Yeniva Fernández. Siete
paseos por la niebla. Lima: 2015. Inédito.
Obra maestra ****
Muy bueno
Bueno
Regular
Con este segundo libro, Yeniva Fernández (Lima, 1969) ha
escrito una verdadera obra maestra de la narrativa fantástica peruana
contemporánea. La madurez alcanzada por la autora respecto de su primer libro
es notable. Ya en Trampa para incautos
(2009) se notaba un abordaje hacia las formas del cuento fantástico y extraño,
algunos de gran factura, frente a otros aún por pulir. Luego de cinco años, Siete paseos por la niebla, ella confirma sus dotes como narradora,
dueña de un universo propio, cuyos personajes poseen una interioridad rica en
matices.
“Rutka o la historia de algunas flores extrañas” cuenta
la historia de una extraña niña polaca y su relación de amistad con la
narradora. Rutka es un ser extraño (y esa será una característica constante de
los personajes) que recibe el odio de sus compañeras de clase. El universo
infantil se muestra agresivo y violento, como el mundo de los adultos. Pero
Rutka es ante todo un antiguo ser mágico que en la modernidad debe ocultarse y
vivir, junto a su tía, como simples ciudadanas. La reminiscencia a la antigua
condición femenina como ser sagrado se revela en una dimensión que está más
allá del tiempo humano.
“Una noche en Las Dalias” se concentra en la vida
interior de Natalia, joven asediada por sus amigas, por la necesidad de tener
pareja y el consiguiente matrimonio. Ante este acoso, ella se inventa un
pretendiente, que al final del relato adquiere forma y dimensión física real.
Es decir, el deseo de Natalia termina por hacerse carne, el fantasma (la
sombra) entra en contacto con ella. La fantasía femenina es tan poderosa que
puede hacer real cualquier deseo. El mundo complejo de la mujer madura está
lleno de tensiones, conflictos, órdenes, que cuestionan su condición e
identidad.
De estructura policial y apelando a las cajas chinas,
“Persona desparecida” cuenta la misteriosa desaparición de Jorge, en la voz de
Adela Lozano, amiga y amante temporal de Jorge. De lo narrado a la vez por
Jorge (nueva caja china) se desprende que Jorge tuvo un extraño amorío en París
con Sara, quien se revela como ser vengativo pero también sobrenatural, capaz
de transformarse en una gata, que demanda un amor exclusivo y total de su
amante. Las circunstancias amorosas de Jorge impedirán esa exclusividad y ya en
Lima, Jorge sufrirá las consecuencias de engañar al objeto amado en París. La
transgresión tiene aquí una sanción, por ello la estructura del cuento es
tradicional. Si bien hay un retorno a la normalidad, esta es pasajera o
relativa, pues más allá de la desaparición de Jorge, aún hay indicios de la
existencia de Sara como ser sobrenatural.
“Con Yolanda en el acantilado”, narra la amistad entre
Yolanda y la hermosa dama de traje blanco, ser invisible, evanescente ligado al
mundo de la naturaleza. El cuento simboliza a las mujeres como seres de niebla,
de bruma, ligadas a la naturaleza, dueñas de un mundo cerrado, pero compartido
entre sí mismas, al borde de la muerte.
“La pequeña compañía” alude a la presencia siniestra de
un conejo, especie de amigo imaginario de la niña María Fe, en una zona de
provincias. Lo que al principio parece propio de la imaginación infantil se transforma
en algo diabólico y real, a la vez que manifiesta antiguas prácticas de los
abuelos de la niña. La figura del conejo está más alejada de Alicia en el país de las maravillas de
Lewis Carroll y más cerca de la de Donnie
Darko de Richard Kelly. Además, la estructura nos recuerda a “Marita en el
parque” de José B. Adolph. Asistimos en el cuento de Fernández a un final que
castiga la transgresión del pasado.
“Antes que caiga la noche” anuncia el reino de la
felicidad, posible solo por el acceso al mundo animal y de la naturaleza. Como
en los cuentos de Cortázar, digamos “Axolotl”, la voz de la narradora ha
sufrido ya la metamorfosis, luego de su viaje a antiguas ruinas en Europa, tras
lo cual ha desaparecido para convertirse en una gata. Lo extraño no es la
metamorfosis en sí sino que esa zona de confort, ese paraíso se ve en peligro
por la violencia humana, lo que lleva a la narradora a buscar protección con
sus antiguos amigos.
“En memoria de Evelina” narra la historia de un amor
trágico, pues supone la posibilidad de la reencarnación de la antigua amante en
una niña llamada Evelina. Nuevamente, el mundo infantil del personaje se ve
trastocado de modo progresivo por el apoderamiento del espíritu de Celestine,
mientras que Daniel Pinto, músico venido a menos, se ve subyugado, dominado y
perturbado por el retorno de su antigua amante encarnada en la niña. La
obscenidad de ese amor no puede tener otro final que la tragedia y el retorno a
un orden aparente. Apoyado en la técnica de las cajas chinas, el cuento tiene
una atmósfera a “Silvio en el Rosedal” de Ribeyro y un homenaje a Adolph a
través de su personaje Joseph Adolph.
Podemos concluir
que en los cuentos de Siete paseos por la
niebla (cuya influencia de Edgardo Rivera Martínez es notable) lo siniestro
es algo que se intuye y se espera; que lo maravilloso coexiste con la realidad;
que los personajes que habitan este libro son singulares, pues se sienten
extraños, desarraigados, como no pertenecientes a este mundo; que el amor es el
eje del libro, pero no es amor transparente sino un amor en la bruma, en las tinieblas
(un amor que implica la idea de familia o las relaciones interpersonales, es
decir, el mundo de lo privado); y que la presencia de lo femenino mantiene su
vinculación con el mundo de la naturaleza y lo irracional. Situaciones
imprevisibles confluyen en lo fantástico, en el que el mundo infantil roza lo
siniestro, lo imposible y el caos. Para aquellos que dudan de la existencia de
una tradición femenina de lo fantástico, este libro es una prueba irrefutable
de una de sus principales exponentes y como unidad es simplemente
extraordinario.
Elton Honores
Universidad Nacional Mayor de San Marcos