Rafael
Ángel Herra. Lo monstruoso y lo bello. San José de Costa Rica: Editorial UCR,
2015. 157 pp.
Rafael Ángel Herra (Costa Rica, 1943) escritor y filósofo
de profesión, posee una bibliografía extensa tanto en el campo de la ficción
(narrativa, poesía) como en el ensayo. Lo
monstruoso y lo bello (1ra edición 1988, reimpresión 1999, 2da edición
2015) es un trabajo ensayístico muy sugerente sobre la figura del monstruo. El
autor se ampara en el aparato psicoanalítico freudiano para dar cuenta del monstruo como
fenómeno, como objeto percibido. No es su finalidad el presentar alguna
taxonomía sino reflexionar de modo bastante agudo, sobre la base de la
descripción y la presunción (p. 44, nota 5). El autor usa, además, un estilo
metafórico comprensible. El libro se divide en tres grandes secciones: a) análisis
de lo monstruoso en la cultura (incluye la literatura); b) estudio de lo bello
en relación a lo monstruoso; c) análisis sobre temas vinculados a los dos
anteriores (Kafka, entre otros).
Como sostiene en el prólogo Néstor Braunstein, el
monstruo es una proyección del interior del ser humano. Este “objeto fóbico”
tiene una finalidad: proteger al sujeto, pues el miedo encarnado/materializado
en este “objeto” se hace controlable. Así Herra sostiene que el monstruo “[…]
crea espacios de asco, desmesura, imprevisión y desorden. Es muerte, ausencia
de simetría, sinrazón, ruptura del yo” (3). El ser humano expulsa el mal fuera
de sí (7), por ello, el monstruo da forma al mal, que se ha proyectado como fuera
del sujeto, pero que en verdad surge de él mismo. El monstruo es una especie de
doble humano que lo encarna y es su revés.
Una
digresión, en otro texto, “El deseo llega con ropaje de monstruo” (2014) (no
incluido en este libro), Herra sostiene que: “Igual que el sueño, el monstruo
es irreal, pero finge realidad: como aquel, en las pesadillas amenaza
destruirnos o, al menos, poner en cuestión nuestra estabilidad en el mundo —
inestable a pesar nuestro— en donde me constituyo día a día”. El monstruo queda
adscrito a lo onírico, como una extensión del yo. El monstruo borra fronteras
entre la vigilia y el acto de dormir, se mueve en un espacio intermedio,
fronterizo entre lo real e irreal.
Un ensayo particular que destaca de Lo monstruoso y lo bello es “El hecho espectacular”, que si bien
trata sobre el fenómeno teatral y la relación entre sujeto y representación,
sus características bien pueden extrapolarse a una hermenéutica del texto en el
que confluyen factores como: a) el sujeto inconforme con el desenlace de lo
narrado; b) el sujeto que acepta como hecho externo la resolución del final; c)
el sujeto que proyecta, visiona el desenlace (coopera con el final), mezcla de
a y b; d) la experiencia previa del espectador/lector; e) la disposición del
espectador/lector para la comprensión de la obra; f) el descubrimiento por
parte del espectador/lector de significados no previstos por el autor.
La figura del monstruo y de lo monstruoso ha sido poco
abordado desde el ámbito teórico latinoamericano. Lo
monstruoso y lo bello cumple con llenar ese vacío, además de ser un
magnífico ensayo filosófico-literario que ameritaría una mayor difusión en estas
latitudes fantásticas.
Elton
Honores
Universidad
Nacional Mayor de San Marcos