Elton
Honores nos sorprende, por quinta vez, con Fantasmas
del futuro. Teoría e historia de la ciencia ficción (1821-1980)*, nuevo
título que se suma a anteriores entregas que dan parte de una producción
literaria nacional que se ha producido al margen de un canon marcadamente
realista. Las casi quinientas páginas de este flamante volumen son difícil de
resumir, reseñar o comentar sin sacrificar información valiosa, sin dejar de
lado explicaciones minuciosamente desarrolladas, son soslayar análisis de
precisa arquitectura, sin obviar comparaciones de extenso y didáctico
desarrollo. El trabajo académico de Honores, visible por medio de publicaciones
desde 2010, da cuenta de un crítico con un enfoque claro, que sabe controlar
los ímpetus de su pasión. Sus libros decantan el trabajo de un investigador que
sabe tomar la distancia necesaria para lograr objetividad, y contrastar sus
hallazgos con la certeza que exige la ciencia en su constante revisión, replanteamiento
y reformulación. Esto tampoco significa que Honores no tome riesgos. Los asume,
sin ninguna duda, pero todo queda suficientemente sustentado para un buen
desarrollo de la lógica de su discurso. De modo que la ruta desde la
observación hasta las conclusiones es un recorrido que ilumina, entusiasma e
inspira.
Una
rápida revisión de Fantasmas del futuro deja una grata impresión por el nivel de detalle
que ha logrado su autor. Los descubrimientos de Honores tienen un aspecto
crucial: la pronta puesta en valor de autores bajo gruesas capas de polvo y
títulos hallados tras un paciente y largo trabajo en archivos, bibliotecas y
demás repositorios, tarea de mucho sacrificio, que supone aplazar otros
proyectos y metas igual de importantes. Un más atento acercamiento a Fantasmas del futuro permite ahondar en los
aportes teóricos de un especialista que sabe dosificar y sopesar sus valiosos
descubrimientos. En este sentido, estamos ante un libro de doble función, es
decir, Honores pone a nuestro alcance una obra cuya meta es brindar un amplio
panorama que abarca más de ciento cincuenta años de producción literaria a
partir de la fecha formal como nación independiente, y por otro lado, nos
brinda una sistematización teórica que nos permite comprender los vasos
comunicantes que explican diferentes manifestaciones estéticas, momentos muy
puntuales de eclosión, y las diversas motivaciones que subyacen a la
formulación de sus hipótesis, es decir, las ideas que explican lo observado y
expuesto por Honores.
En
vista de la gran complejidad de Fantasmas
del futuro, se cree oportuno
desarrollar cinco aspectos con cierto desempeño transversal, con lo cual se
podrá ofrecer, a manera de muestra, una idea más o menos certera de los
alcances de esta nueva entrega de Honores.
1)
La delimitación temporal del género.
Honores organiza su volumen desde una idea fuerza crucial para la conveniente
fluidez de su teoría e historia de la ciencia ficción entre 1821 y 1980. Como
bien refiere el autor, la ciencia ficción es un género con apenas dos siglos de
producción, integrado por un corpus de textos fundacionales de la tradición
europea, en el siglo XIX y estadounidense en el siglo XX. Las discusiones
teóricas logran arribar a un consenso solo hacia fines de la década de 1970. En
América Latina, sostiene Honores, las incursiones al género se dieron desde
autores del mainstream, aunque fueron
más que incursiones aisladas —salvo excepciones como Clemente Palma, para el
caso peruano—. Para este investigador, los procesos de modernización de la
primera mitad del siglo XX en América Latina ayudan a asentar el género, en
tanto que los discursos ficcionales se inscriben en problemáticas globales
(como la Segunda Guerra Mundial o la Guerra Fría), por ello recogen y refractan
tensiones históricas, fantasías y deseos sobre el futuro. Honores deduce que,
en otras latitudes, la irrupción de la ciencia ficción como discurso ficcional
es tardía.
2)
El lugar de enunciación para la
delimitación conceptual del género (ficción fantástica versus ciencia ficción).
De acuerdo con Honores, eI factor político tanto de lo fantástico como de la
ciencia ficción dependerá siempre del lugar de enunciación, es decir, desde qué
espacio sociopolítico se percibe y asume cada tipo de registro. El autor de Fantasmas del futuro considera que la
condición del monstruo depende más de dónde estemos ubicados, ya que este es
siempre el otro, pero considera que es también nuestro reverso, y se
constituyen procesos de transformación de “lo normal”, que da pie a lo
diferente y lo distinto. Honores refiere que podemos establecer un diálogo
entre “identidad” y “diferencia”, donde la identidad es lo propio, mientras que
lo diferente es lo foráneo y desigual, o sea, lo que sale de la norma. En la literatura
fantástica se da esta lucha dialéctica y se busca acabar con la diferencia. En
la ciencia ficción también se da también este proceso dialéctico entre
“identidad” y “diferencia”. La diferencia se produce en aquellos que no se
reconocen como parte del sistema y constituyen serias amenazas para el orden
social. Son también presencias monstruosas, en la medida que manifiestan una
agencia distinta a las aceptadas.
3)
Ciencia ficción de sabor nacional. Honores
sostiene que la ciencia ficción peruana —de la posguerra y la estética
modernista hasta 1945 (adelantos científicos en medio de desastres bélicos),
entre 1945 y 1968 (crítica social y miedo latente a la amenaza nuclear), y de
1968 a 1980 (motivada en un comienzo por la carrera espacial)— refracta las
tensiones sociales y políticas del momento histórico en el que se inscriben, a
la vez que, en términos políticos, oscilan en proyectos utópicos, o en visiones
distópicas sobre el futuro inmediato de la nación. Para este investigador, la
principal estrategia es la extrapolación temporal, es decir, la proyección
hacia un tiempo futuro, en ese “entonces” hay un miedo a las sociedades
totalitarias socialistas imaginadas desde el capitalismo estadounidense, con
las taras del presente —racismo, discriminación, lucha de clases—. Honores
precisa que este progreso no ha sido igualitario, lo que explica la
reivindicación de las provincias que imaginan un desarrollo superior al de la
capital. Hay también una preocupación por la pérdida de los sentimientos
humanos. Estos textos reflejan también la condición del artista marginal que no
encaja en el sistema. Asimismo, hay un interés por mostrar la tensión entre el
progreso y el fracaso científico. Elton Honres asevera que la ciencia es inútil
y provoca desconfianza e insatisfacción, y que, en este contexto, el miedo a la
amenaza de una guerra nuclear de connotaciones catastróficas es más que
latente.
4)
Apocalipsis made in Peru. Honores, a partir de planteamientos teóricos de
Frank Kermode, David Ketterer, Lois Parkinson Zamora, Malcom Bull, Geneviève
Fabry, Ilse Logie y Lucero de Vivanco, traza un consistente marco para ubicar y
analizar las particularidades de lo apocalíptico en los relatos peruanos que no
se hallen en la dimensión e intención mimética verosímil propia del realismo.
De este modo, Honores nos lleva a “Apocalíptica” (1883) de Ricardo Palma,
“Febri-morbo” (1898) de Enrique López Albújar, “El día trágico” (1910) de
Clemente Palma, “El fin de la raza” (1910) de Eduardo Herrera, “¡El bólido!”
(1943) de Sebastián Salazar Bondy, “La bomba J” (1958) de Héctor Velarde y “El
tiempo del fin” (1966) de Juan Mejía Valera. Para Honores, la diferenciación de
las causas de lo apocalíptico resulta iluminadora. Así, queda claro que en los
cuentos peruanos hay un predominio del futuro catastrófico (López Albújar,
Clemente Palma, Herrera, Salazar Bondy y Mejía Valera). Solo dos relatos, precisa
Honores, el futuro apocalíptico es dominante (Ricardo Palma y Valdelomar). Y
solo uno plantea el futuro posnuclear (Velarde). Más allá de estas diferencias,
en general, plantea Honores, los relatos muestran una desconfianza en la
ciencia como promotora de progreso y privilegian a Lima —ciudad periférica—
como centro de la catástrofe. Asimismo, Honores, subraya lo planteado por De
Vivanco en cuanto a la relación entre lo apocalíptico y la crisis. Para De
Vivanco, arguye Honores, lo apocalíptico es un rasgo identitario de la nación
peruana.
5)
La poética de J.B. Adolph. Cierta
posición, no del todo superada sobre todo en el Perú, es la de considerar a la
ciencia ficción como un producto asociado a la literatura de evasión e
infantil, como señala Honores en las primeras páginas de Fantasmas del futuro. En gran medida, la obra de Adolph contribuye
a repensar en el alcance y aporte de este género. Honores hace un exhaustivo
análisis de la obra de Adolph, centrándose tanto en su arte poética como en sus
primeros cinco libros de cuentos. En resumen, de acuerdo con Honores, Adolph se
inserta en un periodo de transición de la narrativa moderna hacia la narrativa
contemporánea. Su producción tardía a la emergencia de lo fantástico en la
década de 1950, sostiene Honores, puede explicar hasta cierto punto su posición
marginal ante otros autores de fantásticos, pero esta condición periférica se
debe también a su cercanía con la dictadura de Juan Velasco. Adolph utiliza los
códigos de la literatura de masas, como bien observa Honores, no para producir
obras en serie sino para introducir cuestiones de orden metafísico. Honores
anota que este autor utiliza la extrapolación temporal para ubicar las acciones
en un futuro, y que en ese entonces por ocurrir se revelan las contradicciones
y vacíos del presente.
Fantasmas del futuro no es una respuesta al
reciente título publicado por José Güich (Universos
en expansión. Antología crítica de la ciencia ficción peruana: siglos XIX-XXI),
pues ambos han aparecido casi simultáneamente. Entre uno y otro hay hondas
coincidencias, pero también notables diferencias... y también insondables
silencios que comunican. Ambos se complementan y retraen, uno y otro incentivan
al lector a seguir hurgando en las cuerdas espaciales, y en los misterios del
universo y las posibilidades del futuro. La antología de ciencia ficción que ya
está bien avanzada por Honores se basará sin duda en los presupuestos expuestos
tan ampliamente en Fantasmas del futuro.
Teoría e historia de la ciencia ficción (1821-1980). Solo título (Noticias del futuro) ya remece el
escenario literario nacional. Esta es una obra que se complementa a su
antología de ficción fantástica Más allá
de lo real. Como testigo de estos maravillosos hechos, e incluso cómplice
en algunas de las conspiraciones académicas eltonianas, además de persona
natural de algún modo vinculada con estas inquietudes, solo me queda esperar
las respuestas de los nuevos investigadores. Quieran los apus que algunos de
estos fantasmas del futuro estén aquí, escuchándome, en este recinto académico.
*Texto de presentación de José Donayre, leído el martes 6 de noviembre en el marco del X Coloquio de estudiantes de Literatura, Caelit-UNFV.