jueves, 3 de octubre de 2024

Eduardo Borrero Vargas. Los tres toques de la muerte y otros cuentos de terror. Lima: Vicio perpetuo, 2021. 69. p. [Ilustraciones de Gerardo Espinoza] 2da edición.

 


Eduardo Borrero Vargas. Los tres toques de la muerte y otros cuentos de terror. Lima: Vicio perpetuo, 2021. 69. p. [Ilustraciones de Gerardo Espinoza] 2da edición.

 

En los últimos diez años, Eduardo Borrero Vargas (Sullana, 1942) dio un viraje en su narrativa hacia el relato fantástico y de ciencia ficción. A pesar de la calidad de sus textos aún es poco lo que se ha escrito sobre esta producción. En este libro (la primera edición estuvo a cargo de El gato descalzo) se incluyen 9 narraciones, todas ellas dentro del género del terror, muy al estilo de Poe, pero con un toque más local que recoge no solo tradiciones orales de su región, sino un imaginario popular que resulta efectivo al momento de provocar intriga y miedo.

Las tramas de los cuentos se ven envueltas en sueños, premoniciones, presencias fantasmales que cobran conciencia de sí. Asimismo, se destaca la memoria como un modo de conectar no solo con ese pasado familiar, sino como puente entre dos mundos o tiempos. Como todo relato de terror la presencia de la muerte es clave, pero que irrumpe de forma casi natural ya que es parte del entorno y de la condición del ser humano: la muerte no es ajena a la realidad material.

En cuanto a las narraciones si bien todas logran inquietar al lector, gracias al recurso del giro final (o “vuelta de tuerca”), en ese punto estamos también frente a narraciones con una estructura de cuento clásico. Los que mejor expresan el estilo de Borrero son “Paulina” y “Los tres toques de la muerte”. En el primero, de dimensión casi onírica, se descubre la superposición de temporalidades, pero además las creencias en seres mágicos (unos enanitos “tragapulmones”) que dañan según las órdenes de un brujo. En el segundo, lo siniestro se da por el entorno infantil de una niña que cose muñecos de trapo, cuya ambigüedad acerca de si viven o no, no impide que la enfermedad del entorno real también afecte a las criaturas inanimadas.

Un punto adicional son las ilustraciones de Gerardo Espinoza que bajo un registro expresionista logra acentuar el carácter siniestro de las narraciones.

 

Elton Honores

Universidad Nacional Mayor de San Marcos