Yeniva
Fernández. Siete paseos por la niebla. Lima: Campo letrado, 2015. 153 pp.
Agradezco la invitación para
presentar esta noche el libro de Yeniva Fernandez*. Tuve la suerte de leer el
manuscrito hace unos meses y lo encontré extraordinario. Sobre esa lectura
escribe un texto que está disponible en internet, pero tras la invitación para
presentar esta noche el libro he preferido volver a leer el manuscrito y escribir
otro texto más el coda anterior. Encontré otras pistas que ayudarán al lector a
una mejor comprensión del universo del libro de Yeniva, Siete paseos por la
niebla, un libro “bello” si cabe usar este adjetivo para calificarlo como
unidad.
En “Rutka…” se pone énfasis en
las cosas y objetos antiguos hechos a mano, objetos artesanales que pierden
utilidad no solo en el mundo adulto sino en la sociedad industrial que fabrica
juguetes en serie. La singularidad de lo artesanal, la procedencia mágica de
los juguetes instala al lector en un mundo de fantasía. A la vez se representa
a una sociedad racista que termina por tomar lo extranjero, lo foráneo como lo
otro, lo intruso dentro del sistema, más aún porque Rutka no cumple físicamente
con el genotipo de su país natal, Polonia, sino que es una mestiza. Esto da pie
a diversas especulaciones sobre el temor a la mezcla, tan presente en los
relatos de Clemente Palma o en mucha de la ciencia ficción tradicional en el
que el alienígena es el otro. Lo cierto es que el racismo parece configurar a
otros de los personajes del libro.
¿Cómo irrumpe lo fantástico en
el libro? A través de la vacilación entre el terror y lo insólito, es decir,
sigue el modelo clásico de Todorov respecto de la literatura fantástica. La
narradora de “Rutka…” tiene una alta tendencia a la fantasía, entonces esto da
pie a pensar de si se trata de un error de percepción, de un deja vu (un falso recuerdo) o de si en
realidad ha ocurrido el encuentro con la misteriosa Rutka, muchos años después.
La historia de “Rutka…” es una historia de la amistad entre mujeres, que parece
ser mucho más fuerte e íntima que en los hombres (salvo que alguna propaganda
publicitaria para beber cerveza los “Jueves de patas” nos ordene a hacerlo), por
ello, la mención final a las mujeres
como “… flores extrañas y hermosas que nunca se marchitan y que solo crecen al
borde del abismo”. Esta imagen será protagonista de otro relato “Con Yolanda en
el acantilado” en el que nuevamente aparece la imaginación femenina que llena
la realidad de “…barcos fantasmas poblados de piratas […] o sapos disfrazados
de palomas…”. La mujer queda asociada a la magia y al misterio ¿Quién narra
este relato? una especie de dama de blanco, brumosa e inasible como las
mujeres. Se repite la imagen de la niña que se lanza al mar en donde esta
“hada” la recogerá y será feliz. Por oposición el mundo masculino es
ultraviolento (llenos de “sicarios”, “marcas”, “extorsionadores”, traficantes de drogas)
frente a esta imagen del edén. Mirar el abismo tiene también sus conflictos: el
que mira el borde del abismo debe temer que sea mirado por el abismo, que sea
atraído por este, por la muerte.
“Una noche en las Dalias”
trata sobre el deseo de construir un espacio idílico, amoroso. El personaje
femenino se ve desbordado por la agresividad femenina hacia la mujer soltera,
quien se ve en la necesidad de crear una fantasía femenina: inventarse un
“novio” que pasa de ser solo imaginario a real. El personaje femenino se
asemeja al del film La rusa púrpura del
Cairo de Woody Allen. El cine será otra entrada al libro y a los otros
cuentos. Las ficciones del cine se apropian de nuestras vidas y van enajenando
al ser humano no solo en las búsquedas de su objeto de deseo sino como modo de
ver la realidad. Llama la atención que en este caso sea el hombre, el fantasma
(y no la mujer, lo que ocurre de modo más frecuente, recordemos a Susan Storm
de “Los 4 fantásticos”, personajes creados por Stan Lee, y cuyo poder es
hacerse invisible). Esta inversión de valores posiciona a la mujer y al hombre
lo vuelve mero espectro, mera fantasía de la mujer: el hombre es una fantasía
de la mujer (invirtiendo los postulados de Lacan). El amor es un espectro, algo
invisible, inasible e inexistente. Al igual que el film de Cronenberg, Cromosoma 3 (The brood) en el que la
histeria femenina logra materializar a hijos no nacidos, en el cuento de
Yeniva, la mujer materializa al amante fantasmal, lo que plantea a la vez una
nueva secuencia que ocurre fuera de escena y que el lector no disfruta por ser
obscena: el horror de lo sexual.
En “Persona desaparecida”
aparece de nuevo el tema del amor. Lo monstruoso aparece bajo la forma de
metamorfosis la mujer-gata que demanda un amor absoluto y termina por anular la
existencia del hombre, por devorarlo, por desaparecerlo. Dicen que una mujer
engañada es capaz de todo: de ahí emana su horror y su violencia. En potencia
hay una violencia contenida que puede llevar a la mujer a perder la razón por
amor y llegar al crimen.
“La pequeña compañía” instala
al lector en un edén, en un espacio idílico. El conejo siniestro que acecha a
la hija de uno de los personajes, no tiene la amabilidad del personaje de
Carroll en Alicia en el país de las
maravillas sino un carácter siniestro: al ser “[…] una especie de mono
negro, alado, y con orejas puntiagudas…”
que como presencia está más próximo al de Donnie
Darko de Richard Kelly. La desaparición de la niña se intuye como una forma
de pago al diablo, una ofrenda del pasado que se actualiza en el tiempo de la
narración. Se devela que no hay edén pues la felicidad es una apariencia, un
estado pasajero en el que el horror regresa, retorna constantemente para
recordarnos que hay un algo más allá de toda lógica y comprensión humana.
En “Antes que caiga la noche”
volvemos a la metamorfosis y al edén. El edén –con todas sus connotaciones
bíblicas- está contaminado por las fuerzas violentas de los hombres que
destruyen todo lo que está a su alrededor. Son quienes expulsan a los seres de
bondad como la narradora mutada a gata del edén. La metamorfosis se inscribe
bajo el paradigma de “Axolotl” de Cortázar.
“En memoria de Evelina”
asistimos a un amor imposible, un amor que viene del pasado. La mujer
reencarnada (la mujer que nunca muere de modo físico) puede llevar al amante al
horror. Si es doloroso asistir a la
muerte de un ser querido, lo es más que ese mismo ser regrese de la muerte. Es
transgredir las leyes naturales, la estancia pasajera de cada uno de nosotros.
La presencia del éden solo
sirve para recordarnos el lugar del cual hemos sido expulsados, una utopía
innacesible. La fantasía desbordante de la mujer puede materializar a un amante
fantasmal. Muchos de los personajes femeninos del libro de Yeniva son lectoras.
La lectura las evade de una realidad insoportable, les hace construir e
imaginar un mundo más amable. El mundo infantil al que se alude a través de los
niños o los juguetes implican la presencia de un último reducto, la última
esperanza de recuperar la inocencia. En los relatos de Yeniva la naturaleza y
la mujer quedan asociadas. Se trata de una relación inmanente, esto explica las
metamorfosis y la presencia de lo animal, asociados a la mujer. Yeniva recurre
a estrategias narrativas como las “cajas chinas” o relatos enmarcados para
desarrollar sus propuestas, y lo hace de modo consistente.
El fantástico que propone
Yeniva en este libro no es el horror (aunque se intuye su presencia u ocurre fuera
de escena) sino que es más sutil. Se concentra en enmarcar lo fantástico dentro
de la esfera de lo íntimo (las relaciones de amistad, los recuerdos infantiles,
y sobre todo el amor). A nivel temporal hay un tiempo pasado, un recuerdo que
se instala en el presente temporal de los personajes. Es el pasado el que
termina por desestructurar la vida.
Podemos concluir que en los
cuentos de Siete paseos por la niebla (cuya influencia de Edgardo Rivera
Martínez es notable) lo siniestro es algo que se intuye y se espera; que lo
maravilloso coexiste con la realidad; que los personajes que habitan este libro
son singulares, pues se sienten extraños, desarraigados, como no pertenecientes
a este mundo; que el amor es el eje del libro, pero no es amor transparente
sino un amor en la bruma, en las tinieblas (un amor que implica la idea de
familia o las relaciones interpersonales, es decir, el mundo de lo privado); y
que la presencia de lo femenino mantiene su vinculación con el mundo de la
naturaleza y lo irracional. Situaciones imprevisibles confluyen en lo
fantástico, en el que el mundo infantil roza lo siniestro, lo imposible y el
caos. Para aquellos que dudan de la existencia de una tradición femenina de lo
fantástico, este libro es una prueba irrefutable de una de sus principales
exponentes y como unidad es simplemente extraordinario.
Elton Honores
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
*Texto de presentación
realizado el día viernes 5 de Junio, a las 7:00 pm., en la librería Ibero
(Óvalo Gutiérrez), en Miraflores.