Sin
duda este 2015 ha sido un gran año para la literatura fantástica criolla. No
solo por la cantidad de publicaciones que siguen manteniendo una constante,
sino por la notable calidad de algunos trabajos de autores que ya se distinguen
con mayor claridad dentro del grupo.
Este
2015 ha sido se han publicado más novelas. Es oportuno empezar con la reedición
histórica de El hijo del doctor Wolffan.
Un hombre artificial (Madrid, 1917) de Manuel A. Bedoya y El castillo de los bankheil (Buenos
Aires, 1944) de Alejandro de la Jara, reeditados por Agalma y Altazor,
respectivamente. Ambas constituyen piezas fundacionales de géneros poco apreciados
en esos años como son la CF y el terror gótico. A ello se suman la reedición de
Los viejos salvajes de Carlos de la
Torre, novela ya comentada en dos post anteriores, así como la continuación de Campos de batalla: Cuando la sangre importa;
Apokhalipzis de Jim Rodríguez, con
clara influencia de Star Wars, al
igual que La galaxia escarlata de
Carlos Echevarría; Planetas perdidos
de Alfredo Dammert, Y Deus Dijo de
Tomás Bejar, Ikitos de J.C.Luc4as y
La selva de los tunches de
Fernando Vicuña Aranda. La mejor novela es Los
caprichos de la razón de José Güich. La sorpresa ha sido Las bestias del abismo de Jorge Ureta.
En la novela domina el género de CF.
En el caso
del cuento, los libros adscritos a lo fantástico ha sido una producción breve,
pero contundente: la edición reloaded
de Harry Belevan y su clásico Escuchando
tras la puerta, Siete paseos por la
niebla de Yeniva Fernández, Shogun
inflamable de Salvador Luis y la reedición de Playas de Carlos Calderón Fajardo, que nos dejó lamentablemente este año (los libros de la editorial Caramanduca de
Piura, siguen siendo un misterio). También está disponible en internet, el tomo I de los cuentos completos de José B. Adolph.
Por
revisar, está pendiente la novela El
Último espermatozoide de Quimicón en busca del óvulo escondido de Alex
Llanos, Las bestias ridículas de Lucho Freire y Entre vivos y muertos de Beto Benza. Otro elemento que llama la atención es la incursión de autores del mainstream local en los campos de lo fantástico
como Antonio vuelve a casa de Iván
Thays o KimoKawaii de Enrique Planas,
esta última novela juega con una serie de referencias a la cultura de masas
japonesa de CF.
En
cuanto a las antologías se publicaron la imperdible Se vende marcianos. Muestra de relatos de ciencia ficción peruana de
José Donayre y la coyuntural ¡Marty
llega! Cuentos peruanos sobre viajes en el tiempo de Germán Atoche, a
propósito de la celebración del film Volver
al futuro.
La
editorial que más ha apoyado la publicación de este género es Altazor, junto
con otras editoriales independientes como Animal de Invierno. A ellos hay que
agregar el trabajo de difusión de Santuario, con ediciones limeñas de autores del
Río de la Plata como Enríquez, Schweblin o Mella, que trabajan el terror y lo
fantástico desde ángulos singulares.
Se
anuncia para el 2016 la novela gótica El
sueño de las estirpes de Raúl Quiroz, y la misteriosa La muerte no tiene ojos de Miguel Ángel Vallejo, la nueva entrega del investigador
Teruel de José Güich, así como la continuación de Réquiem por Lima de Hans Rothgiesser, que amenaza convertirse en
nuevo éxito de ventas. Así mismo, esperamos que novela apocalíptica de Pedro
Novoa, finalista del último COPÉ, pueda encontrar interés en alguna editorial.
También están pendientes la publicación en papel de Mi robot depresivo y otros cuentos, además de la segunda parte de La paradoja Cane, ambas de Carlos Vera Scamarone. Hay en suma, mucho material por exhumar y por publicar.
También están pendientes la publicación en papel de Mi robot depresivo y otros cuentos, además de la segunda parte de La paradoja Cane, ambas de Carlos Vera Scamarone. Hay en suma, mucho material por exhumar y por publicar.
Elton
Honores
Universidad
Nacional Mayor de San Marcos