martes, 23 de julio de 2013

Juan José Cavero. Cazador de momentos. Lima: Altazor, 2013.


Juan José Cavero. Cazador de momentos. Lima: Altazor, 2013.


Obra maestra ****
Muy buena ***
Buena**
Regular *

Juan José Cavero (1972) incursiona con esta novela en la ciencia ficción, con clara influencia del cine. La escena inicial instala al lector en Lima en el año 2055, en la que se destaca la corrupción como escena primordial, es decir, un mundo informal en el que abundan software piratas. ¿Por qué? Porque acaso sea inverosímil proyectar en el tiempo un mundo distinto, una sociedad alterna. Cazador de momentos (primera entrega de un díptico) es una novela distópica inscrita en el ciberpunk (alta tecnología, pobreza extrema y un sistema político totalitario). La trama se desarrolla cuando René y su compleja máquina de realidad virtual son llevados a la lejana China para ser re-ensambladas. En China gobierna el Partido Único, cuyo gobernante domina el espacio urbano con carteles de su rostro sonriente –guiño al mundo orwelliano-, y que ideológicamente no admite otra línea de pensamiento distinto.

Dos referentes cinematográficos destacan. Al igual que Strange Days (1995), film de Kathryn Bigelow, se refiere una tecnología ilegal que ofrece experimentar el recuerdo de otros, como una nueva droga, un nuevo vicio cibernético para huir de la realidad. En la novela de J. J. Cavero se busca el sentido inverso: regresar, volver a la realidad, con claras connotaciones políticas que se revelan al final de la novela. El otro film es Inception (2010) de Christopher Nolan, en donde los personajes se adentran en la mente para robar información o sembrar una idea. En la novela de J. J. Cavero, la información robada, los denominados “momentos” son ofrecidos a otros como imágenes fantasmáticas simuladas en la experiencia virtual.

Estos “momentos” que ofrece René Santos en Lima, personaje central de la novela, provienen de diversos espacios (costa, sierra y selva), todos traumáticos: el incendio en mesa Redonda, el oleaje de frío en la sierra y el escape de un degollamiento masivo –acaso en Bagua-, todos referentes al dolor y la amenaza de muerte. René se autodefine como artista del dolor de los “momentos” de los otros. Tener un “momento” es haber padecido dolor en este mundo. La fantasía futurista que propone J. J. Cavero es experimentar el dolor y simular la muerte. Pero estos “momentos” son alterados digitalmente por René y las personas pagan elevadas sumas de dinero por ese simulacro. Las biocámaras son entonces una nueva forma de alienación (acaso similar a los actuales videochats en línea vía Skype, en donde personas reales pasan horas y horas, negando el contacto humano real).

En la escena final se revela el objetivo político oculto de transportar estas máquinas a China: reeducar a los presos políticos opositores al régimen y a los propios miembros del partido, a través de esta nueva forma de miedo. Pero ¿acaso ese no es el rol de la TV. en el aquí y el ahora? Imágenes de horror televisivo emitido a diario, que impone un único punto de vista: el de los que tienen el poder; como si el dolor estuviese de moda. Cazador de momentos es una novela notable, una opera prima que ubica a su autor como gran promesa del género de CF. No es casual que haya quedado como finalista del Premio de Novela Breve de la Cámara Peruana del Libro 2013. El autor ha elegido seguir un camino, el de la ficción fantástica, y ello es digno de celebrarse por las técnicas que posee y el uso de ese limeñismo que ancla la novela en este aquí y ahora. Cazador de momentos es una novela más que recomendable.

Elton Honores
Universidad Nacional Mayor de San Marcos