Donayre Hoefken, José. Horno de reverbero. Lima: Mundo ajeno, 2007. 100 pp.
José Donayre Hoefken (Lima, 1966) luego de la impecable novela La trama de las moiras (ver Tinta expresa n-1, 2005, pp. 86-87) nos sorprende con Horno de reverbero, conjunto de 69 textos breves o microrrelatos, inicialmente publicados en un blog del mismo nombre. Sorprende en la medida que es un texto experimental y de difícil clasificación (en él se entrecruza la reflexión sobre el proceso creativo, la reflexión histórica y filosófica, historias con atmósferas místicas, una fuerte referencialidad al mundo del cine, y sobre todo, la ficción contundente) pues no se busca una representación mimética de la realidad sino que ésta es subvertida por medio de un cuidadoso trabajo del lenguaje como materia literaria.
Algunos elementos o tópicos de este libro son la obsesión por el tiempo (a todas luces, no lineal), las pulsiones del hablante por el crimen, la intertextualidad (que va desde la literatura, el cine, pasando por la filosofía, la teología, la astronomía o la ciencia física), y el conflicto yo – otro enmarcado dentro del conflicto de la identidad.
De todos estos es éste último el que adquiere una mayor consistencia a lo largo de varios textos del libro. Este conflicto plantea la presencia de un sujeto escindido cuyo conocimiento del mundo se ve afectado por la presencia de dos realidades: sueño/ vigilia, sombra/ luz o ficción/ realidad (y que incluso le lleva a posturas extremas como el solipsismo); a la vez que se evidencia una metamorfosis interna del sujeto; por ello, el dilema o la duda expresan también la imposibilidad de narrar la experiencia humana, pues lo único real son los instintos.
En este marco de lectura hay tres ejes claves dentro de la estructura del libro: contemplación: que está en relación con la “belleza”, el “cosmos” y el “conocerse a si mismo”, es decir, verse a si mismo (como un otro); transgresión: ya sea del lenguaje, por medio del juego ficción/ realidad, o como acto de escritura; y ascensión: relacionado con los estados de descomposición del cuerpo tras la muerte física e incluso en unidad cuasi mística con el cosmos.
Algunos textos sobresalientes son: “Estilita” (en clave buñueliana por su referencia a burro muerto y el piano –imágenes de Un perro andaluz- y a la columna del anacoreta que recuerda a Simón del desierto), “Primordium” (y su referencia al encuentro yo – otro del año 1532), “Agnición” (sobre la posibilidad de que Homero sea en realidad Odiseo), “Intersticio” (que alude al mito griego de Diana y Acteón) y “Ascesis” (como alegoría que cierra el libro); así mismo: “Fragmentum”, “Pesquis”, “Locagonía”, “Panspermia”, “Decantación”, “Agnosia”, “Cenotafio”, entre otros.
Dentro de la poética de Horno de reverbero destacan dos postulados: “la lección es contar bien cualquier historia y no preocuparse en buscar una buena historia” (“Catástasis”, p. 41); y “la belleza es, en el fondo, el anhelo de hundirse en la nada” (“Sicalipsis”, p. 43). Ambas citas pueden englobar este libro pues la forma se impone a cualquier afán “contenidista” del autor.
José Donayre, al modo de los antiguos alquimistas medievales, ha sabido separar la escoria o residua, para concentrar en estos breves relatos, el resultado de sus experimentos verbales y que son parte de la búsqueda permanente por alcanzar aquello que resulta imposible: el texto perfecto, en una edición impecable. Donayre reafirma en Horno de reverbero, su condición de escritor secreto o de culto con historias, en donde, además de todo lo señalado, se impone casi siempre y en última instancia, la soledad humana.
Elton Honores
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Universidad San Ignacio de Loyola
* Publicado originalmente en Tinta Expresa n° 3. 2008