martes, 28 de septiembre de 2021

Gonzalo Portals Zubiate. El predominio de la fe. Lima: BCR, 2020. 201 p. Diseño de cubierta: Felipe Cortázar Velarde

 

Gonzalo Portals Zubiate. El predominio de la fe. Lima: BCR, 2020. 201 p. Diseño de cubierta: Felipe Cortázar Velarde

 


 

Con esta novela Gonzalo Portals Zubiate (Lima, 1961) ganó el “XXIII Premio Novela Corta Julio Ramón Ribeyro del Banco Central de Reserva” en 2020. No es la primera vez que Portals obtiene un galardón tan alto, en 1993 obtuvo el Premio Copé de Poesía -y un año antes el Tercer lugar en el Copé de Narrativa. Además de su obra poética y narrativa, es también antologador de literatura marginal: narrativa fantástica, el cuento y la poesía siniestra, además de animador cultural y co-organizador de congresos literarios.

Si uno revisa la tendencia de novelas premiadas por el BCR confirma que hay una predisposición favorable del jurado hacia la novela histórica. Esto no resta valor a El predominio de la fe. Sin embargo, es también sintomático que por un lado exista una tendencia comercial limeña en la denominada “autoficción” (que trata sobre todo acerca de relaciones entre padres e hijos provenientes de sectores medios-altos), con gran visibilidad en los medios (habría que añadir que los autores tienen una formación periodística o han ejercido ese oficio durante muchos años) y estas otras obras menos visibles y de mayor ambición literaria que reclaman una mayor atención.

La novela de Portals, que se apoya más en la tradición fílmica del personaje, no es necesariamente una biografía novelada del pintor barroco Caravaggio (1571-1610). Aunque la novela muestra varios pasajes de la vida adulta del autor, haciendo referencia a muchos de sus cuadros, la novela es importante en cuanto a que explora las motivaciones del artista y el proceso técnico. Asimismo, muestra el lado psicológico del autor de “La muerte de la Virgen” (cuadro central en la novela). Es así que vemos a un Caravaggio vitalista y pendenciero, pero además acosado por la tortura creativa y el terror (o atracción) a la muerte. Quizás en este punto la figura de Caravaggio haya sido inspiradora para el propio Portals, quien a partir de la novela histórica realiza una labor de erudición en la reconstrucción temporal, con una suma de detalles, saltos espaciales, y muestre hacia el final, un interés hacia la pintura flamenca.

De todos los elementos ficcionales que incluye la novela hay que prestar atención a esta teoría del arte diseminada a través de la mente del personaje central, cuya licencia se toma el autor para, acaso, interpretar la suya propia. Por ejemplo, la noción de “detener el tiempo” (13) en el retrato y evitar la corrupción del cuerpo material; la luz como lo único existente (17), con todas sus implicancias metafísicas y estéticas; o el valor de “pintar bien las cosas naturales” (21), que supone rechazar lo artificial. En este caso, el valor del naturalismo realista es positivo (digamos que para deformar es necesario primero saber dibujar). También esta la idea de la libertad creativa por encima de todo lo establecido (41).

Sacrílego y profano, el Caravaggio de Portals vendría a representar el primer impulso moderno en la pintura occidental, siempre a la contra de las reglas y cánones establecidos por la Iglesia. Si trazamos un paralelo con la literatura limeña oficial, Portals va a la contra, porque si bien escribe una novela histórica, esta no alude al pasado peruano inmediato del siglo XX, sino que saquea la historia del arte occidental (con conexiones, claro, con el Sur colonial), se sirve de la figura de Caravaggio para reafirmar su propia estética, y mostrar al personaje en su humanidad y en su tortura, que adquiere una dimensión atemporal, es decir, las reflexiones de la novela se orientan hacia la condición del artista-sociedad, un claro tópico del arte moderno. 


Esperemos que en el actual panorama de la autoficción limeña (presentada como peruana o representación del Perú oficial en las Ferias Internacionales del Libro) este libro no sea solo una curiosidad, sino que permita atender los múltiples otros rumbos de la imaginación literaria -en el sentido clásico-, que a estas alturas es ya incesante.

 

Elton Honores

Universidad Nacional Mayor de San Marcos