jueves, 7 de septiembre de 2017

Rafael González-Otoya B. La caída de Lima. Apocalipisis Z. Lima: RD editorial, 2017. 50 p.









Rafael González-Otoya B. La caída de Lima. Apocalipisis Z. Lima: RD editorial, 2017. 50 p.

Rafael González-Otoya B. es peruano-español. La caída de Lima. Apocalipisis Z circuló primero en internet y ahora es editada bajo el sistema de impresión por demanda. Como su nombre lo indica es una novela breve de zombis. En la tradición peruana, los zombis son tardíos y los principales referentes son las dos novelas de Hans Rothgiesser (Requiem por Lima, Requiem por San Borja), la de Charles Huamaní (Historias de guerrillaZ) y la de Gonzalo del Rosario (Ven ten mi muerte). Requiem por Lima proponía un escenario distópico en el que la nación peruana se diluía en imágenes de pobreza; Historias de guerrillas alzaba su voz y clamaba por un reconocimiento del Perú profundo, y Ven ten mi muerte creaba un escenario juvenil, criticaba la mirada Disney del mundo globalizado con un personaje en tránsito hacia la zombificación. La novela de González-Otoya agrega una perspectiva que había escapado a los autores antes mencionados: la noción de la capital como “Lima la horrible” de Salazar Bondy.

Aunque de breve mención, instala al lector en un nuevo marco interpretativo del proceso de zombificación al que asistimos. Todo ese pasado colonial que arrastra la capital-nación vuelve a actualizarse en la amenaza apocalíptica (la fealdad de Lima solo podía llevarnos a esto). Otro punto es el refugio hipotético en ESSALUD (¡!). En el mundo real, los servicios de salud estatal pueden ser más desastrosos de lo que podemos imaginar, pero es curioso cómo solo en la catástrofe, en la crisis, estos pudieran funcionar y ser protectores temporales de vidas humanas amenazadas por los zombis. Es decir, el Estado necesita de presencias amenazantes para funcionar.

Hay coincidencias con el “Pentagonito” como refugio alterno (con en Requiem por San Borja). La novela está narrada de manera directa, casi sin metáforas y con mucha acción. Al final se revela la imposibilidad de organizarse, de fundar un nuevo orden social, sino que queda es la sobrevivencia individual. Es decir, hay zombis que comen cerebros, y otros que simplemente huyen y deciden estar al margen. En la narración no se vislumbra una salida porque no hay salida, solo resignación.

Elton Honores
Universidad Nacional Mayor de San Marcos