jueves, 30 de septiembre de 2021

Ricardo Sumalavia (Dirección técnica). Selección peruana 2015-2021. Lima: Estruendomudo, 2021. 240 p. Diseño de portada: Grettel Montesinos.

 

Ricardo Sumalavia (Dirección técnica). Selección peruana 2015-2021. Lima: Estruendomudo, 2021. 240 p. Diseño de portada: Grettel Montesinos.

 

            Ricardo Sumalavia (Lima, 1968) ofrece una nueva antología de narrativa peruana contemporánea titulada Selección peruana 2015-2021, editada por Estruendomudo y que constituye el título número 100, número importante para una editorial independiente. En ese sentido, el esfuerzo editorial es digno de destacarse, ya que es claro el profesionalismo de su trabajo a lo largo del tiempo. Para este libro, Sumalavia antologa a autores nacidos entre 1985 y 1996 (suponemos que en unos años más la próxima antología oscilará entre autores nacidos entre 1995 y 2006).

            Sumalavia ya había entregado en 2015 Selección peruana 2000-2015, de la que afirmábamos que, en conjunto, los autores presentaban “un manejo de las estructuras y técnicas narrativas (por herencia del “boom”), es decir, han asimilado la forma. De eso no hay dudas. De otro lado, en cuanto al contenido, se trata de una narrativa moderna en cuanto a la mirada y espíritu con que ha sido escrita, es decir, es una narrativa escrita desde el siglo XXI, que ha asimilado tanto la tecnología de uso cotidiano, la cultura de masas, así como los efectos de la posmodernidad (el mundo de lo privado ahora ficcionalizado). Sin embargo, no es suficiente. Y no lo es por la sencilla razón que esto da cuenta de una crisis del realismo tradicional que deriva en una narrativa sentimental (y de conflictos familiares, o de las responsabilidades del ser adulto) pensada más para el entretenimiento de un sector social específico. Se trata de escribir sobre las crisis de la clase media, en el que lo político ni siquiera está diluido: simplemente no aparece, ha sido borrado. Y con ello gran parte de nuestra historia reciente” (cfr. Iluminaciones https://eltonhonores.blogspot.com/2015/11/seleccion-peruana-2000-2015-lima.html).

            Ahora bien, como hemos sostenido toda antología es perfectible (cfr. Más allá de lo real), más aún cuando se trata de dar cuenta de la narrativa peruana contemporánea. Lo contemporáneo puede entenderse como aquella producción publicada en un horizonte temporal inmediato al lector (en este caso es un intervalo de 6 años respecto del presente), que es más un dato, una cifra, una estadística. Pero lo contemporáneo, como sostiene Giorgio Agamben (2008) “[…] es aquel que tiene fija la mirada en su tiempo, para percibir no las luces, sino la oscuridad”, “ver las tinieblas”. Es decir, el verdadero artista contemporáneo muestra las zonas oscuras, el lado B de la modernidad y del progreso.

            Ya Elsa Drucaroff en Los prisioneros de la torre (2011) establecía la ruta de lectura de la Nueva Narrativa Argentina (NNA), que aludía a la generación de la postdictadura, autores que nacieron después de 1960 y empiezan a publicar hacia los años 90, que ponían énfasis en el trauma “de un pasado negado y doloroso” (17). La fase argentina oscila entre los años 1976-1983, que marca un antes y un después. En esa línea, la Nueva Narrativa Peruana (NNP) estaría marcada por el trauma del ciclo de la violencia política (1980-2000), que haría que todo lo publicado en el siglo XXI sea NNP. Según el establishment en medios periodísticos, los primeros años del siglo XXI estuvieron dominados por la narrativa de la violencia y hacia la mitad de la década pasada esta fue desplazada por la autoficción de la clase media-alta limeña. En ambos casos fue la novela el género literario más relevante y prestigioso, aunque a todas luces ha sido en el cuento en el que las innovaciones formales y temáticas se han manifestado con mayor claridad.

            Volviendo a la pregunta anterior acerca de lo contemporáneo, la NNP ¿estaría en el catálogo de nuevos nombres o en el tratamiento literario? ¿Es una estrategia de marketing para vender a los nuevos autores? ¿Y que ocurre con aquellos que pasan la referencia establecida de modo categórico por Bogota39?

            El tema es complejo y no ofrece una única solución. Sin embargo, de acuerdo a la selección de Sumalavia podemos establecer algunos parámetros: a) el ciclo de la violencia política, en estricto, ha desaparecido casi por completo (hay violencia pero de otro tipo); b) la autoficción se mantiene como estrategia en algunos autores (esto tampoco es nuevo, ya que el autor parte de experiencias personales o ajenas para ficcionar, lo importante es poder llegar a lo literario); c) tratamiento de la realidad desde un punto de vista fantástico (que parece que cuesta aceptar como tal) y cinematográfico (esto último puede advertirse desde los años 90); d) la sexualidad sin pudor se incorpora a las ficciones; e) se percibe una atmósfera de tristeza en varios relatos; f) predominancia por personajes adolescentes o en su primera juventud (quizás tenga que ver con el entorno inmediato y vital de los autores, o con el punto b); y g) perspectivas clasistas y racistas (teñidos de un humor bryceano o amparados en la ingenuidad del personaje) en un par de relatos como expresión de una ideología conservadora.

            A todo ello se suma una figura constante en varios relatos. Y es la imagen de la casa vacía, que puede connotar desde familias desestructuradas y disfuncionales (la familia como metáfora de la nación), sentimiento de soledad, o un proceso de madurez sin una guía clara. No sé si Sumalavia eligió a propósito estos relatos para crear esta visión (sabemos que la familia es un tema que trabaja en sus propias ficciones) o si se trata más de una casualidad. Lo cierto es que, en líneas generales, son síntomas visibles en el grupo antologado.

            Como viene ocurriendo con las últimas antologías publicadas, podemos hablar de autores con oficio. Pero suscribo lo que sostenía el poeta Pablo Guevara en su clase de “Taller de teatro y guiones literarios” en San Marcos, que “más importante que la técnica es la historia en sí. Si no tienes una historia qué contar, la técnica no vale de mucho” (estoy parafraseando al maestro).

            Así, hay pocos cuentos con una historia y conflicto definido, en el sentido clásico (y no tan clásico). Del grupo destaco a J.J. Maldonado, Yero Chuquicaña Saldaña, Andrea Rivera Carrillo, Gimena Vartu y Christian Briceño. Las referencias en el cuento de Maldonado van desde Stephen King al cine de Tarantino concluyendo con el Marqués de Sade, en el que un asesino en serie es una especie de justiciero de abominaciones que mezcla el fanatismo religioso con la violencia. Chuquicaña Saldaña parte de referencias a la cultura pop del cine de serie B para mostrar a personajes que pasan de lo cotidiano a un posible horror fantástico. Rivera Carrillo “sugiere la presencia de un ángel torturado, un ser extraño que sufre su condición excepcional. Si bien tiene vínculos con el personaje de Ángel de los X-Men, también puede relacionarse al cuento de García Márquez “Un señor muy viejo con unas alas enormes”, aunque el tono del texto de Rivera es más trágico” (cfr. Iluminaciones http://eltonhonores.blogspot.com/2017/08/andrea-rivera-estaciones-lima-altazor.html). Vartu ensaya un cuento alegórico acerca de una posible amistad con un ser extraordinario y sobrenatural según las creencias populares. De todo el grupo, Briceño es el caso más singular ya que es claro que busca desprenderse de la tradición local para optar por una narrativa (y punto de vista) realmente novedosos, en el que el absurdo parece ser el hilo conductor de sus ficciones, pero también cuenta con imágenes potentes (la ciudad en tinieblas, el tirano que gobierna, los juegos de luces artificiales que se prenden para dar cierta noción de normalidad en un universo distópico). Tampoco puedo dejar de mencionar las propuestas de experimentación onírica de Stuart Flores o el realismo sucio (y literal) de Charlie Becerra, en la línea ribeyriana, pero alimentada también por el cine.

            Al igual que Esta realidad no existe del fantastólogo Alexis Iparraguirre (también publicada por la misma editorial), Selección peruana 2015-2021 es una buena antología, pero también es más polémica, ya que al no ser temática intenta mostrar un panorama del Perú contemporáneo, pero en el que predominan las voces de Lima (en estos días se discute en redes acerca del carácter representativo de Lima frente a la producción de provincias, a propósito de una lista fallida de autores que iban en representación del Perú a una Feria Internacional del Libro). El texto se completa con entrevistas a los autores antologados que ayudan a comprender el horizonte de influencias y motivaciones.

 

Elton Honores

Universidad Nacional Mayor de San Marcos