Jorge Casilla. El viajero onírico.
Lima: Colmena, 2025. 151 p.
Esta
nueva entrega literaria de Jorge Casilla (Lima, 1982) es su libro más personal,
en el que, a través de intertextualidades, rinde tributo explícito a sus héroes
literarios, destacándose con claridad tres tradiciones: la hispana, la clásica occidental
y la norteamericana. Si comparamos este libro con la actual producción del
cuento fantástico veremos que se aleja de los tropos dominantes. Casilla parte
de un concepto: la literatura es una suerte de “doppelgänger” de la realidad,
por ello, en sus cuentos, los personajes de ficción se materializan y cobran
vida propia. En ese punto es tanto borgiano como pirandelliano. También se trata de cuentos metatextuales en
el que se reflexiona sobre la creación, la crítica literaria y las amistades
literarias.
Asimismo, hay también espacio para la
impronta policial clásica, veta poco explorada por los cuentistas contemporáneos,
y pone más atención a los diálogos que son los que finalmente permiten que la
acción avance hacia la resolución. En otros parece haberse infiltrado ciertos
pasajes de su experiencia como profesor de literatura que aparece en uno de los
cuentos, un profesor “burócrata”, más interesado en interpretar y definir un
verso oscuro que en la vida misma, que pasa y se desvanece frente a sus ojos y
vida solitaria (“Soneto XXIII de Garcilaso”); o en estas amistades literarias
que se trastocan en resentimiento y envidia, y que pesar de eso, no dejan de
mantener cierta admiración hacia el otro, en una relación amical toxica de
amor-odio, sobre la base de un autor que no es sino Miguel Gutiérrez ficcionalizado
(“El furor de las horas”).
Por momentos los cuentos son
glosas, variaciones o pasajes olvidados de sus héroes de ficción. Ficcionar en
sí mismo sobre la literatura parece ser un mal negocio, dado que algunos
cuentos del libro solo pueden ser disfrutados con mayor plenitud si el lector
conoce los referentes, y algunos, más allá de su estatus de clásicos están
bastante alejados del lector contemporáneo promedio (sobre todo los de
referencia hispana), quien está más acostumbrado a la espectacularidad del cine
blockbuster, al lenguaje de best seller o simplemente a historias personales de
vida, y visión maniquea. Casilla sale de esa zona de confort e intenta unir los
referentes de la cultura literaria clásica con la visión posmoderna.
“Historia de un vagabundo”,
dedicado a otro maestro, José Güich, trata sobre el arte original y de los
imitadores e impostores. Es una estupenda reflexión sobre lo que significa hacer
arte el día de hoy.
Elton Honores
Universidad Nacional Mayor de San
Marcos
