PACHECO, Karina. La
voluntad del molle. Lima: Fondo de Cultura Económica, 2016.
La caja de
Pandora de Karina Pacheco
Por: Jhonny Pacheco
Por: Jhonny Pacheco
Una reedición de una novela connota una lectura
valorativa por parte de los lectores, así como la aquiescencia del tiempo para
arribar a miradas núbiles ante la escritura de un autor que, tal vez, pasó
desapercibido en su momento. Devolver un libro a la palestra significa, además,
una consagración a su creador, ya que es un premio a su perseverancia y talento
en un país como el nuestro, donde la producción editorial y el hábito lector no
son sinónimos de otros lugares como Argentina, España o México. Así, es
plausible la honrosa y pulcra publicación que han hecho de La voluntad del molle, de Karina Pacheco, quien se ha granjeado con
mucho esfuerzo, trabajo y dedicación, la reaparición de su obra novelística,
como el respeto de la crítica, en el escenario literario de nuestros días.
En
el caso de La voluntad del molle (SM
2006, FCE 2016), esta es una novela paradigmática y profunda en cuanto a la
trama que ella desencadena. ¿Cómo se logra ello? El argumento es claro y
sencillo: dos hijas (Elena y Elisa) descubren, luego de que su madre Elena Suárez
ha muerto, un baúl con fotos y cartas que, a posteriori, tejerán una historia
sórdida que las llevará a conocer una sucesión de hechos que padeció su
progenitora. Este decurso misterioso y sinuoso profana la linealidad de sus
correlatos familiares. Solo quedan las digresiones e implicancias de las
tangentes en el mismo centro de su entorno. De esta manera, asistimos a
recuerdos, fábulas, veladas, collage de costumbres, y cuadro de enajenaciones,
narradas al modo del folletín, en el que cada final de capítulo despertaba el suspense del lector.
Esta última idea no es casual en la
novela, puesto que ella nos sumerge en el mundo y tribulaciones de Elena
Suárez, hija de una familia cuzqueña acopiada de costumbres rancias,
verbigracia: discriminación, clasismo y arribismo social, tópicos tratados en
la formación de los países latinoamericanos en el siglo XIX, pero actualizados en
la prosa de Karina Pacheco para mostrarnos la desnudez y falencias del núcleo
familiar cuzqueño, sine qua non de la
nación peruana, espectro social que no ha superado los avatares y prejuicios
luego de un centenario desde que se discutieron las ideas de matrimonio, familia,
identidad, y el rol trascendental de la mujer.
Nuestro
argumento tiene asidero en lo mencionado por Rocío Ferreira acerca del texto en
cuestión: “Para entender la realidad cuzqueña de dos épocas muy distintas hay
que leer Aves sin nido, de Clorinda
Matto de Turner, y La voluntad del molle,
de Karina Pacheco Medrano. Mientras que Clorinda nos centra en la problemática
construcción de la nación a fines del siglo XIX, Karina nos imbuye en el
complejo entramado de la sociedad cuzqueña contemporánea durante la época del
conflicto armado”. Incluso, si extendemos esta idea, estamos ante una notable
intriga que no solo cuestiona el discurso patrio, sino que presenta lo que
realmente hemos llegado a ser y somos como país: una ficción nacional que ha
ocultado de manera dérmica los males de la sociedad con el objetivo de
construir un Perú moderno; no obstante, estos problemas dejan sentir su
presencia en cada error de nuestra historia, pues son la base del devenir
peruano.
En
esta narración, Karina Pacheco ha logrado profundizar el cuestionamiento de lo
nacional desde los prejuicios por el color de piel, el posicionamiento social a
partir del linaje, y el cuidado de las apariencias por salvaguardar la honra
familiar; por supuesto, estas contrariedades arcaicas muestran los rezagos
coloniales de nuestra ciudadanía que, al no ser superados, desembocan en
políticas de violencia y terror en la población civil. Este entramado de
circunstancias lo hallamos desarrollado, por ejemplo, en la oposición de la
familia cuando Elena inicia una relación amorosa con Alejandro, pues querían un
pretendiente de “buena familia” para su hija; también, al decidir los padres de
ella obsequiar a Javier, hijo de la pareja no consentida, a unos extranjeros
con el fin de no macular la dignidad de su status;
por último, debido al hogar disfuncional en el que vivió Javier, su carácter y
conducta se formaron en medio del resentimiento y la marginalidad, ingredientes
que lo llevaron a enrolarse al grupo subversivo Sendero Luminoso. Este cuadro
es un recorrido acerca de la problemática peruana representada en las
peripecias de la mencionada pareja cuzqueña.
Otro
aspecto a destacar es la importancia de la carta, pues su función radica en ser
soporte de la intimidad y verdad de quien la escribe. En el caso primero, Elena
y Elisa, a través de las epístolas, empiezan a conocer la vida privada de su
madre; con ello, consiguen desentrañar los resquicios y vericuetos de una
armonía aparente de sus vidas, ya que lo íntimo y personal se halla en aquellos
papeles apócrifos que han dormitado durante años con el objetivo de revelar, en
algún momento, su contenido, su verdad, distorsionando la realidad que las
rodea, como cuando comienzan a tener problemas en sus trabajos y crisis en sus
relaciones amorosas. En el segundo caso, siguiendo a Eric Landowski, una misiva
es un objeto para ser enviado; esto
no implica necesariamente una traslación espacial para ser entregada al interlocutor,
pues una “carta literaria”, como se aprecia en esta ficción, es aquella que
cumple su rol al ser escrita, ya que su destinatario es el mismo acto de la
escritura; esto se aprecia en la abundante correspondencia de Elena, donde las
palabras se significaban y se enviaban
constantemente en la misma redacción (Alejandro), lectura (Elena) y relectura
(hijas) de las epístolas. En consecuencia de este circular prodigado, se
generaba una fábula alrededor de una verdad con el objetivo de exorcizar,
mediante un detalle pormenorizado de su hijo y expareja, lo que Elena no podía
realizar: su rol de madre y mujer con ellos. La carta, entonces, funcionó como
dínamo de una vida conyugal solo existente en la escritura y el afecto de
ellos.
Igualmente,
un elemento a destacar es el tema de la memoria representada en las fotos. Para
Roland Barthes, la fotografía es el recuerdo imperecedero de un instante único
e irrepetible de una persona; es, también, un culto a la muerte, pues los
retratados no envejecen, sino que viven en el papel siempre jóvenes gracias a
su fenecimiento. Así, ni Alejandro ni Javier han envejecido en las
instantáneas, tampoco desaparecidos, sino que están presentes ante cada imagen
encontrada y visualizadas por Elena y Elisa. Asimismo, la foto per se tiene la naturaleza de ser revelada, y eso es lo que colegimos en La voluntad del molle, en el que las
imágenes, en conjunto con la correspondencia, se encuentran en ese baúl rojo a
la espera de revelar su secreto, la
otra historia, para establecer correlaciones, preguntas y una veneración al
hijo de Elena, Javier Huamán, muerto en vida al no pertenecer a una familia y
unirse a Sendero Luminoso, y sepultado, luego, al ser ajusticiado, al parecer,
por las fuerzas del orden. Debido a ello, la función de los microfilms se ha
ejecutado: guardaron callados un misterio personal hasta que mostraron, al ser
descubiertos, lo verdadero, lo que servía de sustento a la ficción vivida por
la protagonista.
Por
último, el tema del conflicto armado es el derrotero de la narración. La trama
nos conduce por una serie de caminos familiares, problemas sociales,
confidencias personales, y líos amorosos, hasta arribar a la coyuntura de la
guerra interna vivida en el Perú. Esta desembocadura a la que llega Elena y sus
dos familias es semejante a lo que sufrió el país en estas últimas décadas: una
violencia terrorista que destruyó y tergiversó un orden social, así como la
búsqueda de la justicia para los demás, dejando en el camino muchas víctimas,
desaparecidos, madres sin hijos, hogares destruidos, y un desequilibrio moral e
intelectual que hasta el día de hoy no se ha podido reparar como se debe. Así,
la novela de Karina Pacheco nos vuelve a situar en la literatura de la violencia
política, aunque tratado con sutileza y una escritura armoniosa de
reconciliación, ya que esa voz oculta en las misivas y fotos buscan una
comprensión por aquellas personas que nacieron después de esta etapa fatídica.
No hay reconciliación sin un trabajo de la memoria que pueda sanar las heridas
del pasado; por ello, este inicial libro de la autora anhela convertirse en esa
roman à clef, desde luego, no para
tratar la vida íntima de una persona bajo la ficción, sino para exponer la
historia privada de la nación enmascarada en una familia del Cuzco, lugar
ceremonial y cuna del Perú.
Sin
lugar a dudas, La voluntad del molle,
gracias a esta segunda edición del Fondo de Cultura Económica, deja constancia
que una ópera prima si puede tratar
temas a profundidad, cuestionar los valores en el que nos hemos criado,
criticar los recuerdos y lazos familiares circundantes, así como reescribir
parte del legado cultural dejado por nuestros antecesores, puesto que una
novela, como la de Karina Pacheco, evidencia que debe existir voluntades y
perseverancia de crecer como el molle, metáfora de la nación donde vivimos aún
en ciernes.