miércoles, 29 de abril de 2015

carta póstuma a carlos calderón fajardo




carta póstuma a carlos calderón fajardo


Querido Carlos:

¡Qué injusta es la vida! Recuerdo tus palabras en la presentación de tu última novela Doctor Sangre, a la que me invitaste a participar generosamente. Hacías tuyo el sentimiento de José María Arguedas al decir expresamente: “siento que he vivido en vano”. Más aún, esa noche, algunos de aquellos autores que tú habías presentado sus libros no se encontraban en la pequeña sala de la feria (otro mal síntoma de la desidia cultural oficial), quizás te miraban ya como un fantasma, y el que sería tu último gran libro se despedía así por la puerta falsa de la escena limeña. Quizás tú sabías ya algo más que nosotros, tus lectores ignorábamos, pues recuerdo que insististe en que ese era tu último libro varias veces. Preferí pensar lo contrario, animarte a seguir escribiendo. Fue una noche lúgubre, entre sombras, densa. La recuerdo perfectamente.

Por eso es que hoy, en medio de la rutina laboral, la noticia de tu muerte me ha sorprendido y dejado una pena. Ahora me encuentro en la disyuntiva de enterrarte adecuadamente, con lo cual seguirás “vivo” en la memoria (con la posibilidad de caer en el olvido progresivo) o hacer de ti un fantasma retorna porque tiene aún algo que decir. Sé que gustaba definirte como un escritor fantasma (dentro del canon local) así que mientras te lean serás el fantasma gótico que retorna de ultratumba a charlar con sus amigos. Gracias por los libros que escribiste (y guardo con cariño tus palabras de aprecio hacia mi trabajo). “Lo que bien amas, permanece/ el resto es escoria”. Descansa en paz, maestro.

 

Lima, la horrible 29 de abril de 2015