Ernesto
Carlín. Ovnis en los andes. Lima:
Altazor, 2016. 94 p.
Ovnis
en los andes (2016) de Ernesto Carlín (Lima, 1974) es una novela breve que
podría considerase (o no) como CF. Algunos lectores han destacado ciertos
aspectos de la novela. Carlos Guerrero resalta el humor negro y lenguaje
coloquial y que “Por momentos da la impresión que nos están contando una
historia en una cantina”[i]. Con buen ojo Daniel Salvo
ve en la novela como un artefacto que rompe paradigmas ya que se burla y
homenajea a la CF: “Carlin nos regala a
los personajes más antiheróicos que pueda imaginarse, un auténtico desfile de
pícaros, oportunistas y nerds vengativos que parecen resumir lo más
representativo de nuestra idiosincrasia nacional”[ii]. Richard Rimachi destaca
el carácter de falso documental y que si bien “se noveliza (dramatiza dice el
prólogo) su contenido en un intento subyacente de ironizar la formalidad de un
texto no ficcional. El problema de esta intención es la falta de concordancia
entre todos los capítulos”[iii].
En primer lugar sería oportuno
definir si pertenece o no al campo de la CF. Y considero que no (lo que no hace
per se que sea una buena o mala
novela), porque este OVNI (Objeto Volador No Identificado) de Carlín es hecho
en Perú y no forman parte sensu stricto
de la ingeniería alienígena, más allá de la alusión al Hangar 51. Así que es
más una simulación y una réplica de un modelo, que tampoco se hace explícito lo extraterrestre.
Quizás la única secuencia –en este caso, fantástica- sea la titulada “El otro soy
yo”, con alusión a Looper (2012) de
Rian Johnson, y obviamente a Borges. Así que podemos afirmar que juega con
ciertos códigos de la CF, tanto en los paratextos como en las
intertextualidades; y que utiliza el humor para darle un tono local y hacer más
verosímil la historia.
Ovnis en los andes es más
bien una novela biográfica y carnavalesca, de ahí la reiteración de ejercicios masturbatorios
de los personajes o la permanente fijación por el culo femenino (queda a
criterio del lector o lectora el machismo cavernario o no del narrador, o de si
la escena funciona o no como “humor negro”), pero sin la intención de “Gracias
y desgracias del ojo del culo” de Quevedo. Daniel Salvo habla de la picaresca,
que puede ubicarse dentro del “Siglo de Oro” español, entre los siglos XV y
XVII, y quizás –en esa línea- podría leerse la novela como falsa autobiografía
y establecer una comparación entre el “periodista” como un sujeto marginal y
excluido de las instituciones del poder (de ahí el tono autobiográfico y sus
licencias ficcionales), aunque sabemos que no es así. En cuanto al lenguaje,
este es coloquial y las pulsiones sexuales tienen un aire bukowskiano, de
celebración de la vida, que desentona con la línea principal de la novela,
orientada a hacer una investigación documental sobre este fenómeno en Perú, tal
como se plantea al inicio.
Es
curioso que las apariciones del “OVNI” en la novela estén ligadas a periodos de
inestabilidad geopolítica (tensiones con Chile en los años 70; y conflicto con
el Ecuador en los 80), acaso no solo como fantasías del progreso militar sino
como formas evasivas, es decir, “cortinas de humo”, que como es sabido son
generados en la prensa por los grupos de poder económico. Y en el que la música
criolla sirve de telón de fondo para estas “hazañas” militares, lo que otorga
color local a las escenas, pero a la vez las ridiculiza.
El
último capítulo rinde homenaje a Ribeyro de “Doblaje” y “La insignia” –en un
juego metatextual- y como anota Rimachi, no se articula con los otros capítulos
de la novela. Es más, podemos afirmar que estas secuencias inconexas se
inscriban dentro de un paradigma posmoderno, basado en la fragmentación del
relato y en el hecho de que no hay verdades últimas. Si bien no llega al
cinismo de relativizar la verdad al sostener que hay muchas verdades y de que todo
es interpretable, deja en manos del lector ese descubrimiento. “La verdad está
por allí” dice el autor. Y efectivamente, existe, debe de estar, ya sea en la
materialidad del cuerpo y del deseo, en las civilizaciones extraterrestres, o
en la existencia de intrigas secretas, como sugiere el último capítulo del
libro.
Elton
Honores
Universidad
Nacional Mayor de San Marcos