Victoria Vargas. Esotéricos registros. Lima:
Maquinaciones, 2024. 126 p.
Esotéricos
registros es el tercer libro de cuentos de Victoria Vargas (Arequipa, 1996),
en el que se aprecia la madurez y la complejidad lograda por la autora, con
temas muy alejados de las actuales agendas feministas-woke-queer y más preocupada
por ofrecer buena literatura, cosa que logra con creces. Este es un libro que
roza lo fantástico para jugar o rozar diversos géneros, como lo maravilloso, la
ciencia ficción, y lo fantástico propiamente. Quizás el término que mejor
exprese esta fórmula es la narrativa “weird”, es decir, sus cuentos son raros,
ficciones extrañas no solo en su propio universo que la autora ha creado, sino
en relación con el tipo de narraciones fantásticas que se ofrecen dentro del
mercado local, más pegadas hacia un fantástico clásico. Es decir, más que
fantástico a secas sea “weird”. Otro punto que destaca es lo que en escritura
creativa se denomina “worldbuilding” (o construcción de mundos), ya que en el
libro se aprecia la complejidad de ese otro mundo que funciona con sus propias
reglas y leyes y al que solo algunos humanos acceden.
Los
doce cuentos que integran el conjunto inician con un registro breve de ese
archivo del otro mundo en el que se informa acerca de casos “raros” para
nosotros, pero que quizá sean cotidianos en el otro lado. Estos “epígrafes” o
paratextos funcionan como disparadores ficcionales de lo que se narrará, aunque
hay datos escondidos que no se revelan, y que se insertan dentro de una tradición
en el que lo textual, los libros apócrifos -al modo borgeano- son característicos
de un paradigma posmoderno; pero aluden también a los “expedientes X”; y en
clave realista, al historial médico de un caso “clínico”.
A
lo largo de los 12 cuentos hay rasgos permanentes o comunes, por ejemplo, la
presencia de personajes solitarios, de gran imaginación, impedidos en alcanzar
su objeto de deseo. También destaca la presencia de la figura del “doppelganger” (o doble) que pueblan las narraciones. Recordemos
que la figura del doble pone en tensión y crisis la existencia del propio
sujeto. En los cuentos de Vargas el doble se ha modernizado, ya que supone
entrecruzar mundos o están mediados por la tecnología. Otro elemento
transversal es el libro como objeto, que cumple diversas funciones, desde objeto
mágico hasta ser una suerte de portal a otros mundos. Finalmente, el componente
maravilloso que enmarca las narraciones, dado que se incide más en la singularidad
de esos otros mundos, antes que el terrestre.
Me
centraré en seis narraciones y realizaré una “hermenéutica social” de los
mismos. El que abre el libro es “Existencia dimensionales” y trata acerca no
solo de seres interdimensionales, sino de la insatisfacción de la realidad
experimentada por el personaje central, una insatisfacción que le hace pensar
que ha nacido en una dimensión equivocada, y que cuando entra en diálogo con
este otro ser (por comodidad llamaremos diálogo, aunque tiene también su
complejidad) acepta la propuesta de intercambiar realidades. Entonces la gran
pregunta no es tanto cómo es esa otra realidad, sino ¿porqué un personaje
humano dejaría esta dimensión para ingresar a otra, desconocida? (en Ghostbusters:
Frozen Empire, del 2024, uno de los personajes femeninos, hastiada del
mundo quiere experimentar cómo es la vida de un fantasma, pero ¿puede la
depresión o la aventura infinita llevar a alguien a ponerse en ese lugar?). Es decir,
hay una naturalización de lo fantástico (de lo anómalo, de lo irreal), no hay
miedo en la protagonista, ese otro mundo se acepta sin dudas, entonces el
registro y tono del cuento es más del tipo maravilloso antes que fantástico. Similar
situación también la provocaba Kafka en la Metamorfosis, cuando Samsa no
se sorprende de verse transformado en insecto, al igual que su familia que
acepta el hecho con naturalidad, aunque a todas luces, es un hecho que
transgrede las leyes y regularidades de este, y por lo tanto, constituye un
fantástico moderno. En el cuento de Vargas ocurre un efecto similar,
simplemente se acepta ese otro mundo como posible y natural. Entonces el
malestar que provoca no es necesariamente la presencia del ser interdimensional,
sino el preguntarse qué lleva a una persona a abandonar este mundo terrestre. Esta
es una pregunta que no se resuelve, pero es claro que hay un grado de
insatisfacción del personaje. Incluso en el hecho tangible de intercambiar
cuerpos, no es solo la metamorfosis anunciada, sino el deseo de convertirse en
otra cosa, en otra persona, tener otra vida, así sea en otra dimensión. Hay un
nivel de insatisfacción psicológico-ideológico y también físico-corporal, una
no-identificación con lo que se es, en suma, un rechazo.
“Ladrona
de vidas” trata acerca de otro ser interdimensional que adquiere la forma de un
libro volador. Se trata de un ser mágico cuyas letras impresas son su “alimento”,
y por lo tanto, el ejercicio de la lectura hace de todo lector un “ladrón de
vidas”, tal como el título del cuento. Pero esto se da en el plano simbólico-alegórico.
Acá encontramos a otro personaje insatisfecho que trabaja en una librería
mientras concluye sus estudios universitarios, pero que no quiere “sentar
cabeza”, como se dice popularmente, sino que quiere seguir en la inestabilidad
característica de la vida juvenil. Los libros son un refugio a la vida
rutinaria, y sobre todo “recuerdos” e “imágenes” de alguien más, y quizás allí anide
lo más humano a la vez que lo más excepcional en cuanto al libro como objeto
maravilloso al permitir vivir otras vidas ajenas a la nuestra.
“Favor
y obediencia” trata de otros seres interdimensionales cuya música (de
resonancias celtas) esclaviza a los humanos. Se produce un intercambio que no
es todo justo: para los que ejecutan es el alimento que necesitan, para los
humanos es puro placer y goce. Más allá del aspecto ritual o religioso, se
trate en el fondo de lo que el arte en general puede suponer para sus
consumidores: placer y goce por un lado, pero sustento material para sus “creadores”,
que acá se le da un matiz religioso, pero que en el mundo real se traduciría en
papel moneda.
Otros
dos cuentos se alinean dentro de la ciencia ficción. “Móecenco” trata acerca de
una misteriosa app (aplicación) de celular que solo permite la comunicación mediante
el envío de fotos. La tecnología está incorporada a la vida social y parece ser
el único modo de “conocer” a otra persona. Quizás el mensaje sea que es tan
fácil mentir por redes, que es frecuente la incomunicación, o que estamos
viviendo una vida vacía sin darnos cuenta, ya que el auténtico contacto humano
ha pasado a un tercer o cuarto plano: ya no es importante.
“Autonomía
virtual” es otro cuento de ciencia ficción en el que un ser humano va dejando
su propia vida para ser reemplazado progresivamente por un avatar virtual. Por un
lado, se trata del “doppelganger”, y de otro, la amenaza de lo virtual hacia lo
humano, muy en la línea de la serie inglesa Black Mirror. Ambos cuentos recogen
el miedo y la ansiedad frente a lo tecnológico en el que el ser humano se
disuelve.
“Esotéricos
registros”, es el cuento que cierra el libro y que al igual que el primero, se
trata de un personaje femenino que va a reemplazar a un ser interdimensional en
su trabajo de tipo bucrocrático. Al final, se cumple el deseo de la humana: ser
bibliotecaria, es decir, una burócrata de ese otro mundo. Al igual que el primer
relato se trata de una fantasía de un personaje insatisfecho de la realidad
terrestre y mundana que aspira a otra cosa que este mundo no puede ofrecerle. Los
libros y registros son pues un refugio a un estado de cosas del mundo real que
el personaje se niega a aceptar. De otro, la madurez significa también la
repetición cotidiana (así sea en otro mundo). En cuanto a sus valores o
ideología son ajenos a este, ya que el cuento se cierra con la imagen del
personaje embriagada de emoción de su actual puesto y de la protección que
realizará de los “registros”, es decir, en el mundo terrestre ya no queda nada
que defender o proteger. Es una imagen pesimista.
En
entrevistas, la autora ha expresado su inclinación al ciclo de películas de Harry
Potter, el cine de Guillermo del Toro, y al drama fantástico Más allá de los
sueños (What dreams may come, 1998) de Vincent Ward, a los que
podemos agregar por afinidad The Adjustment Bureau (Los agentes del
destino, 2011) de George Nolfi, R.I.P.D (R.I.P.D. Policía del más
allá, 2013) de Robert Schwentke, o incluso Constantine (2005) de Francis
Lawrence. Los portales interdimensionales se volvieron -en el siglo XXI- un
recurso frecuente de la fantasía y han recibido diversos tratamientos tanto en
películas y series. En cuanto a la literatura, además de Poe, destaca a Carlos
Ruiz Zafón con La sombra del viento (2001), que trata acerca de un
misterioso autor de libros, en el que entremezcla lo real con lo imaginario.
Un
aspecto adicional que han captado los lectores de Esotéricos registros es
que estos cuentos “pueden ocurrir en cualquier parte del mundo”, lo que
potencia su carácter global. Personalmente no lo considero necesariamente un mérito
o un demérito el no anclar las historias en un espacio reconocible como
peruano, pero sí agradezco que en “Ladrona de vidas” se mencione a la vampira
Sarah Ellen (71), porque ese mito local tiene una historia, el lector la
reconoce y se identifica; así como estas historias solo podrían haber sido
escritas por Victoria Vargas y no por otra autora proveniente de Bután (en el
Asia del sur), Omán (en el medio oriente), o Madagascar (en el África oriental):
decir lo contrario no es real.
Estamos
frente a una de las voces más singulares de la narrativa fantástica peruana contemporánea, que ha conseguido con Esotéricos
registros, un libro posiblemente clásico, de gran imaginación, bien escrito
y altamente recomendable.
Elton Honores
Universidad Nacional Mayor de San
Marcos
