domingo, 19 de diciembre de 2010

Ínsula Barataria. Revista de Literatura y Cultura. Lima, Año 8, N° 10/11, Noviembre de 2010, 388 pp.



Ínsula Barataria. Revista de Literatura y Cultura. Lima, Año 8, N° 10/11, Noviembre de 2010, 388 pp.

Hace unos días, comenté con un compañero egresado de la Maestría de San Marcos, la salida del nuevo número de Ínsula Barataria. Puso cara de extrañeza y gesto que indicaba el “desconocimiento” de su existencia, a pesar de los nueve números anteriores publicados desde el año 2003. Más allá de la anécdota, más allá de la ignorancia (si esto ocurre con un “especialista” en Literatura Peruana, qué ocurrirá con aquel que no lo es, qué cosas, que fenómenos literarios se desconocerán o se negarán a reconocer nuestros "estudiosos" y "especialistas") o el “ninguneo” explícito, me hizo pensar en dos cosas: si realmente nosotros, los especialistas, la elite académica, nos leemos entre sí (de si hay voluntad real para ello), si realmente se está produciendo un diálogo que permita llegar a consensos, establecer nuevas agendas, renovar –en suma– los estudios literarios (o si solo somos islas, “ínsulas” sin ninguna luz que pueda guiarnos o de si estamos condenados a hacer oídos sordos a todos los demás y de si –sin quererlo o queriéndolo– preferimos una voz monológica y autoritaria a quien seguir); y de si publicar una revista –como ínsula– no sería más que una empresa puramente romántica, fantasmal, que evidentemente tiene su febril encanto y que al igual que otras publicaciones académicas actuales debe conformarse con circular casi clandestinamente entre los amigos, en un medio crítico tan puramente mediocre, ciego, limitado, anquilosados en un período, en un tipo de literatura modélica (al modo neoclásico), cerrados en el deseo del "deber ser" de la Literatura Peruana (con Mayúsculas) en donde es más fácil seguir las coordenadas canónicas; y que ha perdido todo aire de polémica en el buen sentido de la palabra.

Porque este nuevo número de ínsula, número ecléctico y doble, trae varios artículos que desarrollan líneas marginales de la literatura peruana. En la sección “Estudios”: la presencia del escritor decimonónico afrodescendiente José Manuel Valdés, de Milagros Carazas (quien sigue animando así la vigencia de los estudios que buscan rescatar y valorar figuras representativas de nuestra cultura); el estudio sobre el futurismo de Alberto Hidalgo, de Juan Cuya (notable trabajo sobre la narrativa vanguardista del escritor arequipeño); El humor en Los Ilegítimos de Hildebrando Pérez, de Edmundo de la Sota (interesante expresión neoindigenista, que sigue concitando cada vez más la atención); la crítica a la sociedad en Mañana, las ratas de José Adolph, de César Espinoza (que demuestra que la ciencia ficción es más que mera evasión, además de seguir con el asedio a una de las mejores novelas de la ficción futurista producida aquí); y un texto sobre la narrativa no mimética y el conflicto armado interno, escrito por mi persona. El segundo grupo temático de Estudios lo constituye, sin duda, lo contemporáneo. Tenemos el trabajo de Jasmín Ochoa sobre el registro lingüístico en las letras del grupo de rock Trémolo (que es parte de su tesis de licenciatura); la poesía de Sandro Chiri, de Ángel Esteban, quien destaca la hibridez como rasgo estructurador; y un estudio sobre el libro Dantes del poeta Miguel Ildefonso, escrito por David Abanto. El tercer grupo lo constituye la Generación del 50: un trabajo sobre poemas rescatados de Wáshington Delgado, de Jorge Ramos Rea; El primer Reynoso de Eloy Matute (que rescata una serie de textos poéticos de Oswaldo Reynoso; y un extenso y agudo estudio sobre En octubre no hay milagros, escrito también por Jorge Ramos. El último grupo, podríamos denominarlo como canónico: la lectura de Comentarios reales de Antonio Cisneros, escrito por Camilo Fernández; el Romanticismo y realismo de Julia de Benjamín Cisneros, escrito por Marco Roggero; y un estudio sobre la violencia política en Luna caliente de Mempo Gardinelli, de Hernán Núñez. Pero este no es único modo de clasificar los textos de esta sección. Apelando a los géneros, tendríamos: Estudios sobre poesía: textos sobre Antonio Cisneros, José Manuel Valdés, Chiri, Ildefonso, Delgado, Reynoso y Trémolo (habría que discutir hasta qué punto las letras de rock pueden ser poesía). En narrativa: Luis B. Cisneros, Hidalgo, Pérez Huarancca, Reynoso, Giardinelli, Adolph y otros. Esta sección es la más extensa de la revista. Existen otros modos de clasificar los textos que guardo borgeanamente.

Las otras secciones son: Notas (con trabajos sobre Skármeta, Colchado y una bibliográfica sobre el Nobel Mario Vargas Llosa). Rescates, con dos textos narrativos sorprendentes de Tomás Escajadillo (el primero, de corte maravilloso, el segundo más de vanguardia) que me hacen pensar en que los buenos críticos pueden ser también magníficos escritores y que no hay contradicción alguna entre ambas operaciones (y que actualmente, los catedráticos, prefieren dividirlas y separarlas). En Entrevista, se incluye una conversación entre Jorge Coaguila y Alfredo Bryce, a partir de la figura de Ribeyro. Luego, en Creación, tenemos textos de narrativa y poesía. Comentaré solo un par de textos de narrativa: “Muerto el perro, se acabó la rabia” de Sócrates Zuzunaga, se inserta en el ciclo del conflicto armado interno. Es un texto realista y lacrimoso: el teniente Aguirre experimenta la culpa por las atrocidades cometidas, con una vuelta de tuerca predecible: el asesinato –sin saberlo– de su propio hijo. Destaca sí, el intento de trabajar el registro oral del personaje que cuenta a otro su situación. El testimonio es narrado con palabras soeces. Una breve digresión: ¿Es peligroso escribir ficciones? Sí lo es, si uno tuviera la capacidad de anticipar los hechos. Usualmente uno los inventa o los toma de la experiencia, de la realidad (de los libros, de la cultura) y los “deforma” o refracta. El cuento de Sócrates es peligroso si lo que narra ocurriese en el futuro, pero ya ha ocurrido en la realidad fáctica, extratextual, histórica (casi todas las acciones muy similares a las del relato están documentadas en la CVR). La pregunta es si volverá a ocurrir. Así, la ficción sigue siendo peligrosa tan o más que la propia crítica. “Tragedia en tres cuadros” de Marco Roggero es un magnífico relato extraño: un funámbulo, un tragafuegos y un faquir en una plaza pública, fracasan, mientras el público se retira decepcionado en cada caso. Como en la escena de El discreto encanto de la burguesía de Buñuel, descubrimos que todo es parte de un espectáculo mayor: sobre el fondo de la plaza vacía cae un telón negro. Entonces ¿quién es el espectador? ¿Dios? ¿Nosotros? ¿Acaso otro desconocido? En “Desnudos” de Pablo Landeo, narra la historia de un robo a una familia. En el texto de Landeo, los ladrones no reciben sanción, sino que el esposo pasa de la incredulidad de las prácticas populares de protección a la creencia total, siguiendo a su esposa.

De la última sección, de Reseñas, quisiera destacar las recensiones de Carlos Eduardo Zavaleta sobre los libros del 2009, y dos libros que seguramente llamarán poderosamente la atención: La muerte y otras traiciones y Mundos imposibles. Sin duda, este número doble es un excelente regalo de navidad.

Elton Honores

Universidad San Ignacio de Loyola