martes, 21 de enero de 2014

Mundos imposibles. Lo fantástico en la narrativa peruana. Por Ricardo Burgos




Acerca de Mundos Imposibles. Lo fantástico en la narrativa peruana de Elton Honores
 

Campo Ricardo Burgos López



Por lo general, cuando se habla de “Revisionismo Histórico”, el término suele entenderse de dos modos: uno positivo y otro peyorativo. Es positivo cuando entraña una reinterpretación de un hecho o personaje históricos ciñéndose a los controles académicos (vale decir recurriendo a justificaciones empíricas y a evaluaciones de autoridades reconocidas en el campo). El revisionismo histórico es peyorativo cuando se reinterpreta un hecho o personaje de la historia, atendiendo más a sesgos ideológicos o intentando acomodar los eventos a ciertas ideas preconcebidas. En el caso de Mundos Imposibles. Lo fantástico en la narrativa peruana de Elton Honores, nos encontramos con una convincente muestra de revisionismo histórico del primer tipo. En concreto, Honores Vásquez quiere controvertir tesis historiográficas acerca de la narrativa peruana de la Generación del Cincuenta, según las cuales allí no existiría una tradición fantástica,  tampoco habría figuras destacables, y que esas escasas obras de cuño fantástico estarían signadas por el escapismo respecto a la situación histórica que vivía el Perú por aquellos años. El estudio de Honores Vásquez muestra más bien lo contrario. En primera instancia revela que esos escritores peruanos de la Generación del 50, no sólo incursionaron en el neorrealismo urbano y el neoindigenismo, sino que también lo hicieron en diversas modalidades de lo fantástico (para ser precisos, en lo que Honores llama cuento minificcional, cuento fantástico-humorístico, cuento fantástico-maravilloso y cuento fantástico absurdo-existencialista). En segundo lugar, Honores pone en evidencia los distintos estratos de sentido en obras de diversos autores de la generación como Luis Loayza Elías, Luis Felipe Ángel de Llama, Edgardo Rivera o Alfredo Castellanos Barreda, contradiciendo así la aserción de que la cuentística fantástica peruana de aquellos años no tenía mucho para mostrar. Por último,  Honores recuerda que la literatura fantástica es uno de los modos en que el arte occidental ha reaccionado ante los distintos efectos de la modernización y que, por tal razón, este tipo de literatura no puede tildarse de escapista. Para el caso peruano, el texto de Honores multiplica ejemplos de cómo la narrativa fantástica del país se enfrenta a problemas derivados del avance de la modernidad como la creciente urbanización, la crisis de identidad del individuo y de la nación, la soledad e incomunicación de las personas, la relativización de los valores, la deshumanización, la marginalización, la consolidación de la mirada capitalista del mundo, la añoranza de la Lima premoderna que se tragó la historia, y en general la desmitificación y desacralización que se toman al universo simbólico. Analizando la obra de los cuatro autores antes señalados y adicionando muestras de otros autores como, por decir algo, Julio Ramón Ribeyro, Mundos Imposibles demuestra que la marca epocal de la obra de la Generación del Cincuenta es la reflexión y el comentario acerca de la modernización peruana y que esa marca epocal, fácil de detectar en neorrealismos y criollismos, también es patente en las apuestas literarias fantásticas del grupo de autores considerados.

Mundos Imposibles propone una reinterpretación de una sección vital del canon literario peruano y concluye que en el pasado del país de los incas existen más relatos fantásticos de los que se suponen. Afirmar esto, por otra parte, es afirmar que existen “Perús escondidos” que la historiografía dominante no había detectado; es aseverar que no existe una “literatura peruana”, sino múltiples “literaturas peruanas”; es postular que las letras peruanas son más diversas de lo que se había planteado; es proponer que la realidad literaria del Perú es más compleja de lo relatado por las simplificaciones historiográficas al uso. En algún texto crítico dice Milan Kundera que la novela es un género que trata de mostrarle al lector que la realidad es mucho más compleja de lo que nuestras ideas suponen; pues bien, extrapolando esta tesis al libro de Honores Vásquez, diría que este volumen muestra que la realidad literaria peruana es mucho más compleja de lo que los historiadores han descubierto hasta el momento. De hecho, es factible pensar que hacia el futuro, los que continúen la senda de Mundos Imposibles hallarán que incluso es más embrollada de lo que el mismo Honores conjetura.

Por último, una mera anotación al margen. Mundos Imposibles, como ya se dijo, trata de defender a las letras fantásticas peruanas de la acusación de ser escapistas; no obstante, a mí nunca me ha parecido grave que la literatura fantástica sea escapista. Asegura Tolkien en algún ensayo que el evadirse de la cotidianidad es una virtud del género fantástico, no un defecto. Virtud porque la evasión de la vida diaria es un recurso para pensar lo impensable, para no quedarse alienado en lo inmediato y en cambio trascenderlo. Para Tolkien, un texto fantástico bien hecho permite que tanto autor como lector puedan escapar a la prisión de la vida cotidiana y del espaciotiempo, resistir el grisáceo día a día, por unos momentos decirle “No” a la miseria diaria. Entonces, para ser sinceros, yo no defendería a la literatura fantástica de un cargo que a veces se le hace pero, que a mi modo de ver, es irrelevante. A veces – más bien- me he imaginado un mundo donde sólo existiera literatura realista, literatura realista y más literatura realista, donde jamás a nadie se le hubiera ocurrido la literatura fantástica. Un mundo donde nunca hubieran existido Mary Shelley, H. G. Wells, Philip K. Dick, C. S. Lewis, Jorge Luis Borges o Adolfo Bioy Casares. Un mundo sin homúnculos, sin máquinas del tiempo, sin hombres invisibles, sin extraterrestres, sin mutantes, sin centauros, sin vampiros, sin fantasmas, sin hombres lobo, sin ángeles, sin demonios, sin trasgos, sin bibliotecas infinitas, sin alephs, sin inmortales o sin gigantes. Si un planeta como ése existiera, yo no quisiera haber nacido allí. Eso sí lo tengo claro.


Bogotá, Septiembre de 2010.