domingo, 16 de mayo de 2010

ECLOSIONES DE LO FANTÁSTICO EN EL PERÚ 28/05/10



ECLOSIONES DE LO FANTÁSTICO EN EL PERÚ

"Antología y mitología del cuento fantástico peruano: de 1977 al 2010"
ALEJANDRO NEYRA
ESCRITOR Y DIPLOMÁTICO

“La cultura incaica en dos cuentos de ciencia ficción”
JOSÉ DONAYRE
ESCRITOR Y PERIODISTA

“Notas para un canon fantástico peruano contemporáneo”
ELTON HONORES
UNIVERSIDAD SAN IGNACIO DE LOYOLA



VIERNES 28 DE MAYO DE 2010 6:30 PM.

SALA DE CONFERENCIAS DE LA
CASA DE LA LITERATURA PERUANA

JR. ANCASH 207 - (ANTIGUA ESTACIÓN DE DESAMPARADOS) - CERCADO DE LIMA.

ORGANIZAN:

TINTA EXPRESA, REVISTA DE LITERATURA / CASA DE LA LITERATURA PERUANA



Sobre los participantes


Alejandro Neyra (Lima,1974). Escritor y diplomático. Bachiller en Derecho por la Pontificia Universidad Católica del Perú y Bachiller en Literatura por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Maestría en Diplomacia por la Academia Diplomática del Perú. Se desempeñó como delegado en la Representación Permanente del Perú ante los organismos internacionales con sede en Ginebra y ahora desempeña funciones en el Gabinete del Ministro de Relaciones Exteriores. Profesor de Diplomacia del curso de formación de la Fundación de la Academia Diplomática del Perú y de Comercio Internacional en la Universidad Tecnológica del Perú. Autor de los libro de cuentos Peruanos Ilustres (Solar, 2005) y Peruvians do it better (Sarita Cartonera, 2007) así como de diversos artículos literarios y cuentos publicados en revistas especializadas. Pronto publicará Peruanas Ilustres y prepara otro libro de cuentos: Desastres naturales.


José Donayre (Lima, 1966) Escritor y periodista. estudió Literatura y Lingüística en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Ha publicado las novelas La fabulosa máquina del sueño (Mercado Consultora y Publicaciones, Lima, 1999) y La trama de las Moiras (Fondo Editorial de la PUCP, Lima, 2003), el libro de cuentos Entre dos eclipses (edición del autor, Lima, 2001, 2007), y la colección de microrrelatos y ensayos breves Horno de reverbero (Mundo Ajeno, Lima, 2007). Ha participado en las antologías de narrativa Perspectivas para una narrativa peruana de los 90 (APPAC, Lima, 1990), Maldito amor mío (Signo Tres, Lima, 2002), Ciencia ficción peruana (Eridano, suplemento Nº 10 de Alfa Eridani, 2005), Nacimos para perder (Casatomada, Lima, 2007) y La estirpe del ensueño. Narrativa peruana de orientación fantástica (edición no venal, selección de Gonzalo Portals, 2007), y en la antología de poesía La generación del noventa (Biblioteca Nacional del Perú, Lima, 1996). Obtuvo el segundo puesto en la categoría Cuento en los Juegos Florales de la PUCP (1988) y una mención honrosa en el Concurso de Cuento de las 1,000 Palabras de Caretas en 1989. Ha sido editor de revistas de turismo y cultura peruana, y colaborador en diarios y publicaciones periódicas. Actualmente escribe en la revista Caretas.


Elton Honores (Lima, 1976). Crítico literario y profesor universitario. Licenciado en Literatura por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Especialista en narrativa fantástica. Publica y participa como ponente en diversos medios y eventos académicos nacionales e internacionales. Actualmente concluye estudios de Maestría en Literatura Peruana y Latinoamericana en la UNMSM. Es director de la Revista de Literatura Tinta Expresa y profesor en la Universidad San Ignacio de Loyola, en Lima.

domingo, 9 de mayo de 2010

Encierro de Fernando Montenegro



Encierro (2009)

Director: Fernando Montenegro.

Duración: 70 m.

Pocas veces el cine peruano ha mostrado films originales o mejor aún, con una marca personal o de autor. Si revisamos nuestra tradición fílmica son escasas las películas con una marca de singularidad. De otro lado, desde mi punto de vista, las mejores películas peruanas que he visto (confieso que no he visto todas pero sí casi todas) en los últimos quince años son: Bajo la piel del inefable y diverso Francisco Lombardi y Días de Santiago de Josué Méndez (dejo de lado lo hecho por Claudia Llosa por estar a caballo entre la ficción y la mirada antropológica, aunque reconozco que posee un universo personal más que sugerente).

El personaje del profesor Castro de Tesis, de Amenábar, señalaba que había que “darle al espectador lo que quiere ver”, pero ¿es posible hacer un film de autor, enmarcado a su vez en el género del terror, con un bajo presupuesto y que sea a la vez verosímil? Este es el resultado del excelente film del llamado “nuevo cine peruano”: Encierro.

El cine de terror apela a una parafernalia visual de la que es imposible negar o dejar de lado. En Encierro se juega con lo no visto, pero a la vez con lo que el público quiere ver (y aquí entra la cita de Castro): la presencia fantasmática. El espectador no sale defraudado respecto de las apariciones. El cine de terror moderno no tiene como fin esencial asustar, sino que en sí mismo constituye una propuesta plástica y visual (lo importante no es qué aparece, pues lo sabemos de antemano, sino el cómo). El efecto de miedo, aunque importante, queda así relegado a un segundo plano.

Si bien Encierro, sería la primera película de terror en sentido estricto (dejamos de lado lo hecho en provincias por la sencilla razón que buscan un rédito económico y se insertan en un ámbito más regional y menos global, aunque de seguro mi opinión puede ser polémica), en un país como el nuestro, que carece de tradición en este género de cine fantástico (dejaré de lado nuevamente el análisis para el caso de la literatura), es imposible no establecer intertextualidades conscientes o inconscientes en el film: Evil dead de Sam Raimi, por la presencia de cuatro personajes instalados en un espacio cerrado y acechados por una presencia maligna, además del uso de la cámara en mano; Eraserhead de David Lynch, no solo por el uso del blanco y negro sino sobre todo por la atmósfera sonora que enrarece Encierro y provoca la opresión; El día de la bestia de Álex de la Iglesia, por el uso del mass media como medio narrativo y personaje figurante (lo mismo ocurre con Sangre eterna, excelente film de vampiros del chileno Jorge Olguín), en este caso, la radio; El bebe de Rosmery de Roman Polansky o incluso El proyecto de las brujas de Blair. En una escena el director realiza un homenaje al maestro Kubrick: uno de los personajes, frente a la irrupción del fantasma se “encierra” y elige la creencia religiosa a la ciencia (2001, odisea del espacio) leída también como pura ficción.

Como todo relato de terror moderno, Encierro esconde un discurso soterrado, en este caso de crítica hacia el propio sistema del arte. Fama y dinero serán los móviles que mueven al personaje de Dafne Méndez, escritora de una novela de terror que busca fotografiar a un fantasma “real” para la portada de su libro y así obtener atención mediática. Finalmente no importa la obra en sí, sino lo que está alrededor, cómo se construye, como se “vende” el producto. En sentido inverso, el propio film niega estos propósitos, ya que no apela a fórmulas manidas del circuito comercial limeño, sino que hay una propuesta visual particular. Es, en sentido estricto un film independiente de bajo presupuesto pero de gran originalidad.

El “encierro” del que se habla en el film no es entonces solo físico (un cuerpo/alma encerrado en una casa/receptáculo, por su apego al mundo), sino que sobre todo, metafóricamente, el “encierro” va más allá de lo físico: el “encierro” es también una visión de mundo o una idea que gobierna y orienta al cuerpo en este mundo (como el personaje de Dafne cuyo objeto de deseo es obtener fama y dinero).

Sobre la música incidental, el género del “blues”, rompe en algo las convenciones del cine de terror, que utiliza sobre todo fondos musicales más ligados al heavy metal, trash o música gótica (dixit: Sangre eterna de Olguín); aunque algo de hard rock ha insertado ya Carpenter en sus films, sobre todo en Vampiros o en una de las obra maestras del horror: En la boca del miedo; en otra línea extrema podríamos poner el “mambo” que utiliza magistralmente Jodorowsky en Santa Sangre, para la escena de terror.

Si bien no hay referencias explícitas al Perú, es reconocible el paisaje urbano y sobre todo las marcas de habla de los personajes que anclan en nuestro contexto, palabras que solo podrían ser dichas y entendidas acá; e incluso la escena de los dos amigos bebiendo corrobora lo señalado por Ricardo Bedoya, quien dentro de su catálogo de su catálogo de escenas en el cine nacional peruano, incluye esa imagen. Si algo tienen en común los personajes es el fumar. Fumar se convierte así en un acto no solo de lento auto-desgaste del cuerpo, de rito de adultez, sino además de vigilancia y de conciencia de la realidad. Llama la atención la presencia del cuerpo femenino, en su intimidad, que aparece para la mirada del espectador.

La película es casi perfecta, de no ser por la intención de cerrar totalmente el relato, pues al hacerlo, se desliza un cierto conservadurismo en donde el bien siempre triunfa y la sanción a quien(es) transgrede(n) la norma queda fijada. Salvo esta situación, el film es más que memorable.

Elton Honores

Universidad San Ignacio de Loyola

lunes, 3 de mayo de 2010

Enrique Verástegui y Teoría de los cambios

Enrique Verástegui. Teoría de los cambios. Lima: Sol Negro/ Cascahuesos, 2009. 66 pp.

editorialsolnegro@gmail.com

cascahuesos@gmail.com


La editorial Sol Negro, dirigida por Paul Guillén, junto a la editorial Cascahuesos, nos entregan lo último del “poeta prodigio” Enrique Verástegui (Lima, 1950): Teoría de los cambios. En este libro de madurez, el poeta cercano a los sesenta años, reflexiona sobre la soledad y la necesidad de una vida apacible. Esta vida apacible no descarta el cuerpo y la sexualidad como medio para alcanzar la plenitud. Por ello la recurrencia a la imagen de la “rosa” a lo largo del libro. El conocimiento está asociado a la otredad, pues en “Epistemology by tv”, plantea que por medio del conocimiento físico del otro me conozco a sí mismo.

En el poema “Philosophy” plantea algo clave: “La filosofía profetiza felicidad a los hombres, pero el hombre vulgar sufre” (13). Aquí se desmitifica la noción del futuro atribuido al hombre en abstracto frente al hombre concreto del presente, común y corriente que padece los males y angustias metafísicas frente a lo incierto. En este verso el autor sintetiza la condición moderna del hombre, que es ambivalente, pues su mundo ideal es proyectado en un tiempo que no le pertenecerá y por otro, el desinterés por lo propiamente “humano”, pues hoy ¿a quién le interesa el arte, la filosofía, la literatura? El hombre del presente es vulgar porque su tiempo también lo es. Considero que este verso es uno de los mejores del libro e incluso posee cierta carga polémica.

Para el hablante lírico, vivir es florecer a nivel ético-individual, pero éste no niega a su vez, los viejos deseos de cambiar el orden, de cambiar políticamente el mundo. Las implicancias revolucionarias se fusionan con las gnósticas y místicas. Para el poeta la meditación es un acto clave, un valor en estos tiempos. Para el yo poético, solo el cambio permitirá trastocar el presente en futuro y el futuro en pasado…

Simplemente, se trata de un excelente libro. Imprescindible.

Elton Honores
Universidad San Ignacio de Loyola

Cuentos de terror y suspenso

VV. AA. ¿Le temes a la oscuridad? Cuentos de terror y suspenso. Lima: Ornitorrinco, 2010. 82 pp.

ornitorrincoeditores@yahoo.com

Como parte de una propuesta de plan lector, la editorial Ornitorrinco, dirigida por Ricardo Ayllón, presenta esta antología peruana de relatos de terror y suspenso. Incluye trabajos de Adriana Alarco, Óscar Colchado, Pilar Dughi, Marco Cárdenas, Yelinna Pulliti, Fernando Carrasco, y Carlos Saldívar. El grupo es disímil en cuanto a la temática planteada, pues algunos de ellos no se ajustan en estricto al terror y menos aún al suspenso. Comentaré algunos de éstos.

“Un nuevo corazón” de Adriana Alarco, se centra en la carencia, soledad y orfandad del personaje cuasi-ribeyriano extraído de “Los gallinazos sin plumas”. El niño explotado, recluido en una “cárcel”, contrasta con su inocencia y pureza. El niño terminará por ser entregado por su explotador como donante del órgano vital: el corazón. En su inocencia, el niño cree en la posibilidad de conocer finalmente el paraíso y de encontrarse con su madre fallecida; situación algo similar a la de un conocido y patético vals criollo, sobre el niño que roba un ovillo de hilo pues su objeto de deseo es la madre ausente.

“¡Apúrense, por favor! de Pilar Dughi, plantea una situación de suspenso respecto a una abuela que teme por el suicidio de su hijo y nieta. El título del cuento alude a la expresión de angustia frente a la policía. Se trata de un terror psicológico. Todo intento será vano para evitar el trágico desenlace.

“El charangista” de Mario Cárdenas hay reiterados guiños al lector respecto de los malos augurios que se centran sobre el personaje central. El relato tiene como anécdota a un músico en decadencia, que hospedándose en casa del narrador-personaje llamado don Mario, terminará por llevarse el alma de la esposa de su anfitrión.

“El perro” de Yelinna Pulliti es un relato en donde destaca su carácter dialogal entre Angello, perdido en medio de la sierra y el anciano Óskar, quien le da cobijo, pero progresivamente se establecerá una relación de amo-esclavo. Óskar posee, además, un perro llamado Tadeo. Sin posibilidad de escapar, Angello estará condenado a esa situación frente a Óskar y su alter-ego, Tadeo.

“Nos han dejado solos” de Fernando Carrasco, construye un relato fantástico sobre el tópico del doble. Al igual que en el caso del cuento “La huella” de Ribeyro, el personaje se ve a sí mismo en su funeral descubriéndose que está muerto.

“Mal de luna” de Carlos Saldívar, aprovecha un episodio histórico real (el alunizaje en la luna) para hacer una relectura en clave fantástica: Neil Armstrong sería el último hombre en pisar la luna pues la fuerza de ésta actualiza el lado siniestro del hombre. Si la creencia popular señala que la luna metamorfosea al hombre en lobo, imaginad a aquél que llega físicamente a ella, en lo que podría convertirse.

Si bien en casi todos predomina la línea fantástica, pocos son los que logran mantener el suspenso y menos aún, producir terror. Si en algo coinciden son en dos cosas: la presencia explícita/implícita de la muerte y la fuerte presencia de la naturaleza (y del espacio no urbano y sí más bien rural/andino), como generadora –en términos ideales– de la atmósfera de terror. En ese sentido, son relatos de estirpe clásica o ya conocida, excepto el texto de Saldívar que resulta el más interesante del grupo. A pesar de lo dispar de los textos, se trata, sin duda, de una buena alternativa que cumple con el propósito inicial del libro: fomentar la lectura.

Elton Honores
Universidad San Ignacio de Loyola