miércoles, 29 de abril de 2015

carta póstuma a carlos calderón fajardo




carta póstuma a carlos calderón fajardo


Querido Carlos:

¡Qué injusta es la vida! Recuerdo tus palabras en la presentación de tu última novela Doctor Sangre, a la que me invitaste a participar generosamente. Hacías tuyo el sentimiento de José María Arguedas al decir expresamente: “siento que he vivido en vano”. Más aún, esa noche, algunos de aquellos autores que tú habías presentado sus libros no se encontraban en la pequeña sala de la feria (otro mal síntoma de la desidia cultural oficial), quizás te miraban ya como un fantasma, y el que sería tu último gran libro se despedía así por la puerta falsa de la escena limeña. Quizás tú sabías ya algo más que nosotros, tus lectores ignorábamos, pues recuerdo que insististe en que ese era tu último libro varias veces. Preferí pensar lo contrario, animarte a seguir escribiendo. Fue una noche lúgubre, entre sombras, densa. La recuerdo perfectamente.

Por eso es que hoy, en medio de la rutina laboral, la noticia de tu muerte me ha sorprendido y dejado una pena. Ahora me encuentro en la disyuntiva de enterrarte adecuadamente, con lo cual seguirás “vivo” en la memoria (con la posibilidad de caer en el olvido progresivo) o hacer de ti un fantasma retorna porque tiene aún algo que decir. Sé que gustaba definirte como un escritor fantasma (dentro del canon local) así que mientras te lean serás el fantasma gótico que retorna de ultratumba a charlar con sus amigos. Gracias por los libros que escribiste (y guardo con cariño tus palabras de aprecio hacia mi trabajo). “Lo que bien amas, permanece/ el resto es escoria”. Descansa en paz, maestro.

 

Lima, la horrible 29 de abril de 2015

lunes, 27 de abril de 2015

Salvador Luis. Shogun inflamable. Lima: Casatomada, 2015. 86 pp.



Salvador Luis. Shogun inflamable. Lima: Casatomada, 2015. 86 pp.

            Slavoj Žižek afirma que “en nuestro inconsciente, en lo real de nuestro deseo, todos somos asesinos” (Mirando al sesgo, 36). Este es uno de los ejes en el que se sostiene el libro de Salvador Luis, una suerte de incursión en lo real. Así como el asesinato aparece una y otra vez a lo largo del libro, los límites entre lo real y la ficción se difuminan. En Shogun inflamable se conjugan los actos perversos con lo anómalo, lo grotesco y las imágenes surrealistas, lo pop y lo afterpop. En uno de los cuentos se afirma “No existe el uno sin el otro” (73) y es que el libro de Luis es el reverso de lo cotidiano que mediante una escritura del delirio muestra el goce excedente, que convierte las cosas (objetos de placer) en sus opuestos (Žižek, Op. Cit. 30-31).

            Ahora bien, ¿dónde insertar la obra del autor dentro del panorama contemporáneo? Sin duda es un autor atípico, raro, dentro del cuento local, más pegado a lo tradicional y convencional; cuando el autor está más cerca de la experimentación y del ludismo iconoclasta, y se nutre más de la cultura pop (el cine, el rock, el comic), el arte de vanguardia, que de la propia literatura, por lo que cuesta afiliarlo a alguna tradición o ciclo narrativo. Decir que posee una escritura fantástica sería impreciso porque Salvador Luis opera hacia otro ámbito: sus textos no se dirigen hacia lo sobrenatural (en el que el efecto fantástico se consigue mediante el terror) sino hacia lo metarreal; es decir, mediante las intertextualidades que se tejen, llega al mismo efecto de lo fantástico: transgredir las leyes del universo homólogo al nuestro. Un universo en el que el orden y lo bello tiene su reverso: ese es el lado que le interesa a Luis como proyecto estético, en el que los fragmentos tienen más valor que la unidad o el todo, porque no hay un solo mundo sino infinitos mundos posibles.

 

Elton Honores

Universidad Nacional Mayor de San Marcos