sábado, 5 de marzo de 2011

Los que moran en las sombras. Asedios al vampiro en la narrativa peruana.




Presentación del libro:

Los que moran en las sombras.
Asedios al vampiro en la narrativa peruana.

Elton Honores & Gonzalo Portals



Agradezco la invitación de mis buenos amigos Elton Honores y Gonzalo Portals -y a la Casa de la Literatura- para presentar -junto a mis admirados Pepe y Carlos, notables escritores-, el gran volumen antológico Los que moran en las sombras. Asedios al vampiro en la narrativa peruana, que marca un descollante hito en la exploración de universos alternos en las letras de la comarca.

Se trata de un verdadero hallazgo, inusitado y bienvenido, que devela un corpus poco o escasamente conocido por la crítica, aunque eso ya no debería sorprendernos: ambos autores hace tiempo que han cifrado esfuerzos en revelar producción ajena a las corrientes principales, como son los dominios de las más desbocadas fantasías y de las más espeluznantes pesadillas.

En esta nueva aventura, la dupla Honores-Portals ostenta varios méritos, y entre ellos, quiero destacar el buen criterio para hacer acopio de textos escritos y que vieron la luz en diversas épocas y bajo distintas ópticas autorales.
Sorprende, por otro lado, comprobar que la presencia del vampiro ha sido continua y fructífera, desde el modernismo hasta nuestros días. Los sendos estudios preliminares dan cuenta de ese complejísimo proceso: este ser nocturno y espectral por excelencia, que aguijoneó la imaginación humana desde tiempos inmemoriales, recaló con éxito en el Perú y se quedó para habitar entre nosotros y quizá, espero, jamás retorne a las oscuridades de donde alguna vez salió. Celebremos con júbilo su epifanía.

Espero que semejantes aleteos sean igual de benéficos en el futuro, porque hasta donde mi entendimiento alcanza, los frutos anteriores y actuales son de excelente factura: bastaría para ello citar las ensoñaciones modernistas de Clemente Palma y Valdelomar, así como esa joya del redescubierto Alejandro de la Jara, quien con su novela corta El castillo de los Bankheil, publicada en la década de 1940 en Buenos Aires, nos legó un magistral tour de forcé, a la altura de los mejores exponentes europeos del llamado género gótico.

De igual manera, me es imposible obviar el sarcasmo burlesco de Rodolfo Hinostroza con esas desopilantes “Memorias de Drácula”, en las cuales el pobre Conde, otrora majestuoso, termina dirigiendo un espectáculo circense que será la campana crepuscular de su mundo, destinado a ser avasallado por la modernidad sin que nadie pueda evitarlo.

Y cómo olvidar la maestría de Calderón Fajardo y su entrañable narración “Gyula”, que nos deja un estremecimiento y una melancolía sin remedio, o las eficaces empresas narrativas de Iwasaki, Nicoli o Saldívar, que combinan sin ningún tapujo elementos de diversas tradiciones con soltura y talento. Esto, solo para citar algunos de los sencillamente terroríficos logros de este libro, de obligada lectura.

Hace un instante mencioné la comodidad con la que los descendientes de Vlad Tepes se han instalado en el Perú. Hagamos votos porque estas criaturas, prometeicas a veces, otras diabólicas (nada aburridas, por supuesto) y también tragicómicas, sigan impresionándonos y, mejor aún, tentándonos con sus promesas de una vida más allá de esta….que nos susurren acerca de una nueva Era de Dioses y Monstruos, esos que la buena literatura nos deja como huella indeleble que ni crucifijos, ni estacas de madera o dientes de ajo podrán disipar*.


José Güich Rodríguez.

* Texto de presentación leído en la presentación del libro, realizado el 25 de febrero de 2010, en la Casa de la Literatura Peruana.