El miedo en la
literatura peruana: a propósito de La
civilización del horror – El relato de terror en el Perú.
Harry Belevan
de la Academia Peruana de la Lengua
En el prólogo a mi
libro Teoría de lo fantástico
afirmaba lo siguiente: “Voy a la crítica motivado únicamente por un prurito de
explicarme las causas de todo aquello de lo que solamente conozco los efectos.
Así, la insatisfacción que viene produciéndome, desde hace varios años, el
incompleto análisis de la llamada literatura fantástica, y el desprecio con
que, sobre todo en el indescifrable universo latinoamericano… se mira esta
suerte de ‘subliteratura europeizante’… han sido y siguen siendo mi mayor
incentivo…”
Traigo a colación estas
palabras mías porque, al terminar de leer La
civilización del horror, tuve la clara sospecha de que Elton Honores había
escrito este último libro suyo –si es que se trata del último puesto que puede
habérseme pasado inadvertido alguno más reciente, considerando que este autor
cuenta con una numerosa producción que ya lo distingue como uno de los estudiosos
de nuestra literatura con mayores credenciales --, llevado por un descontento
similar al que yo tuve hace casi 40 años, al no hallar bibliografía que
satisficiera nuestra solícita curiosidad, en mi caso sobre el fenómeno de lo fantástico
y en el caso de Honores sobre el terror en el Perú.
Pero es esa curiosidad compartida en donde
acaban las analogías, porque mi búsqueda apuntaba al descubrimiento de la
esencia filosófica o episteme de lo
fantástico como diacronía metodológica, mientras que Honores procura ahora con
este texto suyo, no tanto un paradigma teórico del terror sino una exploración
del miedo en el Perú en su manifestación literaria, a fin de establecer una
cronología a la vez que un mapeo del horror en el imaginario nacional. Si estas
han sido sus metas pues el logro es rotundo, porque el suyo es el estudio
crítico más completo escrito hasta hoy en el Perú sobre la dinámica del terror
en nuestra literatura.
Acaso por haberse tratado en su origen de una
tesis universitaria, este libro refleja esa rigurosidad propia a toda
disertación académica. Pero el mérito mayor se encuentra, tal vez, en la
soltura con que el autor expone sus descubrimientos, alejándose de todo
acartonamiento academicista emperifollado
en un lenguaje tribal iniciático, para dar plena acogida a ese lector común que
no sabe, ni tiene por qué saber, de teoría literaria o sofisterías retóricas.
La
civilización del horror es un
viaje por un territorio que hasta hoy permanecía prácticamente inexplorado en
nuestro medio. Se realiza siguiendo tres senderos que se convierten en
fundacionales para los estudios literarios en el país: por un lado, el camino que
nos conduce a descubrir los genes mismos de la literatura peruana de terror
que, según el autor, se origina en los inicios de la Colonia –siglo XVI—, si
bien sus raíces están soterradas en mitos, tradiciones y leyendas
prehispánicas; por otro lado, está el esfuerzo por antologizar a los
principales autores peruanos que incursionan, en el pasado y en la actualidad,
en el miedo como materia prima de sus narraciones. Hay una tercera vertebra que
analizaremos seguidamente, antes de volver sobre los dos primeros ejes
medulares del libro.
Elton Honores, como queda dicho, ha trazado en este
libro la historia del terror manifestado en la ficción literaria, además de
haber registrado y analizado en profundidad un verdadero muestrario de autores
peruanos. Lo que no encontramos, sin embargo, es una tercera faceta que esperaríamos
hallar en semejante estudio, y que consistiría en la postulación de alguna
teoría suya del terror y del horror literarios en la que se sustentaría el
aparato crítico desplegado; ¿Por qué, entonces, no la hallamos? La respuesta es
simple: Honores no ha sentido la necesidad de explicarse para sí --a fin de
estar en mejores condiciones de explicarlo a sus lectores-- los elementos
constitutivos de la expresión del terror en nuestra tradición literaria. Pero los
ha omitido no por falta de curiosidad sino, sencillamente, porque los consabidos
cánones y preceptos clásicos del terror literario le son suficientes para la
tarea emprendida: catalogar y analizar el
relato del terror en el Perú, tal como lo señala el subtítulo de la obra,
basándose en los conceptos críticos más reconocidos universalmente. Lejos,
entonces, de teorizar sobre lo terrorífico en la literatura, el autor se
adentra de lleno, primero en la historia de esa suerte de ramal de la
literatura de expresión fantástica que es el terror sirviéndose, incluso, de la
tradición cinematográfica como fuente adicional de análisis para, posteriormente,
trazar la historia de esta expresión en la literatura nacional. El resultado es
refrescante por novedoso y harto ilustrativo de ese universo evasivo compuesto
por las diversas caretas del terror: la ciencia ficción futurista, el monstruo,
el vampiro, el hombre-lobo, el asesino en serie, los aparecidos, los fantasmas y
los zombis o muertos vivientes, y tantos
otros componentes y protagonistas del miedo que el horror, subcategoría del
terror, infunde en todo individuo como perturbación cerval que, al volverse incontrolable,
anula todo racionamiento impulsándonos a los extremos del recelo atávico y la
aprensión deshumanizada. Decía que Elton Honores se satisface con las principales
teorías sobre el terror en la literatura para no tener que discurrir por el
ámbito de las hipótesis abstractas, siendo las que más lo han inspirado en lo
atinente, específicamente, a la teorización del terror las expuestas por Howard
Phillips Lovecraft.
Lovecraft
fue un autor que, a partir de la segunda mitad del siglo pasado, marcó un tipo
de literatura a escala universal que él denominó “literatura del miedo cósmico”,
clasificación que elaboró bajo la influencia de Edgar Allan Poe y, en
particular, de Julio Verne. Lovecraft fue autor de numerosos cuentos de terror
entre los cuales recordamos ciertos títulos memorables como “El forastero”,
“Las ratas en las paredes”, “El llamado de Cthulhu”, “En las montañas de la
locura” y tantos otros de semejante impacto emocional. Pero, en lo que fue más
prolífico este gran narrador no fue en cuentos sino en sus cartas, cerca de cien
mil que escribió a lo largo de una vida de apenas 46 años. Esto en sí constituye
una contradicción que ilustra perfectamente el ser conflictivo que fue
Lovecraft: un escritor que mantuvo correspondencia con un sinnúmero de personas
y que, sin embargo, fue siempre un individuo marginal debido, según sus
biógrafos, a una extrema timidez que lo inhibía ante cualquier contacto humano,
aunque bien pudo tratarse también de un mimetismo anímico con el tipo de
literatura que cultivó durante su corta existencia.
Cuentista
y poeta, Lovecraft fue también un agudo crítico y estudioso de la literatura y
es, justamente, el ensayo suyo que más ha perdurado en el tiempo el que se ha
convertido en la teorización clásica de la ficción de terror. Me refiero al
libro intitulado en español El horror en
la literatura, traducción
incorrecta, sin embargo, de lo que debió llamarse Horror sobrenatural en literatura, ya que el nombre del libro en
nuestro idioma desestima la palabra sobrenatural,
vocablo clave para mejor entender la teoría de Lovecraft, como bien lo reconoce
el propio Honores al recordar que, según Roger Caillois, “…el terror debe
derivar únicamente de una intención sobrenatural, y la intervención de lo
sobrenatural debe culminar en un efecto de terror” (p.17). Este ensayo fue la
teorización más lograda de Lovecraft sobre la literatura de terror pues se
trató de un ensayo que, publicado por primera vez en 1927, estuvo puliéndolo y
afinándolo hasta el final de su vida.
En
este escrito encontramos los conceptos claves de lo que el gran escritor
norteamericano entendió y practicó como literatura del miedo, que tantos
seguidores ha tenido y sigue teniendo, y no sólo entre escritores sino también
en el cine y en las artes plásticas, y hasta en ese género de expresión a la
vez gráfica y verbal conocido como cómics
o historietas. Las ideas centrales de las teorías de Lovecraft sobre el
horror sobrenatural en la literatura son las siguientes:
-La más antigua y
la más fuerte emoción del ser humano es el temor, y el temor más antiguo y
fuerte es el temor a lo desconocido.
-Nadie debe
sospechar de la existencia de una literatura del terror cósmico. Siempre
existió y siempre existirá.
-Este tipo de
literatura del temor no debe ser confundida con otra exteriormente semejante
pero psicológicamente muy distinta: la literatura del mero temor físico… El
verdadero relato extraño tiene algo más que un crimen secreto...
-La atmósfera es la
cosa medular, porque el criterio final de autenticidad no es el ensamblaje de
la trama sino la creación de una determinada sensación.
Elton Honores ha recogido estos
planteamientos en su libro, para mejor distinguir los rasgos diferenciales que
caracterizan a la literatura de terror específicamente peruana. De esta forma,
mientras que con acertado criterio considera que “el terror sirve… para el mero
entretenimiento” en otras literaturas, “en el Perú los tópicos del terror
reparan en una memoria social que se activa a través de estos relatos, además
de ser vehículos de la ideología de un grupo social, por lo tanto están exentos
de la evasión y por el contrario, vuelven la mirada sobre nuestra realidad”.
Pero el autor se apresura en precisarnos que “…esta tesis delimita su objeto de
estudio exclusivamente al terror fantástico… es decir, a aquel terror provocado
por un agente sobrenatural…” (p.12), convirtiéndose así en tributario de las
teorías de Lovecraft.
Otra fuente principal de consulta y referencia
para Elton Honores es nada menos que el popular autor de best-sellers Stephen
King, cuyo libro intitulado Danse macabre –título original en
francés aun en su versión inglesa— reúne
un conjunto de ensayos sobre las expresiones del terror en diversos géneros
populares incluyendo, por cierto, el literario.
Es indudable, sin
embargo, que el aspecto sobresaliente del libro de Honores, es decir, su mayor
contribución a los estudios literarios peruanos sobre el terror, lo constituyen
sus aportes a lo que él denomina en el Capítulo I, “El terror en el Perú
oficial”, así como todos aquellos acápites que le siguen: “El miedo en el mundo
prehispánico y colonial”; “El miedo en los siglos XIX y XX”; y “Seres del mundo
andino”. Se trata de sólidas reflexiones sobre estos antecedentes de las
manifestaciones del terror en la literatura peruana. Seguidamente, el autor
aborda en el capítulo II lo que denomina: “Formas temáticas locales del
imaginario popular”, parte igualmente medular del texto. Este es precisamente
el segundo sendero ya mencionado, que se constituye en un aporte realmente
fundacional, como lo he llamado, a los estudios de los linderos marginales en
la literatura peruana. En este capítulo de su libro, Elton Honores analiza
pormenorizadamente a 16 autores peruanos de terror pertenecientes a los siglos
XIX y XX, varios de ellos olvidados y hasta desconocidos no sólo por el público
lector sino por la propia crítica literaria de antaño y del presente. Con
encomiable alarde de sus amplios conocimientos de los métodos de interpretación
de textos, Honores desmenuza 17 relatos publicados entre 1864 –según
el autor, “…el siglo XIX [es] en donde podemos ubicar las primeras narraciones
fantásticas y de terror” peruanas (p.46)-- y el año 2007, es decir, durante
prácticamente 150 años de tradición literaria.
La civilización del horror – El relato de terror en el Perú es un
libro inaugural dentro de los estudios literarios peruanos, en cuanto que descubre
y analiza --probablemente por primera vez con semejante rigor que ni algunos
descuidos gráficos, como en la
numeración de las páginas, pueden desmerecer-- los rasgos esenciales de la
literatura de terror en nuestro país, al tiempo que compendia a un grupo
numeroso de cultores de esta modalidad narrativa que, a lo largo de la historia
de nuestros letras, ha sido una expresión marginal raras veces tomada en cuenta
por los académicos y estudiosos de nuestra literatura. Por esto es que Honores tiene
la suficiente solvencia crítica como para afirmar categóricamente que: “La
reflexión sobre las ficciones de terror fantástico en el Perú ha sido nula”
(p.44). Ya lo observaba Birger Angvik, uno de los más reconocidos conocedores
escandinavos de las literaturas latinoamericanas, tal como se nos recuerda en
este libro. Según Angvik, la crítica literaria en el Perú “…tiende a trabajar
de manera… muchas veces dogmática… a autores y obras que no corresponden con…
las exigencias de la lectura realista…” (p.45) lo que, de paso, explica mejor la
observación que formula Honores en la Introducción
a su libro: “Luego del trabajo de Harry Belevan en Antología del cuento fantástico peruano de 1977, existió un vacío
de más de tres décadas hacia esta literatura” (p.11); confieso que nunca antes
había reparado en esto pero ahora que lo descubro no deja de asombrarme, por
tratarse de una negligencia imperdonable en los estudios literarios nacionales.
Con este libro verdaderamente
precursor, Elton Honores nos ha introducido a un segmento de nuestra literatura
que, legos y especialistas por igual, hemos ignorado por demasiado tiempo: el
relato de terror. El estudio de esta corriente literaria origina un interés
legitimador que, a partir de este texto, no podrá seguir soslayándose. Por eso,
y para que no se desdiga de su constatación del inexplicable lapso de tiempo
transcurrido entre la publicación de mi antología, en la década de los setenta
del siglo pasado, y los inicios de la segunda década de este nuevo siglo XXI,
cuando Honores y otros autores reinician un interés sistemático por esas expresiones
consideradas erróneamente accesorias de nuestra literatura; exhorto al autor a
que establezca una antología del relato peruano de terror con los cuentos de
los numerosos escritores que ha analizado en La civilización del horror y aquellos de autores aún más noveles, que los hay, destinada a un
público lector cada vez más receptor de esta modalidad literaria debido en gran
parte al trabajo pionero, en la ficción como en el ensayo, de autores como el
propio Elton Honores.