lunes, 29 de julio de 2024

Falco Rivera. Nunca más madre y otros relatos de horror. Lima: Acuedi, 2023. 185 p.

 

 


Falco Rivera. Nunca más madre y otros relatos de horror. Lima: Acuedi, 2023. 185 p.

              Falco Rivera (Lima, 1969) es fotógrafo y docente de artes visuales. En esta opera prima ofrece 5 relatos de género adscritos al horror. El horror en la literatura peruana se puso de moda en el s. XXI, quizás como remanente de lo que fue el horror real durante los años del terrorismo (1980-2000). Esta sería una posible explicación. Algunas editoriales en Lima se especializan en publicaciones de este tipo de registro. Para algunos puede resultar chocante (cuanto más chocante, repulsivo o transgresor, mejor. Basta con recordar la última ceremonia en las olimpiadas parisinas, para recordarnos la decadencia europea, o de buena parte de sus elites culturales). Debemos imaginar que si existen es porque hay un público lector interesado. Ninguna empresa editorial es un acto de bondad o se realiza por “amor al arte”, sino que debe de rentabilizar esos productos, ser autosostenible, en suma: no perder dinero para subsistir en la propia edición.

En el caso de Rivera no se trata de un horror extremo, sino que es una mezcla de dos vertientes: los relatos orales de nuestra sierra y la narrativa de Stephen King. Es decir, hay un substrato oral en alguna de sus historias de fantasmas, propia de los andes, a la que se suma cierta artificialidad de King en cuanto a la representación del horror. El  horror está en relación con la exacerbación de la materialidad del cuerpo, y algunos relatos tienen esa impronta, sobre todo el que da título al libro.

El primer relato “El accidente” puede considerase como CF y tiene claros vínculos con “Tesis” (1968) de José B. Adolph en la que se plantea una relectura de la historia bíblica, en la que unos viajeros espaciales se constituyen finalmente en la voz divina que anuncia a los fieles la construcción del arca de Noé, en un giro muy posmoderno, digno de cualquier capítulo “histórico” de “Alienígenas ancestrales” (cfr. Fantasmas del futuro: 395-396). En el texto de Falco ocurre algo similar dado que el discurso religioso propuesto en el cuento es leído desde códigos de la CF: un error en el viaje en el tiempo que permite que los astronautas del futuro reemplacen a Dios.

“La batalla de Santahua” y “El viaje del Maestrito” son los dos relatos más extensos y son también relatos de fantasmas. El primero narra una lucha alegórica entre el bien y el mal; el segundo recoge un extraño viaje envuelto en una niebla mala. En ambos casos King es el modelo central, con sus elementos grotescos que están dosificados.

En “El rolfie” se produce un trastocamiento espaciotemporal al modo de los cuentos de Cortázar, o de la serie The Twilight Zone de Rod Serling. Con tintes lovecraftnianos, la imaginación infantil puede resultar mucho más poderosa de lo que uno puede pensar.

Finalmente, en “Nunca más madre” hay una violencia extrema explícita, en consonancia con el horror (que remite al cine de género o al propio Tarantino). El personaje central muestra un odio inhumano hacia su propia madre a la que asesina y acusa de bruja. Pero la narración da un giro cuando desde el más allá, esa figura grotesca se cobre su propia venganza.

King plantea en su poética tres momentos: el terror, el horror y el asco (o lo abyecto). Cada uno va in crescendo. El terror es elegante, psicológico; el horror es físico, corporal; y el asco es el horror exacerbado. Quizás el tiempo que nos tocó vivir sea el de horror: del terror ya se encargan nuestros políticos.

 

Elton Honores

Universidad Nacional Mayor de San Marcos