sábado, 30 de julio de 2016

PACHECO, Karina. La voluntad del molle. Lima: Fondo de Cultura Económica, 2016. Por Jhonny Pacheco




PACHECO, Karina. La voluntad del molle. Lima: Fondo de Cultura Económica, 2016.

 

La caja de Pandora de Karina Pacheco

Por: Jhonny Pacheco

 

Una reedición de una novela connota una lectura valorativa por parte de los lectores, así como la aquiescencia del tiempo para arribar a miradas núbiles ante la escritura de un autor que, tal vez, pasó desapercibido en su momento. Devolver un libro a la palestra significa, además, una consagración a su creador, ya que es un premio a su perseverancia y talento en un país como el nuestro, donde la producción editorial y el hábito lector no son sinónimos de otros lugares como Argentina, España o México. Así, es plausible la honrosa y pulcra publicación que han hecho de La voluntad del molle, de Karina Pacheco, quien se ha granjeado con mucho esfuerzo, trabajo y dedicación, la reaparición de su obra novelística, como el respeto de la crítica, en el escenario literario de nuestros días.

            En el caso de La voluntad del molle (SM 2006, FCE 2016), esta es una novela paradigmática y profunda en cuanto a la trama que ella desencadena. ¿Cómo se logra ello? El argumento es claro y sencillo: dos hijas (Elena y Elisa) descubren, luego de que su madre Elena Suárez ha muerto, un baúl con fotos y cartas que, a posteriori, tejerán una historia sórdida que las llevará a conocer una sucesión de hechos que padeció su progenitora. Este decurso misterioso y sinuoso profana la linealidad de sus correlatos familiares. Solo quedan las digresiones e implicancias de las tangentes en el mismo centro de su entorno. De esta manera, asistimos a recuerdos, fábulas, veladas, collage de costumbres, y cuadro de enajenaciones, narradas al modo del folletín, en el que cada final de capítulo despertaba el suspense del lector.

Esta última idea no es casual en la novela, puesto que ella nos sumerge en el mundo y tribulaciones de Elena Suárez, hija de una familia cuzqueña acopiada de costumbres rancias, verbigracia: discriminación, clasismo y arribismo social, tópicos tratados en la formación de los países latinoamericanos en el siglo XIX, pero actualizados en la prosa de Karina Pacheco para mostrarnos la desnudez y falencias del núcleo familiar cuzqueño, sine qua non de la nación peruana, espectro social que no ha superado los avatares y prejuicios luego de un centenario desde que se discutieron las ideas de matrimonio, familia, identidad, y el rol trascendental de la mujer.

            Nuestro argumento tiene asidero en lo mencionado por Rocío Ferreira acerca del texto en cuestión: “Para entender la realidad cuzqueña de dos épocas muy distintas hay que leer Aves sin nido, de Clorinda Matto de Turner, y La voluntad del molle, de Karina Pacheco Medrano. Mientras que Clorinda nos centra en la problemática construcción de la nación a fines del siglo XIX, Karina nos imbuye en el complejo entramado de la sociedad cuzqueña contemporánea durante la época del conflicto armado”. Incluso, si extendemos esta idea, estamos ante una notable intriga que no solo cuestiona el discurso patrio, sino que presenta lo que realmente hemos llegado a ser y somos como país: una ficción nacional que ha ocultado de manera dérmica los males de la sociedad con el objetivo de construir un Perú moderno; no obstante, estos problemas dejan sentir su presencia en cada error de nuestra historia, pues son la base del devenir peruano.

            En esta narración, Karina Pacheco ha logrado profundizar el cuestionamiento de lo nacional desde los prejuicios por el color de piel, el posicionamiento social a partir del linaje, y el cuidado de las apariencias por salvaguardar la honra familiar; por supuesto, estas contrariedades arcaicas muestran los rezagos coloniales de nuestra ciudadanía que, al no ser superados, desembocan en políticas de violencia y terror en la población civil. Este entramado de circunstancias lo hallamos desarrollado, por ejemplo, en la oposición de la familia cuando Elena inicia una relación amorosa con Alejandro, pues querían un pretendiente de “buena familia” para su hija; también, al decidir los padres de ella obsequiar a Javier, hijo de la pareja no consentida, a unos extranjeros con el fin de no macular la dignidad de su status; por último, debido al hogar disfuncional en el que vivió Javier, su carácter y conducta se formaron en medio del resentimiento y la marginalidad, ingredientes que lo llevaron a enrolarse al grupo subversivo Sendero Luminoso. Este cuadro es un recorrido acerca de la problemática peruana representada en las peripecias de la mencionada pareja cuzqueña.

            Otro aspecto a destacar es la importancia de la carta, pues su función radica en ser soporte de la intimidad y verdad de quien la escribe. En el caso primero, Elena y Elisa, a través de las epístolas, empiezan a conocer la vida privada de su madre; con ello, consiguen desentrañar los resquicios y vericuetos de una armonía aparente de sus vidas, ya que lo íntimo y personal se halla en aquellos papeles apócrifos que han dormitado durante años con el objetivo de revelar, en algún momento, su contenido, su verdad, distorsionando la realidad que las rodea, como cuando comienzan a tener problemas en sus trabajos y crisis en sus relaciones amorosas. En el segundo caso, siguiendo a Eric Landowski, una misiva es un objeto para ser enviado; esto no implica necesariamente una traslación espacial para ser entregada al interlocutor, pues una “carta literaria”, como se aprecia en esta ficción, es aquella que cumple su rol al ser escrita, ya que su destinatario es el mismo acto de la escritura; esto se aprecia en la abundante correspondencia de Elena, donde las palabras se significaban y se enviaban constantemente en la misma redacción (Alejandro), lectura (Elena) y relectura (hijas) de las epístolas. En consecuencia de este circular prodigado, se generaba una fábula alrededor de una verdad con el objetivo de exorcizar, mediante un detalle pormenorizado de su hijo y expareja, lo que Elena no podía realizar: su rol de madre y mujer con ellos. La carta, entonces, funcionó como dínamo de una vida conyugal solo existente en la escritura y el afecto de ellos.

            Igualmente, un elemento a destacar es el tema de la memoria representada en las fotos. Para Roland Barthes, la fotografía es el recuerdo imperecedero de un instante único e irrepetible de una persona; es, también, un culto a la muerte, pues los retratados no envejecen, sino que viven en el papel siempre jóvenes gracias a su fenecimiento. Así, ni Alejandro ni Javier han envejecido en las instantáneas, tampoco desaparecidos, sino que están presentes ante cada imagen encontrada y visualizadas por Elena y Elisa. Asimismo, la foto per se tiene la naturaleza de ser revelada, y eso es lo que colegimos en La voluntad del molle, en el que las imágenes, en conjunto con la correspondencia, se encuentran en ese baúl rojo a la espera de revelar su secreto, la otra historia, para establecer correlaciones, preguntas y una veneración al hijo de Elena, Javier Huamán, muerto en vida al no pertenecer a una familia y unirse a Sendero Luminoso, y sepultado, luego, al ser ajusticiado, al parecer, por las fuerzas del orden. Debido a ello, la función de los microfilms se ha ejecutado: guardaron callados un misterio personal hasta que mostraron, al ser descubiertos, lo verdadero, lo que servía de sustento a la ficción vivida por la protagonista.

            Por último, el tema del conflicto armado es el derrotero de la narración. La trama nos conduce por una serie de caminos familiares, problemas sociales, confidencias personales, y líos amorosos, hasta arribar a la coyuntura de la guerra interna vivida en el Perú. Esta desembocadura a la que llega Elena y sus dos familias es semejante a lo que sufrió el país en estas últimas décadas: una violencia terrorista que destruyó y tergiversó un orden social, así como la búsqueda de la justicia para los demás, dejando en el camino muchas víctimas, desaparecidos, madres sin hijos, hogares destruidos, y un desequilibrio moral e intelectual que hasta el día de hoy no se ha podido reparar como se debe. Así, la novela de Karina Pacheco nos vuelve a situar en la literatura de la violencia política, aunque tratado con sutileza y una escritura armoniosa de reconciliación, ya que esa voz oculta en las misivas y fotos buscan una comprensión por aquellas personas que nacieron después de esta etapa fatídica. No hay reconciliación sin un trabajo de la memoria que pueda sanar las heridas del pasado; por ello, este inicial libro de la autora anhela convertirse en esa roman à clef, desde luego, no para tratar la vida íntima de una persona bajo la ficción, sino para exponer la historia privada de la nación enmascarada en una familia del Cuzco, lugar ceremonial y cuna del Perú.

            Sin lugar a dudas, La voluntad del molle, gracias a esta segunda edición del Fondo de Cultura Económica, deja constancia que una ópera prima si puede tratar temas a profundidad, cuestionar los valores en el que nos hemos criado, criticar los recuerdos y lazos familiares circundantes, así como reescribir parte del legado cultural dejado por nuestros antecesores, puesto que una novela, como la de Karina Pacheco, evidencia que debe existir voluntades y perseverancia de crecer como el molle, metáfora de la nación donde vivimos aún en ciernes.