mihaela establecen un diálogo particular ya que desde una dimensión metafísica que apela a la religiosidad, al día y la noche y al eterno retorno (a través de la figura de la serpiente que se muerde la cola) que suponen un renacer constante o perpetuo.

En síntesis, se trata de textos que no solo entretienen, sino que llevan al lector a la reflexión. Cortedades no se queda corto, es un libro notable de ficciones breves y microrrelatos. Renán es ahora el novísimo narrador peruano más joven del siglo XXI y que amenaza con “perpetrar” nuevos libros que esperamos leer con prontitud.

 

Elton Honores

Universidad Nacional Mayor de San Marcos

Carlos Enrique Saldívar [y] Benjamín Román Abram. El viaje positrónico. Lima: Torre de papel, 2022. 143 p.

 


 

Carlos Enrique Saldívar [y] Benjamín Román Abram. El viaje positrónico. Lima: Torre de papel, 2022. 143 p.

               Las colaboraciones entre autores han sido poco frecuentes en la literatura. Existen algunas variantes. Por ejemplo, cuando un escritor se toma la licencia para concluir textos, esbozos, fragmentos o ideas de otro. Esto ocurre con las “colaboraciones póstumas” entre August Derleth sobre la obra inconclusa de Lovecraft. En otros casos se publica un libro con dos autores, pero en la práctica el libro reúne textos independientes de cada uno en secciones separadas. Y también las colaboraciones efectivas, por ejemplo, las de Stephen King y Peter Straub (una cuarta posibilidad sería la narrativa gráfica, pero ahí hay dos lenguajes diferentes: el guion literario y el de la ilustración, pero esto es un caso aparte). Saltando distancias y tiempos, acá se reúnen dos autores del medio, Carlos Saldívar (Lima, 1982) y Benjamín Román (Lima, 1970) para -en un ejercicio de antiego y antisingularidad- escribir relatos para un libro. Cada uno de ellos sabe cuál fue su aporte, el lector es incapaz de determinar qué idea pertenece a quién. Pero ¿pueden dos autores escribir igual, pensar igual o resolver la narración del mismo modo? ¿quién determina qué final es mejor o qué palabras usar? Esto es bastante subjetivo. Y como bien sabemos no hay obra final o concluida, sino que siempre es perfectible de ser corregida, aumentada o incluso borrada. Pienso que esto juega en contra de los proyectos individuales de los propios autores, aunque en el prólogo en el que explican este trabajo ellos afirman que “La unión de fuerzas logró no solo un mejor producto del que habríamos obtenido si hubiésemos trabajado estas historias de manera individual” (12). Y a eso se suma la amistad previa que permitirá la “paciencia, capacidad para ceder y compartir […]” (11) una escritura a “cuatro manos”.

               Este libro se divide en tres secciones: I. ciencia ficción; II. terror y misterio; III. fantasía; y un anexo en el que se indica las fechas de escritura y el lugar en el que fue publicado el relato. De las tres secciones la más homogénea es la primera, quizás porque se permite incluir la cita política en un contexto peruano. Historias acerca del calentamiento global (“Calor, al por mayor”) en el que los políticos locales viven cómodamente en Groenlandia, mientras aparentan estar virtualmente en Lima y la inventiva criolla marca Perú que permite patentar un invento peruano “Maquinas para el suicidio”, y la cita final que crítica a la sociedad de consumo del capitalismo que se las ingenia para sobrevivir aún en el colapso del planeta. “Zoocentro” propone el juego de la simulación de identidades gracias a la tecnología, que permite vivir las vidas animales gracias a un “avatar”, ya que el ser humano está cada vez más aburrido en ese futuro aburrido (lo que ahora serían los furrys). “Cirugía noncosmética” permite la modificación de cuerdas vocales (más grave para los hombres y más agudas para las mujeres), pero ocurre que los hombres empiezan a morir descubriéndose que las responsables son las mujeres (se supone que sus “chillidos” ocasionan la muerte inmediata), por ello “Se les pidió, a las damas abstenerse de dicho procedimiento quirúrgico; a las ya operadas se les prohibió hablar” (25). Esto es una clara distopía, pero también una figura que aparece frecuentemente en el libro:  invisibilizar o rechazar a la mujer, y por extensión al feminismo del siglo XXI. Por ejemplo, en “Reunión interrumpida” un doctor que odia a las mujeres por su mala suerte en el amor las hace desaparecer dejando sobre la tierra a las más “belicosas”, mientras el doctor grita en la última línea: “Reciclen mi armatoste para hacerlo un arma ¡A pelear a muerte, soldados!” (34). En “Bajo un manto de irrealidad” una mujer nace invisible (recordemos que el gran poder de Susan Storm, la de Los 4 fantásticos, es la de hacerse invisible). “Defecto subsanado” trata sobre una androide que se cree humana, y que solo grita con histerismo.

    Otros textos de la sección son “El viaje positrónico” acerca de los viajes en el tiempo sobre la base de la figura de Asimov convertido en personaje central y a quienes los narradores demuestran su admiración. “Motivaciones” trata sobre un Estado futuro que fomenta el “sueño revolucionario” a través de chips y realidad virtual, para mantener mansos y dóciles a la población en el mundo real.

    En la segunda sección regresa esta visión negativa de la mujer en “Breve crónica sentimental”, acerca de una escritora y su odio a los hombres (o mejor dicho a su personaje de ficción masculino) por lo que decide “entregarlo a una secta de mujeres, una que no se andaba con rodeos cuando se trataba de torturar a los ingratos y darles un final inenarrable. Tal vez si el editor se lo pidiera, lo resucitaría para darle una muerte menos trucada, pero no negociaría con los tormentos previos” (91). Otro texto que destaca de esta segunda sección es “No descubierto”, acerca del crítico literario asesino de jóvenes talentos para volverlos famosos, y que siempre sale libre de los crímenes. El crítico asesino de promesas literarias.

    El libro tiene influencias de José B. Adolph, Juan Rivera Saavedra, Ray Bradbury, Isaac Asimov y Stephen King. Como sostiene Daniel Salvo en la contratapa “No hay tiempo para aburrirse con estos relatos”, es decir, se trata de un libro que entretiene (no como sinónimo de “perder el tiempo” sino como distender, es decir, “relajar o disminuir la tensión”) frente a la realidad brutal y apocalíptica del presente.

 

Elton Honores

Universidad Nacional Mayor de San Marcos