Rafael González-Otoya
B. La caída de Lima. Apocalipisis Z. Lima: RD editorial, 2017. 50 p.
Rafael
González-Otoya B. es peruano-español. La
caída de Lima. Apocalipisis Z circuló primero en internet y ahora es editada
bajo el sistema de impresión por demanda. Como su nombre lo indica es una
novela breve de zombis. En la tradición peruana, los zombis son tardíos y los
principales referentes son las dos novelas de Hans Rothgiesser (Requiem por
Lima, Requiem por San Borja), la de Charles Huamaní (Historias de guerrillaZ) y
la de Gonzalo del Rosario (Ven ten mi muerte). Requiem por Lima proponía un
escenario distópico en el que la nación peruana se diluía en imágenes de
pobreza; Historias de guerrillas alzaba su voz y clamaba por un reconocimiento
del Perú profundo, y Ven ten mi muerte creaba un escenario juvenil, criticaba
la mirada Disney del mundo globalizado con un personaje en tránsito hacia la
zombificación. La novela de González-Otoya agrega una perspectiva que había
escapado a los autores antes mencionados: la noción de la capital como “Lima la
horrible” de Salazar Bondy.
Aunque
de breve mención, instala al lector en un nuevo marco interpretativo del
proceso de zombificación al que asistimos. Todo ese pasado colonial que
arrastra la capital-nación vuelve a actualizarse en la amenaza apocalíptica (la
fealdad de Lima solo podía llevarnos a esto). Otro punto es el refugio
hipotético en ESSALUD (¡!). En el mundo real, los servicios de salud estatal pueden
ser más desastrosos de lo que podemos imaginar, pero es curioso cómo solo en la
catástrofe, en la crisis, estos pudieran funcionar y ser protectores temporales
de vidas humanas amenazadas por los zombis. Es decir, el Estado necesita de
presencias amenazantes para funcionar.
Hay
coincidencias con el “Pentagonito” como refugio alterno (con en Requiem por San
Borja). La novela está narrada de manera directa, casi sin metáforas y con
mucha acción. Al final se revela la imposibilidad de organizarse, de fundar un
nuevo orden social, sino que queda es la sobrevivencia individual. Es decir,
hay zombis que comen cerebros, y otros que simplemente huyen y deciden estar al
margen. En la narración no se vislumbra una salida porque no hay salida, solo resignación.
Elton Honores
Universidad Nacional
Mayor de San Marcos