domingo, 11 de noviembre de 2018

Fantasmas del futuro. Teoría e historia de la ciencia ficción (1821-1980). Por José Donayre




Elton Honores nos sorprende, por quinta vez, con Fantasmas del futuro. Teoría e historia de la ciencia ficción (1821-1980)*, nuevo título que se suma a anteriores entregas que dan parte de una producción literaria nacional que se ha producido al margen de un canon marcadamente realista. Las casi quinientas páginas de este flamante volumen son difícil de resumir, reseñar o comentar sin sacrificar información valiosa, sin dejar de lado explicaciones minuciosamente desarrolladas, son soslayar análisis de precisa arquitectura, sin obviar comparaciones de extenso y didáctico desarrollo. El trabajo académico de Honores, visible por medio de publicaciones desde 2010, da cuenta de un crítico con un enfoque claro, que sabe controlar los ímpetus de su pasión. Sus libros decantan el trabajo de un investigador que sabe tomar la distancia necesaria para lograr objetividad, y contrastar sus hallazgos con la certeza que exige la ciencia en su constante revisión, replanteamiento y reformulación. Esto tampoco significa que Honores no tome riesgos. Los asume, sin ninguna duda, pero todo queda suficientemente sustentado para un buen desarrollo de la lógica de su discurso. De modo que la ruta desde la observación hasta las conclusiones es un recorrido que ilumina, entusiasma e inspira.

Una rápida revisión de Fantasmas del futuro deja una grata impresión por el nivel de detalle que ha logrado su autor. Los descubrimientos de Honores tienen un aspecto crucial: la pronta puesta en valor de autores bajo gruesas capas de polvo y títulos hallados tras un paciente y largo trabajo en archivos, bibliotecas y demás repositorios, tarea de mucho sacrificio, que supone aplazar otros proyectos y metas igual de importantes. Un más atento acercamiento a Fantasmas del futuro permite ahondar en los aportes teóricos de un especialista que sabe dosificar y sopesar sus valiosos descubrimientos. En este sentido, estamos ante un libro de doble función, es decir, Honores pone a nuestro alcance una obra cuya meta es brindar un amplio panorama que abarca más de ciento cincuenta años de producción literaria a partir de la fecha formal como nación independiente, y por otro lado, nos brinda una sistematización teórica que nos permite comprender los vasos comunicantes que explican diferentes manifestaciones estéticas, momentos muy puntuales de eclosión, y las diversas motivaciones que subyacen a la formulación de sus hipótesis, es decir, las ideas que explican lo observado y expuesto por Honores.

En vista de la gran complejidad de Fantasmas del futuro, se cree oportuno desarrollar cinco aspectos con cierto desempeño transversal, con lo cual se podrá ofrecer, a manera de muestra, una idea más o menos certera de los alcances de esta nueva entrega de Honores.

1) La delimitación temporal del género. Honores organiza su volumen desde una idea fuerza crucial para la conveniente fluidez de su teoría e historia de la ciencia ficción entre 1821 y 1980. Como bien refiere el autor, la ciencia ficción es un género con apenas dos siglos de producción, integrado por un corpus de textos fundacionales de la tradición europea, en el siglo XIX y estadounidense en el siglo XX. Las discusiones teóricas logran arribar a un consenso solo hacia fines de la década de 1970. En América Latina, sostiene Honores, las incursiones al género se dieron desde autores del mainstream, aunque fueron más que incursiones aisladas —salvo excepciones como Clemente Palma, para el caso peruano—. Para este investigador, los procesos de modernización de la primera mitad del siglo XX en América Latina ayudan a asentar el género, en tanto que los discursos ficcionales se inscriben en problemáticas globales (como la Segunda Guerra Mundial o la Guerra Fría), por ello recogen y refractan tensiones históricas, fantasías y deseos sobre el futuro. Honores deduce que, en otras latitudes, la irrupción de la ciencia ficción como discurso ficcional es tardía.

2) El lugar de enunciación para la delimitación conceptual del género (ficción fantástica versus ciencia ficción). De acuerdo con Honores, eI factor político tanto de lo fantástico como de la ciencia ficción dependerá siempre del lugar de enunciación, es decir, desde qué espacio sociopolítico se percibe y asume cada tipo de registro. El autor de Fantasmas del futuro considera que la condición del monstruo depende más de dónde estemos ubicados, ya que este es siempre el otro, pero considera que es también nuestro reverso, y se constituyen procesos de transformación de “lo normal”, que da pie a lo diferente y lo distinto. Honores refiere que podemos establecer un diálogo entre “identidad” y “diferencia”, donde la identidad es lo propio, mientras que lo diferente es lo foráneo y desigual, o sea, lo que sale de la norma. En la literatura fantástica se da esta lucha dialéctica y se busca acabar con la diferencia. En la ciencia ficción también se da también este proceso dialéctico entre “identidad” y “diferencia”. La diferencia se produce en aquellos que no se reconocen como parte del sistema y constituyen serias amenazas para el orden social. Son también presencias monstruosas, en la medida que manifiestan una agencia distinta a las aceptadas.

3) Ciencia ficción de sabor nacional. Honores sostiene que la ciencia ficción peruana —de la posguerra y la estética modernista hasta 1945 (adelantos científicos en medio de desastres bélicos), entre 1945 y 1968 (crítica social y miedo latente a la amenaza nuclear), y de 1968 a 1980 (motivada en un comienzo por la carrera espacial)— refracta las tensiones sociales y políticas del momento histórico en el que se inscriben, a la vez que, en términos políticos, oscilan en proyectos utópicos, o en visiones distópicas sobre el futuro inmediato de la nación. Para este investigador, la principal estrategia es la extrapolación temporal, es decir, la proyección hacia un tiempo futuro, en ese “entonces” hay un miedo a las sociedades totalitarias socialistas imaginadas desde el capitalismo estadounidense, con las taras del presente —racismo, discriminación, lucha de clases—. Honores precisa que este progreso no ha sido igualitario, lo que explica la reivindicación de las provincias que imaginan un desarrollo superior al de la capital. Hay también una preocupación por la pérdida de los sentimientos humanos. Estos textos reflejan también la condición del artista marginal que no encaja en el sistema. Asimismo, hay un interés por mostrar la tensión entre el progreso y el fracaso científico. Elton Honres asevera que la ciencia es inútil y provoca desconfianza e insatisfacción, y que, en este contexto, el miedo a la amenaza de una guerra nuclear de connotaciones catastróficas es más que latente.

4) Apocalipsis made in Peru. Honores, a partir de planteamientos teóricos de Frank Kermode, David Ketterer, Lois Parkinson Zamora, Malcom Bull, Geneviève Fabry, Ilse Logie y Lucero de Vivanco, traza un consistente marco para ubicar y analizar las particularidades de lo apocalíptico en los relatos peruanos que no se hallen en la dimensión e intención mimética verosímil propia del realismo. De este modo, Honores nos lleva a “Apocalíptica” (1883) de Ricardo Palma, “Febri-morbo” (1898) de Enrique López Albújar, “El día trágico” (1910) de Clemente Palma, “El fin de la raza” (1910) de Eduardo Herrera, “¡El bólido!” (1943) de Sebastián Salazar Bondy, “La bomba J” (1958) de Héctor Velarde y “El tiempo del fin” (1966) de Juan Mejía Valera. Para Honores, la diferenciación de las causas de lo apocalíptico resulta iluminadora. Así, queda claro que en los cuentos peruanos hay un predominio del futuro catastrófico (López Albújar, Clemente Palma, Herrera, Salazar Bondy y Mejía Valera). Solo dos relatos, precisa Honores, el futuro apocalíptico es dominante (Ricardo Palma y Valdelomar). Y solo uno plantea el futuro posnuclear (Velarde). Más allá de estas diferencias, en general, plantea Honores, los relatos muestran una desconfianza en la ciencia como promotora de progreso y privilegian a Lima —ciudad periférica— como centro de la catástrofe. Asimismo, Honores, subraya lo planteado por De Vivanco en cuanto a la relación entre lo apocalíptico y la crisis. Para De Vivanco, arguye Honores, lo apocalíptico es un rasgo identitario de la nación peruana.

5) La poética de J.B. Adolph. Cierta posición, no del todo superada sobre todo en el Perú, es la de considerar a la ciencia ficción como un producto asociado a la literatura de evasión e infantil, como señala Honores en las primeras páginas de Fantasmas del futuro. En gran medida, la obra de Adolph contribuye a repensar en el alcance y aporte de este género. Honores hace un exhaustivo análisis de la obra de Adolph, centrándose tanto en su arte poética como en sus primeros cinco libros de cuentos. En resumen, de acuerdo con Honores, Adolph se inserta en un periodo de transición de la narrativa moderna hacia la narrativa contemporánea. Su producción tardía a la emergencia de lo fantástico en la década de 1950, sostiene Honores, puede explicar hasta cierto punto su posición marginal ante otros autores de fantásticos, pero esta condición periférica se debe también a su cercanía con la dictadura de Juan Velasco. Adolph utiliza los códigos de la literatura de masas, como bien observa Honores, no para producir obras en serie sino para introducir cuestiones de orden metafísico. Honores anota que este autor utiliza la extrapolación temporal para ubicar las acciones en un futuro, y que en ese entonces por ocurrir se revelan las contradicciones y vacíos del presente.

Fantasmas del futuro no es una respuesta al reciente título publicado por José Güich (Universos en expansión. Antología crítica de la ciencia ficción peruana: siglos XIX-XXI), pues ambos han aparecido casi simultáneamente. Entre uno y otro hay hondas coincidencias, pero también notables diferencias... y también insondables silencios que comunican. Ambos se complementan y retraen, uno y otro incentivan al lector a seguir hurgando en las cuerdas espaciales, y en los misterios del universo y las posibilidades del futuro. La antología de ciencia ficción que ya está bien avanzada por Honores se basará sin duda en los presupuestos expuestos tan ampliamente en Fantasmas del futuro. Teoría e historia de la ciencia ficción (1821-1980). Solo título (Noticias del futuro) ya remece el escenario literario nacional. Esta es una obra que se complementa a su antología de ficción fantástica Más allá de lo real. Como testigo de estos maravillosos hechos, e incluso cómplice en algunas de las conspiraciones académicas eltonianas, además de persona natural de algún modo vinculada con estas inquietudes, solo me queda esperar las respuestas de los nuevos investigadores. Quieran los apus que algunos de estos fantasmas del futuro estén aquí, escuchándome, en este recinto académico.

*Texto de presentación de José Donayre, leído el martes 6 de noviembre en el marco del X Coloquio de estudiantes de Literatura, Caelit-UNFV.