Obra
maestra ****
Muy buena ***
Buena**
Regular *
Carlos Vera Scamarone. La paradoja Cane. Lima: Casatomada, 2014. 231 pp.
Los viajes en el tiempo han
formado parte de la fantasía del ser humano. Quizás el mayor paradigma en la
literatura de CF sea La máquina del
tiempo (1895) de H. G. Wells, que consolida al género a fines del siglo
XIX. El deseo de desplazarse en el tiempo, viajar al pasado y cambiar el presente
ha llenado la imaginación de muchos seres humanos, quizás porque no habitamos
aún el mejor de los mundos posibles y porque en la vida moderna, estar en el
mundo es sufrir intensamente, o morir de
a pocos; un mundo en donde todos tienen algo que desearían que no hubiese
ocurrido; así, el ser humano quiere ir en contra de ese destino, en contra de su
propia historia, de aquello que muchas veces es inevitable, por ejemplo, la
muerte de un ser querido. Esa es la motivación principal del personaje principal
de la novela de Carlos Vera Scamarone (Lima, 1974), también autor de Cartas para un éxodo (2010). Y es que el deseo de obtener una vida
mejor, recuperar un objeto perdido del pasado (como en Citizen Kane del otro Wells) puede ser un deseo tan perverso desde
el punto de vista psicoanalítico.
La
paradoja Cane se inscribe dentro de la CF, y lo hace de un
modo magistral, al utilizar las paradojas y los universos paralelos. El inicio
de la novela puede engañar al lector al hacerle creer que se encuentra frente
un drama sentimental sobre relaciones familiares. Un accidente automovilístico
provocará la desestructuración del orden familiar de Cane, tras el fallecimiento
de su hijo (la escena será luego clave para engarzar los otros elementos de la
trama). La esposa terminará por abandonar a Daniel Cane, físico y prestigioso
profesor universitario, que atravesará por un período de crisis. Paralelamente
se va narrando en retrospectiva la adolescencia de Cane junto a su amigo Lou
(los “nerds” que llegarán a ser grandes físicos) y el “bullyng” que comete contra
ellos el abusivo Duncan Hershell (una suerte de Humberto Grieve vallejiano) personaje
construido como oponente de Daniel Cane.
Esta relación de abuso y la
clave del viaje en el tiempo recuerda al clásico ochentero Volver al futuro (1985) de Robert Zemeckis, pero sin el humor
edulcorado e inocente; es decir, Duncan Hershell es una suerte de Biff Tannen,
malévolo personaje que –en el film- aprovechará el viaje en el tiempo para
construir su propia fortuna (y que en algún momento de la trama abusa de
George, padre de Marty McFly). Pero no estamos en Hill Valley en California,
sino en la ciudad de Filadelfia. Este guiño al lector lleva a otro clásico del
cine de CF El experimento Filadelfia (1984)
de Stewart Rafill. Las escenas representadas en la novela de Vera Scamarone
rinden un tributo encriptado a este film, pero manteniendo su originalidad.
Este punto resulta fundamental
pues parece que la novela se influencia más de la cultura cinematográfica o
televisiva, no solo en La dimensión
desconocida de Rod Serling sino en los 12
monos (1995) de Terry Gilliam, en esta última, en la paradoja del tiempo
circular que crea una relación de causa-efecto;
en el hecho en que no se puede cambiar el presente (al menos no en su
totalidad, sin padecer las consecuencias negativas de tal acción).
Aquí llegamos a un punto
fundamental de la novela: esta tiene una trama que intriga al lector y lo
mantiene en suspenso, el narrador tiene un control absoluto de todos los
elementos de la trama. Pero no solo eso, puede leerse como una película dramática
de CF (eso sí, una película sin fondo musical, sin “The power of love” de Huey
Lewis and the News; ni “Johnny B. Goode”, lo que aumenta aún más el carácter
trágico), hay buenas descripciones de los escenarios y los personajes, tanto en
su forma externa así como en su psicología. No son seres maniqueos sino con vida
propia, autónomos del autor (aunque ambos nombres de Daniel Cane y Carlos Vera posean
el mismo número de letras). Los demás personajes que se van insertando en la
trama cumplen con la función de mantener el suspenso. Las últimas secciones del
libro, dividido en 43 capítulos, resuelven parcialmente la paradoja, pues el círculo
vicioso no se cerrará jamás. Como en las tramas del científico loco, el
experimento nunca saldrá bien, y el castigo posterior que sufrirá es solo su
consecuencia moral establecida de antemano, por más que el personaje o los
personajes se aferren a las pulsiones de vida.
Ahora bien, ¿Dónde insertar
esta novela dentro de la tradición local? Es una novela poco frecuente, pues si
bien parte del modelo de Wells, intenta dar un sustento científico a la
posibilidad del viaje en el tiempo, es decir, su inserción es sobre todo de
base humanística, plantea conflictos humanos más allá de la ciencia, como la
culpa y la búsqueda de redención (además del deseo de venganza y el de
reinstalar un orden en su microcosmos). ¿Cuál es el “mensaje” de la novela? O
no hay “mensaje” o se trata de buena y pura literatura de entretenimiento, lo
cual no es un demérito sino una virtud. El
mensaje podría ser: no se puede cambiar el destino (los sucesos, los
acontecimientos), por lo tanto el personaje (científico) es transgresor y desde
el punto de vista pedagógico nos enseña a no transgredir las reglas en la vida
real porque nos puede traer problemas (como en los cuentos de terror, en donde
la transgresión a la prohibición tendrá consecuencias negativas), la ciencia es
negativa; hay una desconfianza porque todo sale mal en la ciencia que intenta
ir más allá de la normalidad del mundo; pero también podría ser: vivimos en un
mundo en donde cada acto desencadena otra serie de hechos sobre los que uno no
tiene control (como el efecto mariposa, dentro de la teoría del caos). En este
caso se trata de estar alerta a los cambios, al acontecimiento, que puede no
librarnos de la culpa, pero sí hacer más soportable nuestra existencia. Igual,
la ciencia hace su intento, pero fracasa. El futuro es algo que se construye
desde el presente, pero el presente será siempre pasado. Y el futuro (o uno de
los mundos posibles que se sugiere) es totalmente distópico.
La novela es inquietante. Pues
así como podríamos cambiar nuestra microhistoria y vivir otras vidas, llenas de esplendor y felicidad, también, en
sentido inverso podríamos estar viviendo –en este momento- otras, distintas miserias humanas en diferentes universos paralelos
en donde múltiples “yos” se reverberan ad
infinitum en múltiples posibilidades, sin encontrarse, ni tocarse; ergo,
este es solo un mundo posible, a la vez un simulacro posible de entre otros infinitos.
La
paradoja Cane, abre una posibilidad para la CF peruana.
Demás está en insistir en la madurez que han alcanzado algunas novelas
recientes del género (Resplandor de
Paco Bardales, El fantasmocopio de
Carlos Freyre, Los viejos salvajes de Carlos de la Torre, Cazador de momentos de Juan José Cavero, Oso hormiguero de
J.C.Luc4as). Esta novela es una de ellas y creo que marcará un hito en la
tradición del género de CF. Escrita desde cierta base científica muestra el
fracaso, la desconfianza en la racionalidad –acaso una crítica a la
racionalidad o simple artefacto borgeano ficcional-, el atisbo de un mundo monstruoso,
primitivo, uno de muchos mundos posibles que se plantea. La paradoja Cane es una notable novela y de lectura imprescindible.
Se avecinan grandes tiempos para la literatura fantástica y CF en Perú. Celebro
la aparición de esta novela y muchas otras de Carlos Daniel Cane Vera
Scamarone.
Elton Honores
Universidad Nacional Mayor de
San Marcos