lunes, 17 de julio de 2023

Jorge Santiago. El libro de los sacrificios. Lima: Pakarina, 2023. 94 p.

 


 

Jorge Santiago. El libro de los sacrificios. Lima: Pakarina, 2023. 94 p.

 

              Desde hace un buen tiempo la novela se erigió como el género canónico de la literatura, desplazando a otros como la poesía, el cuento e incluso a la dramaturgia. Salvo contadas excepciones, la novela peruana mainstream se ha convertido en un lugar común, industrial y predecible (aunque esto último puede decirse de toda la literatura, en muchos casos con solo leer la sinopsis sabemos qué ocurrirá, lo que importa es el cómo). Personajes atrapados en la figura omnímoda del padre, ya sea a nivel temático o de estilo (léase Vargas Llosa), las crisis familiares son materia prima. También está el tema de la violencia ya sea violencia “política” o urbana que roza lo pornográfico. A ello se suma la novela “histórica”, la más seria y grave y aceptada por los cenáculos de profesores universitarios de literatura. Pero, por otro lado, es en el cuento en donde encontramos la verdadera renovación. Los cuentistas (y sobre todo los del cuento fantástico en general) han sabido asimilar diversas tradiciones en la búsqueda de un estilo propio y original, que obviamente se alimenta de la literatura anterior y de otras tradiciones como el cine, el manga, etc., pero que no son copias, sino obras auténticas. Autores como Yeniva Fernández, Alexis Iparraguire, Salvador Luis, Christian Briceño o Fernando Iwasaki, Enrique Prochazka y José Güich son apenas algunos nombres esta gran tradición del cuento peruano contemporáneo. En esta línea podemos ubicar a Jorge Santiago, autor con dos libros anteriores Usted viene de allá (2012) y Las dos caras del héroe (2018). A pesar de ser un muy buen narrador el “sistema” literario (llamémosle así) es incapaz de integrar al autor (como a muchos otros más) dentro de una tradición. La tradición narrativa peruana es la menos renovada (en el peor de los casos la historia literaria se quedó en la narrativa de la “Generación del 50”; y en el mejor, en los autores del “Grupo Narración” de fines de los 60 y 70). Más allá de eso no hubo mayor incorporación. La amplia obra de Fernando Ampuero pasa como desapercibida junto a otros de su generación. Y ni qué decir de los narradores fantásticos del periodo: José B. Adolph, Carlos Calderón Fajardo, Luis Freire o Harry Belevan. “Todo está por hacerse” decía en clases mi profesor Américo Mudarra. Y a pesar que han pasado cerca de 20 años, el panorama ha cambiado poco.

              Volviendo al libro, este está integrado por once cuentos cuyas temáticas van desde lo fantástico, el policial y la ciencia ficción. Los recursos que utiliza son la intertextualidad como ocurre en “La muerte de Jean-Baptiste Grenouille” que presenta otro final al personaje de El perfume de Patrick Süskind, en clave fantástica. De estilo cortazariano son también “Felinos” y “El ciervo” en donde se producen dislocaciones en el personaje producto de la metamorfosis. En cuanto a la CF, “Vuelta a empezar” nos habla de una invasión alienígena, mientras que “Marcio” presenta a un singular personaje creador de bestias mecánicas que pasan como animales reales en un extraño circo. Y de estirpe policial-criminal es “El huésped” acerca de un extraño visitante y las relaciones de poder que se establecen entre ellos, con un final realista en la línea del serial-killer. Quizás tanto “El huésped” como “Marcio” sean los cuentos más ambiciosos de El libro de los sacrificios.

Estos son solo algunos rasgos de un libro que está más cerca de la literatura culta que de la literatura popular realista. Quizás por diversos factores lo fantástico en el Perú sea elitista y carezca de ese carácter “popular” o masivo (los libros globales impresos de autores fantásticos son caros; los autores locales que producen textos fantásticos tienen lectores minoritarios, universitarios, profesores de literatura; los tirajes son reducidos y la circulación y distribución, un desastre, aunque esto último puede decir de casi todos los libros publicados en el país). Como literatura culta este libro está condenado a ser leído por pocos lectores. Internet o los libros digitales tampoco fueron una solución a la difusión y lectura de textos fantásticos para una generación de lectores que quiere “todo gratis”. Lo fantástico no es popular: aceptemos su marginalidad. Excepto Stephen King y el manga japonés.

 

Elton Honores

Universidad Nacional Mayor de San Marcos