domingo, 31 de octubre de 2010

Julio Meza Díaz. Solo un punto (novela). Lima: Mesa redonda, 2010. 132 pp.




Meza Díaz, Julio. Solo un punto. Lima: Mesa redonda, 2010. 132 pp.

Julio Meza Díaz (Lima, 1981) tiene dos libros publicados: Tres giros mortales (2007), libro de cuentos y su novela Solo un punto (2010). Esta novela trata sobre la vida estudiantil de un adolescente (o grupo de adolescentes) en camino hacia la juventud, y las vicisitudes y martirio padecidos durante su estancia en la escuela secundaria. La novela tiene un nivel alegórico puesto que la violencia y opresión del Estado se verá refractado en un nivel microcósmico. Todas las tensiones políticas, pasiones y deseos se abren paso por entre sus personajes.

En ese mundo cerrado y hermético de la escuela, se construye otro mundo, distinto al de la propia nación: el Perú es sentido y percibido como distante, como otro lugar. El principal paradigma de lo “nacional”, es decir, del sujeto andino, será rechazado, anulado, violentado, reducido a un sujeto negativo, al punto de atribuírsele rasgos y conductas subversivas, desestabilizadoras del “orden”.
La novela está bien escrita, con una estructura narrativa interesante a modo de pequeños mosaicos que muestran fragmentos de esa vida adolescente. Sin duda, se puede establecer como modelos escriturales los casos de Los Inocentes, de Reynoso o La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa. Los personajes de Meza Díaz son creíbles, consistentes, aunque ninguno de ellos posea un nombre concreto sino de tipo genérico.

En los años 60 una tesis polémica de Luchting causó revuelo: los narradores peruanos de esos años incidían en mundos ficcionales sobre personajes adolescentes porque sugería el trauma de lo que significaba ser “adolescente” en el Perú, además de la inmadurez de sus autores y el poco conocimiento adecuado como para instalar a sus personajes en otras facetas, por ello aquellos personajes no se integraban a la sociedad peruana ni buscaban su espacio en la vida nacional. La novela de Meza apunta hacia un ideal último: la creación como espacio de liberación. Es decir que en última instancia importa más lo ético, la conciencia crítica del sujeto en el mundo es suficiente, antes que los proyectos nacionales.

La novela se inscribe dentro del realismo, con la inserción de un elemento contrafáctico: la aparente resurrección de uno de sus personajes. Decimos aparente porque simplemente no hay elementos de juicio que nos permitan afirmar de modo categórico esta resurrección, con evidentes visos simbólicos, que en la novela son más políticos que religiosos.

Solo un punto, es una buena novela, con toques de humor limeño. Estamos seguros que su lectura resultará más que un mero divertimento.

Elton Honores
Universidad San Ignacio de Loyola