sábado, 1 de enero de 2011

Los que moran en las sombras.




LOS QUE MORAN EN LAS SOMBRAS

Y los cazadores de cuentos.



La primera antología peruana sobre narraciones vampíricas con un título que nos recuerda a los preferidos por H.P. Lovecraft y su círculo (*) y que nos anticipa un delicioso zumo de sangre, al menos en la ficción, que como afirma Vargas Llosa, es más perfecta que la realidad objetiva.

La temática elegida, los vampiros y su mundo de los no-muertos, me ha hecho reparar en otras antologías en español, ejemplo, las editadas por Editorial Bruguera (Barcelona), a finales de la década de los sesenta y que conformaba títulos como: Las mejores historias de fantasmas, Las mejores historias de ultratumba, Las mejores historias de horror, entre otras tantas y ha sido justamente el título obligado, también sugerido: Las mejores historias de vampiros, el que me ha hecho revisar mi biblioteca y notar que dicha antología de Bruguera no figura en mi colección personal, al punto de no estar seguro, si alguna vez se editó, si o no, una sobre el particular.

He leído con interés la doble introducción de la obra (la de Honores y Portals), que muchas veces algunos lectores omiten o leen al final, en tanto les guste o no el cuerpo narrativo del libro, y sin duda a mi me ha parecido más que interesante y pertinente, pues aparte de escritor y lector, me apasiona el trabajo de investigación, y mucho mejor si versa sobre el tema sobrenatural en la literatura y otras artes, como es el caso.

Luego ha venido la lectura de las narraciones reunidas en esta antología (25 en total, incluida una noveleta), y en dónde se notan la diversidad de ideas y la pluralidad de escritores en un país que amamanta todas las razas, costumbres y tradiciones, a veces importadas. No voy a opinar sobre cada trabajo (máxime si los antologadores ya se han ocupado de esta labor de manera puntual), puesto que no sería oportuno al estar mi nombre (junto a tres cuentos que me hubiera gustado pulir nuevamente), considerados dentro de la edición; pero en líneas generales opino que la lectura de la antología me ha enriquecido, también sobrecogido, al punto de inspirarme para hacer algunos minicuentos sobre el tema y sé, por experiencia, que cuando uno es movido a la creación, después de la lectura de una obra, es porque está tiene más que sus meritos ganados. Se trata de una antología bien dirigida, con autores muy visuales al narrar. El lenguaje es directo, simple y sin mayores ornamentos, eso sí, algunos trabajos desbordan una mayor agilidad narrativa que otros, lo cual, al menos en el caso de los cuentos, es fundamental. Las técnicas son variadas, pero en especial resaltan, por sobre éstas, los argumentos mismos, además de una serie de ideas fuertes y, en especial, frases y párrafos sobresalientes en cuanto al efecto único y terrorífico se refiere, ya sea con una mecánica directa o más bien sugerida. En cuanto a los personajes y protagonistas vampíricos y sus particulares, estos son diversos, algunos cercanos a las criaturas míticas que pueblan la selva y ciertas partes de la sierra, además de una mayoría más occidentales y clásicos. Un libro que abre camino para futuras antologías del mismo u otros temas contiguos, que aún están vírgenes en nuestra patria, lo que suscita un aliciente para continuar la labor de futuros recopiladores y “cazadores de cuentos” como Honores y Portals.

Como autor de narraciones fantásticas y de horror sobrenatural, me he puesto a pensar lo complicado que es, para un escritor, el elegir un personaje escapado del bestiario de criaturas sobrenaturales, cuando la gran mayoría de estas mismas, causan en una buena parte de lectores, la sensación de lo risible, en contraposición a lo que el escritor busca en este caso con el tema del vampirismo, infundir miedo (salvo excepciones). Ciertos personajes monstruosos como es el caso del vampiro, a muchos les sabe a fantasía de las más pura (algo jalado de los pelos) y como protagonista mismo, el descrédito del cuento o narración, además de restar verosimilitud al trabajo (**), a ojos del lector descreído, que por cierto, muchas veces se identifica con determinadas edades y gustos, ya que este tipo de literatura, sobrenatural, es bien recibida y aceptada en la ficción convencional, sobre todo por niños y adolescentes, mientras que el adulto promedio, que se considera más serio y “cultivado”, siente algún reparo en esta clase de lecturas, producto de una forma, expresaría yo, “racista” de entender los subgéneros literarios y sobre todo los fantásticos, que no tienen una tradición sólida, como la tiene el realismo. Pero aún dentro de los lectores –menores y mayores- que creen verosímil el uso de determinados personajes sobrenaturales, podemos afirmar que hay algunos más difíciles de aceptar y trabajar, en la ficción, que otros.

Introduciré en el mismo saco, y en dos grupos diferentes, a personajes del bestiario como:

-A. Difícilmente aceptados dentro y fuera de la ficción, y

-B, los que llámese por tradición o testimonios orales, y escritos, creen en la posibilidad real de la existencia de estos seres sobrenaturales (a veces influencia de la religión), incluso fuera de la literatura u otras artes.

En el primer grupo (A) podemos citar a: duendes, gnomos, hombres lobo, momias resucitadas, vampiros, etc.

En el segundo grupo (B) a: fantasmas y espíritus, brujas, demonios, incluso extraterrestres, etc.

Como editor de una revista que se ocupa de la temática de Enigmas y lo inexplicable, muchas veces he dialogado con personas que afirman haber vivido experiencias reales con fantasmas y espíritus (también brujas o el demonio que ha posesionado a una persona) y por ende, son crédulas de lo que acontece con estos temas y personajes sobrenaturales, dentro y fuera de la literatura, pero nunca he escuchado de alguien que me dé testimonio de las mismas o parecidas experiencias con entidades como es el caso del vampiro. Esto me hace pensar que el escritor que usa el personaje vampírico como parte fundamental de su trabajo narrativo se expone, algunas veces, a la peor crítica lectora, al fracaso e incluso a ser ignorado, o considerado como autor poco serio, esto explicaría en parte la poca producción de narraciones nacionales en lo que al tema le toca, consecuencia de nuestra idiosincrasia. Por supuesto esta forma de aceptar o no al vampiro, dentro de la literatura, tiene que ver con la tradición de los subgéneros que tratan lo sobrenatural, en un país que no tiene una tradición al respecto, además de ciertos exponentes reconocidos fuera de nuestras fronteras que representaran pilares de dichas expresiones literarias. En el Perú, a diferencia de otras partes del mundo, esta literatura, la sobrenatural, y aún más la de vampiros, tiene un recorrido exiguo, en comparación, por ejemplo, a la literatura europea, que vendió y sigue vendiendo historias de fantasmas, vampiros y magia por millones.

Por todo esto opinó que se está abriendo una puerta a la diversidad de temas y antologías literarias y tomando el camino adecuado para construir el edificio que, seguramente, en un tiempo próximo, nos depare nuevas y representativas expresiones de lo sobrenatural dentro de la literatura de estas partes del mundo.



(*) El morador de las tinieblas, El que susurra en la oscuridad.

(**) Pongo de ejemplo mi propio caso; de cerca de 270 cuentos escritos a la fecha, sólo 7 tratan el tema del vampiro, o se acercan a su imperio. Muy distinto es el caso con la temática fantasmal, que en mi producción suma cerca de 35 cuentos y la del monstruo no clasificado 22.



Pablo Nicoli Segura
Escritor