Campo Ricardo Burgos López. Planeta Homo. Bogotá:
Autores editores, 2016. 164 p.
Ricardo Burgos (Bogotá, 1966) vuelve
a la ciencia ficción con Planeta Homo.
Esta no es superior a su novela El clon
de Borges, una de las obras maestras de la CF latinoamericana contemporánea,
por razones que expondré a continuación.
La novela narra la expedición terrestre,
en el año 2310, al planeta Felicia. Este es el primer planeta descubierto con
inteligencia superior (aunque inferior a la terrestre, pues su tecnología es
equivalente a la del siglo XX). El principal acontecimiento es que en Felicia domina
la homosexualidad. A diferencia de la tierra, existen narraciones primigenias,
pero estas hablan de dos Adanes y de dos Evas que se unen. Los felicianos
mantienen su heterosexualidad solo para la procreación, (que es un acto
traumático). Así mismo hay relatos literarios que son versiones distorsionadas
de las terrestres (este recurso ya había sido explotado en El clon de Borges), en los que el tema de la homosexualidad es el leit-motiv.
Esta situación promueve una serie de
discusiones e hipótesis en la tripulación terrícola en Felicia. La CF permite
el contraste y la extrapolación para comparar ese mundo posible con el
terrestre. Así que cuando se descubre un segundo planeta con vida inteligente
llamado Genheimer –en el que también predomina la homosexualidad- esto provoca
una crisis en la tripulación y en el propio planeta tierra, produciéndose una
inversión de valores: lo homosexual es lo “normal” en el universo, y la
heterosexualidad terrestre, una desviación, una anomalía del cosmos. Ser
heterosexual es ser una criatura fantástica para los ojos de los felicianos
(ellos nunca han visto a un heterosexual, son casi como los unicornios
terrestres), mientras que se desliza la posibilidad que la homosexualidad sea de
origen alienígena. Estas paradojas y contrastes son importantes porque
relativizan la experiencia humana como natural y nos hacen pensar en los
límites de la CF, por cuanto todo lo que estamos haciendo en este momento puede
ser tomado como irreal o fantástico o imposible en otros mundos.
La singularidad de la visita a
Felicia es que parte de la tripulación empieza a manifestar conductas homosexuales.
E incluso en la tierra, tras la difusión de la noticia, se producen olas de
psicosis homosexual que incluso lleva a enfrentarse a ambos bandos, en una
especie de apocalipsis-homosexual.
En algún momento, la novela recuerda ciertas
estrategias de autores como Rivera Saavedra, cuando hace que los astronautas
negros se tornen blancos en otro planeta y los blancos, negros; y que esto dé
pie a mantener estructuras mentales cerradas, basadas en el racismo: También en
Adolph y la idea de nuevos tipos de relaciones sexuales en otros planetas.
Incluso, la novela mantiene al inicio ese choque brutal con una nueva realidad,
al modo de la serie The Twilight Zone.
Pero ese interés se va diluyendo al reiterarse la propuesta de “realidad
homosexual” (y conductas sexuales que se repiten, provocadas quizás por una
conciencia planetaria de Felicia, que tampoco se esclarece) y basarse en
estereotipos (los homosexuales solo buscan el sexo; representan al mal y deben
ser combatidos), hacia el final de la novela.
Planeta Homo de Burgos es delirante en varios momentos. Su
estructura es la del carnaval, que invierte valores. La novela es de actualidad
si pensamos en los cada vez mayores reconocimientos legales que obtienen en las
sociedades latinoamericanas. Así mismo, la existencia de planetas como Felicia
y Genheimer pone en discusión la validez de la “teoría queer”, como se menciona en algunas de sus páginas.
Elton Honores
Universidad Nacional Mayor de San Marcos