viernes, 13 de enero de 2017

Campo Ricardo Burgos López. Planeta Homo. Bogotá: Autores editores, 2016. 164 p.





Campo Ricardo Burgos López. Planeta Homo. Bogotá: Autores editores, 2016. 164 p.

            Ricardo Burgos (Bogotá, 1966) vuelve a la ciencia ficción con Planeta Homo. Esta no es superior a su novela El clon de Borges, una de las obras maestras de la CF latinoamericana contemporánea, por razones que expondré a continuación.
            La novela narra la expedición terrestre, en el año 2310, al planeta Felicia. Este es el primer planeta descubierto con inteligencia superior (aunque inferior a la terrestre, pues su tecnología es equivalente a la del siglo XX). El principal acontecimiento es que en Felicia domina la homosexualidad. A diferencia de la tierra, existen narraciones primigenias, pero estas hablan de dos Adanes y de dos Evas que se unen. Los felicianos mantienen su heterosexualidad solo para la procreación, (que es un acto traumático). Así mismo hay relatos literarios que son versiones distorsionadas de las terrestres (este recurso ya había sido explotado en El clon de Borges), en los que el tema de la homosexualidad es el leit-motiv.
            Esta situación promueve una serie de discusiones e hipótesis en la tripulación terrícola en Felicia. La CF permite el contraste y la extrapolación para comparar ese mundo posible con el terrestre. Así que cuando se descubre un segundo planeta con vida inteligente llamado Genheimer –en el que también predomina la homosexualidad- esto provoca una crisis en la tripulación y en el propio planeta tierra, produciéndose una inversión de valores: lo homosexual es lo “normal” en el universo, y la heterosexualidad terrestre, una desviación, una anomalía del cosmos. Ser heterosexual es ser una criatura fantástica para los ojos de los felicianos (ellos nunca han visto a un heterosexual, son casi como los unicornios terrestres), mientras que se desliza la posibilidad que la homosexualidad sea de origen alienígena. Estas paradojas y contrastes son importantes porque relativizan la experiencia humana como natural y nos hacen pensar en los límites de la CF, por cuanto todo lo que estamos haciendo en este momento puede ser tomado como irreal o fantástico o imposible en otros mundos.
            La singularidad de la visita a Felicia es que parte de la tripulación empieza a manifestar conductas homosexuales. E incluso en la tierra, tras la difusión de la noticia, se producen olas de psicosis homosexual que incluso lleva a enfrentarse a ambos bandos, en una especie de apocalipsis-homosexual.
En algún momento, la novela recuerda ciertas estrategias de autores como Rivera Saavedra, cuando hace que los astronautas negros se tornen blancos en otro planeta y los blancos, negros; y que esto dé pie a mantener estructuras mentales cerradas, basadas en el racismo: También en Adolph y la idea de nuevos tipos de relaciones sexuales en otros planetas. Incluso, la novela mantiene al inicio ese choque brutal con una nueva realidad, al modo de la serie The Twilight Zone. Pero ese interés se va diluyendo al reiterarse la propuesta de “realidad homosexual” (y conductas sexuales que se repiten, provocadas quizás por una conciencia planetaria de Felicia, que tampoco se esclarece) y basarse en estereotipos (los homosexuales solo buscan el sexo; representan al mal y deben ser combatidos), hacia el final de la novela.
Planeta Homo de Burgos es delirante en varios momentos. Su estructura es la del carnaval, que invierte valores. La novela es de actualidad si pensamos en los cada vez mayores reconocimientos legales que obtienen en las sociedades latinoamericanas. Así mismo, la existencia de planetas como Felicia y Genheimer pone en discusión la validez de la “teoría queer”, como se menciona en algunas de sus páginas.

Elton Honores
Universidad Nacional Mayor de San Marcos

lunes, 2 de enero de 2017

Alejandro Susti. Aspavientos. Lima: Borrador, 2016. III Vol.





Alejandro Susti. Aspavientos. Lima: Borrador, 2016. III Vol.

            Alejandro Susti (1959), es autor de Aspavientos, libro de relatos breves, dividido en tres volúmenes. La RAE define “Aspaviento” como la “Demostración excesiva o afectada de espanto, admiración o sentimiento”. Es decir, el libro de Susti contiene hipérboles grotescas, absurdas, fantásticas y eróticas de una realidad muy particular. José Güich (El Comercio, 19 de diciembre) sostiene que en el primer volumen: “Desfilan el submundo de la burocracia judicial, la retórica insufrible de las celebraciones patrióticas, el consumo que idiotiza o hasta la mezquindad, cuando no medianía, de los propios escritores”; en el segundo “habita una orientación a lo fantástico, pero teñida de una suerte de humor negro o tragicómico […] Y también se zahiere la insensibilidad o inoperancia del sistema educativo”; en el tercero hay: “una combinación particular entre lo insólito y extraño. La mayor parte de los trabajos gira en torno de la sexualidad y el erotismo”. Giancarla Di Laura (Exitosa, 14 de diciembre) agrega que “hilo en común [del libro] es la mirada irónica, hu­morística y desacralizadora del narrador”. Para nosotros el autor se vale de dos estrategias principales: lo grotesco (la mezcla de dos órdenes de realidad; lo visceral, corporal y escatológico) y el absurdo (la ruptura de las leyes de causalidad), con estas categorías construye sus textos.
            El primer volumen, contiene, según nuestro criterio, los relatos más sólidos de la propuesta. Por ejemplo, la perspectiva con la que es contada la “Historia de un sello” supone la animación de un objeto. Esto puede hacernos pensar en el absurdo, pero lo que está detrás es la reflexión sobre el paso del tiempo, el envejecimiento y la inutilidad de los objetos (que en términos alegóricos son también los propios seres humanos), que son desechados por las leyes o nuevos cambios tecnológicos, que los hace improductivos. En “Un empujoncito” nuevamente la burocracia limeña adquiere un tono kafkiano, en el que los funcionarios de segundo rango son como pequeños reyezuelos al interior de la administración pública, pues son quienes en realidad “mueven los hilos” y agilizan los trámites. En ambos casos podemos pensar en una estructura administrativa de estructura colonial que el autor ironiza. Aquí, otra vez, el tiempo limeño se diluye, se alarga en el pago que debe realizarse. El tiempo será nuevamente motivo en “Mandato judicial” que reafirma la tesis de Einstein respecto a que el tiempo es relativo.
            En el segundo volumen, se concentran los textos fantásticos –aunque algunos del primer y tercer volumen poseen también tales condiciones- como “Película muda”, un claro homenaje a 2001 de Kubrick en el que el transvase de lo real a lo fantástico es sutil y permite que los la violencia nómade del segmento inicial del film traspase la pantalla para cobrar vida en el mundo de los personajes. En “Película muda” el alunizaje terrestre se produce sobre un objeto similar al de Méliès. Lo grotesco no está tanto en que el astronauta sea devorado por la luna sino en la publicidad que viene a continuación. Es también grotesca la situación de “Una mañana cualquiera”, en el que un sujeto de exagerados fluidos nasales y la ayuda de alguien que le empuje sobre un inodoro pueden provocar su disolución en este.
            El tercer volumen toma como motivo a la “femme fatale”, por ello, la imagen construida es la más estereotípica. La mujer es objeto del deseo sexual masculino y a la vez es víctima de su agresión (que se formaliza a través de la figura del cuchillo). “Lirios” es un ejemplo del absurdo, pues el ramo de lirios que lleva el amante a su amada provoca en ella el rechazo. Quizás el texto que sale de este esquema sea “El hombre amaestrado”, en el que una mujer abandona a su familia para vivir con una especie de máquina sexual. Es el reverso del cuento “Muñequita linda” de Ninapayta. Pero sigue reduciendo a la mujer a una figura sexual.
            Dentro del corpus del microrrelato o cuento breve peruano, Aspavientos sale del promedio por su búsqueda en contar algo duradero, antes que sintetizar la anécdota en un par de frases geniales. Creemos que los relatos más extensos son los más logrados y el tono lírico potencian sus ficciones.

Elton Honores
Universidad Nacional Mayor de San Marcos