“Presentación de La racionalidad deshumanizante de Elton
Honores”
Por Camilo Fernández Cozman
En: https://camilofernande.blogspot.pe/2018/02/presentacion-de-la-racionalidad.html
Febrero 21, 2018
La investigación literaria en el Perú ha privilegiado el
estudio de la novela y el cuento de cuño realista y ha dejado de lado el relato
de ciencia ficción. Autores como José María Arguedas, Mario Vargas Llosa y Ciro
Alegría, entre otros, se enmarcan en el ámbito de la tradición realista. Dicha
perspectiva de la investigación literaria ha olvidado el relato fantástico que
tiene cultores como Luis Loayza, José Adolph o Harry Belevan en el Perú. Sin
duda, hemos asumido una falacia sin darnos cuenta: creer que un cuento realista
es superior a un relato fantástico. Asimismo, pensamos también equivocadamente
que el primero puede hacer una mejor crítica política que el segundo. La
investigación de Elton Honores intenta, con éxito, develar ese error y
superarlo merced a un trabajo impresionante con las fuentes bibliográficas. Ha
publicado libros tan importantes como Mundos imposibles. Lo fantástico en la
narrativa peruana (2010) y La civilización del horror. El relato del terror en
el Perú (2014). Honores navega a contracorriente, pues la investigación
especializada ha dejado fuera del canon a ciertos autores de relato fantástico
que él desea revalorar y estudiar rigurosamente. El rigor filológico de Honores
es digno de mención. Primero, busca los textos literarios olvidados
injustamente por los críticos literarios oficiales. Segundo, revisa la
bibliografía secundaria hasta agotarla. Tercero, indaga por las fuentes
teóricas sobre la literatura fantástica.
El libro que hoy nos
convoca --La racionalidad deshumanizante. El teatro político y la ciencia
ficción (1886-1989) — es un sesudo estudio sobre el teatro peruano que abarca
más de un siglo y consigna una bibliografía de más de 30 páginas al final del
volumen. Sabemos que el género teatral ha sido casi olvidado en el Perú. Hay
investigadores peruanos expertos en narrativa como Antonio Cornejo Polar o José
Miguel Oviedo o Tomás Escajadillo; o en poesía, como Estuardo Núñez o Alberto
Escobar o Américo Ferrari. No sucede así con el teatro que espera un análisis
más minucioso y provisto de un marco teórico riguroso. El ensayo de Honores
contribuye en llenar ese vacío y se encuentra dividido en cinco capítulos.
En el primero, el
autor se sitúa en una perspectiva diacrónica, es decir, intentar dar cuenta del
proceso del teatro latinoamericano. Sin lugar a dudas, un análisis de las obras
teatrales no debería dejar de lado la ubicación de estas en el panorama de la
literatura peruana. Honores, en este caso, se sustenta en Beatriz Risk, quien
distingue tres generaciones: la realista, que abarca desde 1890 a 1920 y se
caracteriza por el funcionamiento de códigos naturalistas y costumbristas; la
vanguardista, que comprende desde 1920 a 1950 e implica la exploración onírica
y de una realidad múltiple; y, por último, la del nuevo teatro, que empieza
desde 1950 y llega hasta 1980. En lo que concierne al Perú, el investigador plantea
cinco períodos: el del teatro costumbrista (desde el siglo XIX hasta 1945) con
autores como Manuel Ascensio Segura, Felipe Pardo y Aliaga, Leonidas Yeroví,
entre otros; la etapa del teatro poético (1945-1960) que se halla representado
por Jorge Eduardo Eielson, Felipe Buendía, Sebastián Salazar Bondy, Juan Ríos,
por ejemplo; el período del teatro arte (1956-1968) donde se sitúan Julio Ramón
Ribeyro, Enrique Solary Swayne, Juan Rivera Saavedra, verbigracia; la etapa del
teatro político (1968-1980), representado por Alonso Alegría, Alberto Mego,
José Adolph, entre otros; y, por último, el período del teatro de violencia
política y de conflicto armado (1980-2000), momento donde aparecen grupos como
Cuatrotablas o Yuyachkani y autores como
Rodolfo Hinostroza o Roberto Sánchez Piérola. Después de ese panorama
histórico, Honores emprende el estudio del teatro de ciencia ficción. Lo
primero que constata es que este último ha sido muy poco estudiado en
Latinoamérica.
Ahora me gustaría
centrarse en la obra del poeta, cuentista, ensayista y dramaturgo Rodolfo
Hinostroza, figura imprescindible de la llamada generación del sesenta. Como
sabemos, Hinostroza publicó dos poemarios capitales: Consejero del lobo (1965)
y Contra Natura (1971). Asimiló los aportes de Saint-John Perse, Ezra Pound y
Charles Olson para pergeñar una obra neovanguardista de gran experimentación en
la página en blanco, a la manera del simbolista Stéphane Mallarmé. Asimismo,
produjo relatos de ciencia ficción como “La memorias de Drácula” y un ensayo
dedicado a Mallarmé. Sin embargo, escribió Apocalipsis de una noche de verano
(1987), una obra teatral (basada en Sueño de una noche de verano de William
Shakespeare) que es analizada minuciosamente por Honores y que se sitúa en el
ámbito del peligro nuclear en el contexto de la Guerra Fría entre la ex Unión
Soviética y los Estados Unidos. Honores afirma: “Hinostroza confronta el mundo de las hadas con el de los humanos,
ambos en dos planos distintos de realidad. Como seres mitológicos, aquellos pueden
intervenir en las acciones humanas, o confundirlos, pero sus objetivos son
distintos: los seres élficos son lascivos y buscan la plena satisfacción
sexual, mientras que los humanos, la destrucción. Así, Eros y Thanatos dominan
ambas realidades” (p. 158). En tal sentido, como señala Fernando de Diego
Pérez, se formulan dos realidades en Apocalipsis de una noche de verano: el
teatro isabelino y la realidad latinoamericana, sometida a los intereses del
imperialismo estadounidense.
El libro de Honores
permite reflexionar sobre algunos aspectos metodológicos de la investigación
literaria. El investigador intenta, como dice Antonio Cornejo Polar en otro
contexto, “historizar la sincronía”, es decir, analizar el proceso de las obras
teatrales de ciencia ficción sin olvidar el abordaje de los mecanismos
textuales de cada texto. Asimismo, Honores hace una revisión puntillosa de la
bibliografía secundaria que examina cada obra teatral y su vínculo con la
tradición literaria. No se ciñe a un solo método, sin que manifiesta una
pluralidad metodológica y un acercamiento interdisciplinario muy valiosos e
innovadores. Por todo lo expuesto, felicito a Elton Honores por esta nueva
entrega, así como invito al público receptor a
leer este ensayo que ilumina el estudio del teatro en el Perú.