Sarko Medina. La calle está dura. Arequipa: Aletheya, 2021. 151 p.
Sarko Medina (Arequipa, 1978) es uno de los escritores contemporáneos más interesantes del panorama actual, aunque la circulación de su obra sea bastante restringida ya que publica en su ciudad natal y sus libros solo circulan en ferias como La independiente, con un alcance dirigido más a estudiantes universitarios y profesores o profesionales. El “gran” público queda reservado temporalmente para la Feria Internacional del Libro a la que si bien muchos tienen la fortuna de llegar, la gran mayoría de autores queda excluida. Aunque la feria tampoco es garantía de la circulación del libro porque al igual que el cine, en el que solo una o dos películas acaparan todas las salas de los multicines con su maquinaria publicitaria (o Barbie u Oppenheimer), y el favor de los youtubers; en el caso de los libros ocurre igual: dos o tres autores mediáticos, con guardaespaldas y presencia mediática son los que al final se convierten en los “más vendidos” y promocionados en las cadenas de librerías y prensa mediática, influencers y booktubers, (que muchas veces reciben muestras para que las promocionen en sus canales digitales, y que se reduce a leer la contratapa del libro o mostrar la portada, el objeto en sí mismo, con todo el problema que supone creer que esto es hacer crítica, ya que en el mejor de los casos se hace un resumen) dirigidos a la clase media y alta, quienes son los que “consumen” libros (por cierto, no se tiene medición de los libros que se compran en Amazonas, Jirón Quilca o Jirón Camaná en el centro de Lima).
Esta problemática viene de hace ya bastantes años atrás y comenzó a distinguirse con claridad en la década de los años 90, cuando todavía había una prensa cultural en medios periodísticos, y que sí hacía crítica de libros -y que conforme pasó el tiempo fue perdiendo no solo peso y sustancia, sino también poder simbólico entre los lectores y ahora es casi desértico (salvo los canales digitales que es una “tierra de nadie”, o mejor dicho “tierra de todos”, sumado a la cultura “woke” y a ser políticamente correcto). Claro, siempre hay excepciones de buenos booktubers, pero siguen siendo eso: excepciones a la regla.
Volviendo al libro de Sarko Medina es necesario hacer este breve contexto, ya que sumado al hecho que el autor ha transitado por el cuento fantástico, este libro de cuentos tiene un registro hiperrealista, no en cuanto a que se exacerbe la materialidad de la pobreza social y económica de los sectores bajos o populares de la sociedad, sino que mucho del material de base de estos relatos los podemos ver en los noticieros locales, es decir, casos criminales cotidianos, pasionales. En estos relatos la conducta criminal acaba siempre en la muerte. Casos de bullying, prostitución, el aborto, hijos que asesinan a sus abusivos padres, etc. Hay una crisis moral que recoge el libro a partir de estas “microhistorias”. En ese sentido, Medina supera las limitaciones del realismo burgués, anclado en sus crisis personales, la pérdida de su mascota, o conflictos con el “padre” para adentrarse a un universo criminal con una intención periodística o documental. En esta línea, “Te esperaré” sea acaso uno de los mejores textos del libro, en el que se une lo trágico, la vaga noción de una muerte “digna” y una violencia con un único final.
Si bien esta es la base del libro hay dos textos que escapan con claridad a este eje dominante. Se trata de “La chica que quería ser Slash” y “Ataque Techno”, ambos de ambiente musical y que probablemente se basen en experiencias personales ficcionalizadas. En el primero, se cuenta dos historias, la real y la fantasiosa acerca de un “amor imaginario” adolescente. Un adulto recuerda con nostalgia ese primer amor de adolescencia y reconstruye bastante bien esa primera sensación vaga de amor. Si bien en el presente de la narración la amada está ya muerta, eso no impide que ese recuerdo sea tratado con cierta madurez no solo para aceptar el hecho sino comprenderlo en su intimidad y cuyo secreto se revela hacia el final del cuento. En el segundo, Medina ambienta la historia hacia mediados de los años 90, en un país ya más estable de la violencia terrorista y afiebrada por la moda de la música techno. El personaje es un joven sin futuro ni esperanza (una condición atribuida a la denominada “Generación X”), solo que no vamos a encontrar en este texto ni subtes -que ahora con canónicos y museables-, ni anarquistas ni panfletarios, sino a un personaje de la clase popular (la gran mayoría del país), alienado, cuya única vía de escape a esa situación marginal o futuro incierto es el baile y la competencia. Quizás tome como modelo a Saturday Night Fever (1977) película que rendía tributo a la música disco. Lo interesante es que creo que ha pesar de haber transcurrido cerca de 30 años, este el primer cuento que trata este aspecto de la cultura juvenil de los 90. Así Medina reconstruye desde la ficción, un mundo que se fue, que es pasado, pero que el lector de 40 años a más podrá reconocer y quizás reencontrarse. Es una gran historia, que quizás merezca una versión cinematográfica.
Elton Honores
Universidad Nacional Mayor de San Marcos