Alejandro
Susti. Aspavientos. Lima: Borrador, 2016. III Vol.
Alejandro Susti (1959), es autor de Aspavientos, libro de relatos breves, dividido en tres volúmenes.
La
RAE define “Aspaviento” como la “Demostración excesiva o afectada de espanto,
admiración o sentimiento”. Es decir, el libro de Susti contiene hipérboles
grotescas, absurdas, fantásticas y eróticas de una realidad muy particular.
José Güich (El Comercio, 19 de
diciembre) sostiene que en el primer volumen: “Desfilan el submundo de la
burocracia judicial, la retórica insufrible de las celebraciones patrióticas,
el consumo que idiotiza o hasta la mezquindad, cuando no medianía, de los
propios escritores”; en el segundo “habita una orientación a lo fantástico,
pero teñida de una suerte de humor negro o tragicómico […] Y también se zahiere
la insensibilidad o inoperancia del sistema educativo”; en el tercero hay: “una
combinación particular entre lo insólito y extraño. La mayor parte de los
trabajos gira en torno de la sexualidad y el erotismo”. Giancarla Di Laura (Exitosa, 14 de diciembre) agrega que “hilo
en común [del libro] es la mirada irónica, humorística y desacralizadora del
narrador”. Para nosotros el autor se vale de dos estrategias principales: lo
grotesco (la mezcla de dos órdenes de realidad; lo visceral, corporal y
escatológico) y el absurdo (la ruptura de las leyes de causalidad), con estas
categorías construye sus textos.
El primer volumen, contiene, según nuestro criterio, los
relatos más sólidos de la propuesta. Por ejemplo, la perspectiva con la que es
contada la “Historia de un sello” supone la animación de un objeto. Esto puede
hacernos pensar en el absurdo, pero lo que está detrás es la reflexión sobre el
paso del tiempo, el envejecimiento y la inutilidad de los objetos (que en
términos alegóricos son también los propios seres humanos), que son desechados
por las leyes o nuevos cambios tecnológicos, que los hace improductivos. En “Un
empujoncito” nuevamente la burocracia limeña adquiere un tono kafkiano, en el
que los funcionarios de segundo rango son como pequeños reyezuelos al interior
de la administración pública, pues son quienes en realidad “mueven los hilos” y
agilizan los trámites. En ambos casos podemos pensar en una estructura administrativa
de estructura colonial que el autor ironiza. Aquí, otra vez, el tiempo limeño
se diluye, se alarga en el pago que debe realizarse. El tiempo será nuevamente
motivo en “Mandato judicial” que reafirma la tesis de Einstein respecto a que
el tiempo es relativo.
En el segundo volumen, se concentran los textos
fantásticos –aunque algunos del primer y tercer volumen poseen también tales
condiciones- como “Película muda”, un claro homenaje a 2001 de Kubrick en el que el transvase de lo real a lo fantástico
es sutil y permite que los la violencia nómade del segmento inicial del film
traspase la pantalla para cobrar vida en el mundo de los personajes. En “Película
muda” el alunizaje terrestre se produce sobre un objeto similar al de Méliès.
Lo grotesco no está tanto en que el astronauta sea devorado por la luna sino en
la publicidad que viene a continuación. Es también grotesca la situación de “Una
mañana cualquiera”, en el que un sujeto de exagerados fluidos nasales y la ayuda
de alguien que le empuje sobre un inodoro pueden provocar su disolución en
este.
El tercer volumen toma como motivo a la “femme fatale”,
por ello, la imagen construida es la más estereotípica. La mujer es objeto del
deseo sexual masculino y a la vez es víctima de su agresión (que se formaliza a
través de la figura del cuchillo). “Lirios” es un ejemplo del absurdo, pues el
ramo de lirios que lleva el amante a su amada provoca en ella el rechazo.
Quizás el texto que sale de este esquema sea “El hombre amaestrado”, en el que
una mujer abandona a su familia para vivir con una especie de máquina sexual.
Es el reverso del cuento “Muñequita linda” de Ninapayta. Pero sigue reduciendo
a la mujer a una figura sexual.
Dentro del corpus del microrrelato o cuento breve peruano,
Aspavientos sale del promedio por su búsqueda en contar algo duradero, antes que sintetizar la anécdota en un
par de frases geniales. Creemos que los relatos más extensos son los más
logrados y el tono lírico potencian sus ficciones.
Elton
Honores
Universidad
Nacional Mayor de San Marcos