martes, 5 de julio de 2011

Javier Arévalo. El último silbido del tunche. Lima: QG editores, 2011. 48 pp. (Colección Sobrenatural del diario Correo, 2011



Javier Arévalo. El último silbido del tunche. Lima: QG editores, 2011. 48 pp. (Colección Sobrenatural del diario Correo, 2011).

Obra maestra ****
Muy buena ***
Buena**
Regular *

Planteado como un policial (búsqueda de un expedicionario perdido en la selva; explicación de los comportamientos anormales en otro) Javier Arévalo (Lima, 1965) publica El último silbido del tunche. La acción transcurre en la selva, representada como espacio del infierno en donde anidan demonios (no en vano el tunche es nominado como demonio de la selva).

La selva se construye así como espacio en donde irrumpe la alteridad radical (lo otro). Así queda establecida la clásica oposición entre civilización (logos urbano)/ barbarie (no-logos campo). La protagonista del relato busca racionalizar el hecho fantástico desde sus marcos de realidad (que son también los nuestros), pero resultan imposibles (en la última escena ella se ve frente a su propia madre muerta, con lo cual se clausura el relato y deja al lector con la vacilación. Ésto se debe a que o realmente ocurre el encuentro o es parte de su imaginación).

Las escenas de terror tienen ciertos guiños a la caverna del cíclope de La Odisea o incluso, el silbido del tunche recuerda ese magnífico relato de H. P. Lovecraft “El llamado de Cthulhu”. Hay elementos que modernizan a la figura del tunche.

Llama la atención los grupos sociales que se establecen: nativos, colonos, policías y científicos (con una leve crítica a la sociedad); la trasmisión de relatos de terror desde la oralidad que recoge el acervo popular y una cita que resume lo dicho sobre el otro. Cuando la antropóloga dialoga con un policía, este sintetiza la explicación del porqué hay gente que habita en aquellos parajes insospechados (la selva), diciendo “Estos no son lugares para humanos” (24). Sin embargo, ocurre (y por lo tanto ¿hay que promover el desarrollo, que ingresen en la modernidad y racionalidad?), o cuya interpretación puede ser otra: los que viven acá (la selva) no son humanos.

Elton Honores
Universidad San Ignacio de Loyola