“Donde la ciencia ficción va en busecito, la literatura fantástica va en jet”
Una conversación con Campo Ricardo Burgos López*
Por Elton Honores
Conversamos en Lima con Ricardo Burgos, invitado de honor y conferencista magistral del Coloquio Internacional: Lo fantástico diverso 2010. Campo Ricardo Burgos López (Bogotá, 1966) es poeta y crítico colombiano. Es psicólogo de la Universidad Nacional de Colombia, Magíster en Literatura por la Universidad Javeriana de Bogotá, y profesor de la Universidad Sergio Arboleda de esa misma ciudad. En 1993 obtuvo el Premio Nacional de Poesía-Colcultura con la obra Libro que contiene tres miradas y desde entonces ha figurado en diversas antologías de la poesía colombiana. Cuentos suyos han aparecido en libros como Cuentos de Ciencia Ficción (varios autores, 1998) y en Contemporáneos del Porvenir - Primera Antología de la Ciencia Ficción Colombiana (2000). Su ensayo "La narrativa de ciencia ficción en Colombia" (primer análisis histórico sobre este género literario en Colombia) apareció en Literatura y Cultura-Narrativa Colombiana del siglo XX. Tras publicaciones en distintas revistas especialmente de literatura, publicó su novela José Antonio Ramírez y un zapato (2003), compiló laAntología del cuento fantástico colombiano (2007) y escribió el ensayoPintarle bigote a La Mona Lisa: Las ucronías (2009).La conversación fue realizada el día lunes 25 de octubre de 2010 a las 8:30 am., en un café en Miraflores.
Recepciones de lo fantástico en Colombia
Elton Honores: ¿Cuál es la valoración sobre los trabajos de creación fantástica en el soporte virtual en Colombia? ¿Hay un prejuicio sobre estos?
Ricardo Burgos: No… Antes de venir acá estuve hablando con estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia, que se reúnen semanalmente a estudiar cf…. Ellos están muy juiciosamente “bajando” material de la única revista de cf que hay en Colombia, Cosmocápsula, de ahí están tomando material para leerlo y discutirlo, porque les parece que Cosmocápsula tiene el mérito de ser actual, que es información recién “sacada del horno”, asimismo, ellos también discuten textos que“bajan” de revistas españolas, argentinas, de Velero25. En nuestra última reunión discutimos unos cuentos publicados en Cosmocápsula. Me invitaron y me dijeron: “queremos hablar con usted y discutir un par de cuentos”, les dije “listo” y estuvimos hablando con ellos… La generación joven perteneciente a muchas carreras (física, química, medicina, literatura, filosofía, psicología)que se ocupa de discutir cf y fantasía no le hace ascos al internet, pero los críticos, claro que sí, es igual que aquí. La parte académica, los profesores de universidades solamente respetan el papel y muy poco la parte virtual, pero la gente joven ya no tiene esa prevención. Les decía a ellos que es cuestión de tiempo: “de acá a unos 10 años ustedes estarán entrando en las posiciones en donde se encuentran sus profesores y como ustedes no le hacen ascos a esto, la cosa va a cambiar, pero como sus profesores fueron educados a la antigüita, claro que le hacen ascos y prefieren el papel”. Yo fui educado a la antigua pero no le hago ascos… me gustan ambos, lo virtual y el papel…
EH: ¿Cuál fue la recepción de esta producción fantástica en Colombia? ¿Qué existía antes de tu trabajo sobre la cfen la crítica literaria?
RC: Nada. En el año 2000 se publicó en Colombia un estudio tremendo en tres tomos, Literatura y Cultura. En ese estudio, tres investigadoras pidieron a cerca de 70 críticos que escribieran sobre cerca de 70 aspectos que les parecieran importantesen la literatura colombiana. Entonces había los consabidos capítulos sobre García Márquez, Macondo, literatura de la violencia, José Eustasio Rivera y La Vorágine, Rojas Herazo, Germán Espinosa. Estas profesoras tuvieron una idea luminosa:“queremos también esas literaturas marginalizadas…” Por eso hay capítulos sobre la literatura afrocolombiana, sobre la literatura gay, sobre la literatura infantil, feminista... En ese momento recuerdo que estaba terminando mi maestría y – a través de otro maestro-se me acercó una de estas profesoras y me dijo, “Ricardo nos hemos enterado que usted está haciendo el primer trabajo sistemático sobre la cf en Colombia, realmente nos gustaría que escribiera uno de los capítulos sobre literaturas marginales ya que vamos a meter literatura de cf, que está en la misma condición que la afrocolombiana, la gay, etc…”. Entonces, en el 2000 se publica el primer trabajo sistemático, que es mío. Antes de eso lo que había eran menciones dispersas en manuales de la literatura colombiana, que cuando se referían a Antonio Mora Vélez –que ya había publicado en los años 80–, decían cosas como “Antonio Mora Vélez, el único escritor de cf en Colombia”que ya era falso, porque en esos manuales antes del 2000 no aparecía René Rebetez, por ejemplo, lo que era asombroso. Por supuesto, esto tiene que vercon que Rebetez vivió tantos años fuera de Colombia y apenas volvió a fines de los 80… Él volvió a ser visible para el mundo académico cuando vino a Colombia. Mientras estuvo en México estuvo extraviado, sencillamente lo ignoraban, lo conocían 3 o 4 amigos y pare de contar…Al regresar al país, volvió a figurar en el mapa… Antes de eso, sobre él había noticias dispersas, por ejemplo decían en el diario El espectador: “René Rebetez es un raro escritor colombiano que escribe cf” y eso era todo y luego publicaban un cuento… O, por citar otro caso, en una perdida historia de la literatura colombiana aparecía algo como: “Antonio Mora Vélez es el único escritor colombiano que se dedica a la cf”, por supuesto era falso. Cuando hice mi trabajo demostré que había 7 u 8 más, además de ellos, que habían publicado cosas buenas, regulares, otras malas, pero que habían publicado, lo que pasa es que no se habían buscado…
EH: En el año 2000 mencionabas que solo habían 2 o 3 personas interesadas en lo fantástico…
RC:Sí, Antonio Mora Vélez, que se había limitado a escribir en prensa, en periódicos, en El tiempo, en El espectador, escribía sobre autores locales e internacionales. Yo conocí a Rafael de J. Henríquez gracias a él. Leí un artículo de él de fines de los 80, en una reseña sobre Los dioses descienden al amanecer. Luego conseguí el libro y me gustó en ese momento… Henríquez es un mago para crear suspenso y tensión… Abandonó la cf porque se volvió profeta: encontró El libro de Urantiaque, según él, explicaba el universo…Hoy en día, en las afueras de Bogotá, él tiene una pequeña finca y se dedica a dictar cursos introductorios al Libro de Urantia, mandó al demonio la cf… Luego ha publicado unos libros sobre el porqué el evangelio de Urantia salva al mundo…
Antología del cuento fantástico colombiano (2007)
EH: En la introducción a tu antología hablabas del entretenimiento como un fin de la literatura fantástica que no debe perderse de vista… En suma ¿cómo entender lo fantástico desde la categoría de la ficción?
RC: Usted sabe que en teoría literaria se han escrito cientos de tratados y no han podido resolver ese problema… Me plegaría a la definición de C. S. Lewis sobre ese problema. Hay que recordar dos cosas: la literatura es ficción, es algo conformado por logos y poiesis. Logos, porque siempre cuenta una historia, porque tiene un contenido; y poiesis, porque tiene una forma para contar, es un objeto en sí mismo. Es al mismo tiempo un vehículo y un fin en sí misma. El lector de poesía valora el poema desde los dos ámbitos: Desde la parte útil del lenguaje, como vehículo de ideas y desde la parte “inútil” como despliegue de maravillosos juegos de palabras. La ficción comunica ideas pero no es su único fin como sí ocurre con la filosofía o la ciencia. El lenguaje poético busca asombrar, aterrar, emocionar. La ficción cuenta una historia, es un fin en sí misma y es emocionante. Ficción es un tipo de lenguaje que cumple estas tres labores: vehículo de lenguaje, recurso para emocionar (ya sea asombrando, aterrorizando o alegrando),y en tercer lugar sería un fin en sí misma, algo sin utilidad y que llama la atención, que se ofrece a la admiración…La ficción sería igual al ser humano: los humanos también comunicamos ideas, también emocionamos a otros, también somos fines en sí mismos. Lewis considera la obra de arte como si fuera un ser humano, vivo… La obra de arte no es como el lenguaje de la ciencia o la filosofía, que es técnico, puramente pragmático, que es por encima de todo un vehículo. A Platón, por ejemplo, lo que le interesa es comunicar una idea, no el lenguaje en sí mismo, aunque sé que hay un movimiento llamado filosofía del lenguaje que trata de demostrar que a Platón sí le interesaba el lenguaje y que la filosofía es un juego del lenguaje, pero es una aberración de la filosofía…
EH: En tu antología mencionas algunos autores que no pudiste incluir… ¿qué cuentos de García Márquez, Gómez Valderrama, Espinosa hubieras incluido?
RC: García Márquez tiene un agente literario en Barcelona, Carmen Balcells que cobra un ojo de la cara por cualquier cuento, por eso era imposible incluirlo… Lo chévere era estudiar a autores que son leídos por una minoría… Cuentos de García Márquez hubiera incluido cualquiera de los que están en La increíble historia de Cándida Eréndira y su abuela desalmada: “El ahogado más hermoso del mundo”, “Un señor muy viejo con unas alas enormes”, algunos de los cuentos de los Doce cuentos peregrinos, esa historia de fantasmas en un castillo italiano, esas historias desmesuradas como El rastro de tu sangre en la nieve… o los de Ojos de perro azul… De Gómez Valderrama, hubiera incluido una ucronía que analicé en mi libro sobre el tema, en la cual, Miguel de Cervantes Saavedra no escribe el Quijote, sino que toma un barco hacia Cartagena de Indias y vive en la Nueva Granada hasta su muerte, una ucronía basada en un hecho real… O uno de sus últimos cuentos, cuyo nombre no recuerdo, en donde un extraño tipo llega a un pueblo que es una suerte de biblioteca de Babel, en donde todas las casas están llenas de libros sin ningún ser humano que explore ese raro universo. No obstante, incluir a Gómez Valderrama, autor de libros como La procesión de los ardientes, Los doce infiernos, La nave de los locos, era carísimo. No pude incluir a Rebetez por el problema jurídico que hay actualmente con sus derechos editoriales. De Espinosa hubiera incluido “El arca de la alianza” de La noche de la trapa, una historia sobre un grupo de humanos que viaja por el espacio…
EH: ¿Cuál fue la recepción de tu antología en Colombia?
RC: Como señalé en el coloquio, toda la literatura fantástica en Colombia, salvo Carolina Andújar, corre bajo las alcantarillas, es underground, subterránea, está como los mineros de Chile que rescataron hace poco, siempre bajo tierra… Antonio Mora Vélez es un escritor subterráneo, lo conoce un grupito y nadie más… En cuanto a la antología, de ella se editaron 400 ejemplares a mediados del 2007… Salió una nota en El tiempo, en un suplemento de información cultural… un amigo mío hizo una recensión descriptiva, luego Antonio Mora Vélez en El universal de Cartagena publicó una nota valorativa, esa está en internet. Además, aparecieron notas en 3 o 4 revistas virtuales:En Quintadimensión de Argentina, en Velero25 por Carlos Saldívar, en Cosmocápsula por David Pérez…
Literatura fantástica, ciencia ficción y teología
EH: ¿Por qué estableces una relación entre cf y teología?
RC: Es una tesis que voy a demostrar algún día, en el futuro… La noción surgió de dos textos disímiles. Un texto crítico que le leí a C. S. Lewis y un texto crítico de Borges. Borges se hizo famoso con aquella aseveración que teníamucho de broma y de verdad, que señala que la filosofía y la teología son variedades de la literatura fantástica. Decía Borges:“Platón y Santo Tomás de Aquino, el uno filósofo y el otro teólogo, creían estar haciendo filosofía el uno, teología el otro y ambos estaban haciendo literatura fantástica y no se daban cuenta…” En un cuento clásico: “Utopía de un hombre que está cansado” de Borges, que está enEl libro de arena, hay un momento magnífico que trata de un hombre de una civilización del futuro, uno le dice al otro:“¿Tú cuántos libros tienes?”. El otro contesta:” Solamente tengo dos libros de literatura fantástica y uno de ellos es la Summa Teológica de Santo Tomás de Aquino” (risas). Borges en ese momento era consecuente con esa idea… Durante un tiempo empecé a ver la filosofía de ese modo: Platón, Nietzsche o Marx eran escritores fantásticos, lo mismo teólogos comoBultmann, el cardenal Newman o Santo Tomás de Aquino eran escritores de literatura fantástica… Un día estuve leyendo los textos críticos de C.S. Lewis, una compilación sobre ensayos de literatura fantástica. En uno de ellos, dice algo así como “porque ala hora de la verdad, mi amigo Tolkien y yo estamos convencidos de que la literatura no es sino una variedad del evangelio, no es otra cosa. Y cualquier literato, sin darse cuenta, está predicando el evangelio”. Esa idea contradice totalmente la de Borges: toda la filosofía y teología serían literatura fantástica; para Lewis, todo escritor, así no crea en Dios, es un evangelista y predica el evangelio. Me puse a leer más. Claro que hay razones para creerle a Lewis y suponer que el equivocado es Borges: Lewis insiste en que lo fundamental de la literatura fantástica es que se enfrenta con lo sobrenatural. La literatura realista, como dijimos en el coloquio, se caracteriza por demostrar que solo hay naturaleza, naturaleza y más naturaleza, y que si uno ahonda en la naturaleza lo que va a encontrar es más naturaleza. Si uno ahonda en el mundo de lo atómico o subatómico, lo que va a encontrar es una serie de fenómenos raros, quarks o cuantos, que son fenómenos naturales. Si ahonda a nivel macro, hacia arriba, lo que va a hallar es galaxias y aún más allá se topará con la teoría de cuerdas o la de múltiples universos paralelos, cosas sin duda impresionantes, pero que son naturaleza. La literatura realista parte de la noción, al igual que la modernidad, de que solo hay naturaleza y más naturaleza, que eso es todo. Frente a eso siempre ha existido en los hombres la idea de que“¿y qué tal si además de la naturaleza hay otra cosa?” Una transnaturaleza, una extranaturaleza, subnaturaleza, supranaturaleza o sobrenaturaleza, como quiera llamarla, pero algo que indicaría que no solo hay naturaleza, sino otra cosa. De ese supuesto partiría la literatura fantástica. Hablar de un demonio es hablar de alguien que viene de afuera de la naturaleza, alguienextranatural que nos invade a nosotros los naturales; cuando se habla de un ángel se habla de un ser extranatural. Sean Dios o el Diablo, o una figura como las de Lovecraft, siempre es ese el concepto. En la literatura fantástica –dice Lewis– late una idea increíble: nuestra naturaleza, con todo lo gigantesca que es, con todas sus galaxias y agujeros negros y nebulosas, sólo es un grano de arena de una cosa más grande que es lo sobrenatural y esa cosa más grande que lo natural a veces nos invade, a veces sí y a veces, no… ¿De qué trata la teología? Básicamente es un discurso no científico que trata de mostrar cómo lo sobrenatural se instala en lo natural. La revelación, sea islámica, judía o cristiana, habla de Dios, Yahvé, Alá, el que sea, que de alguna manera se ha revelado al orbe natural. Trata de alguien de afuera, de lo extranatural, que se ha dejado ver en el mundo natural… la teología trata de explicar cómo lo extranatural invade el orden natural. Ahora, si se mira bien, de eso mismo trata la literatura fantástica, ¿de qué habla? Habla de teología, pero con símbolos, no con conceptos. Cuando lees a Bultmann, teólogo alemán del siglo XX, trata de analizar el evangelio con unas categorías filosóficas absolutamente claras, articula un discurso puramente conceptual donde no caben las metáforas ni las analogías o símbolos. Eso es filosofía (y teología). La literatura fantástica estaría en un escritor del tipo Tolkien, que dice lo mismo que Bultmann, pero en vez de conceptos usa metáforas, símbolos, alegorías, poesía. Pero ambos hablan de lo mismo. Si esto es así, la literatura fantástica sí sería una rama de la teología, pues enfrenta al hombre el problema de lo sobrenatural con símbolos, no con conceptos como lo hace la teología. Me llama la atención que cuando empiezo a leer a los escritores fantásticos con esa clave, veo una religiosidad latente en todos ellos, incluso hasta en los ateos. Arthur C. Clarke fue agnóstico, sin embargo sus obras hablan de la invasión de lo trascendente en este mundo… Cuando leo a P. K. Dick, él es gnóstico y tras una crisis religiosa se convirtió al catolicismo, pero eso es consecuente porque toda la obra de Dick es religiosa, gnóstica, o está en clave cristiana. Esta tesis, como es obvio, es debatible, pero hoy creo que allí hay un hecho que se opone a las tesis de Borges y que más bien les da la razón a Tolkien-Lewis…
EH:¿Por qué incluyes la cf en lo fantástico?
RC:DarkoSuvin trata de demostrar que la cf es superior a la literatura fantástica y al terror porque la cf tiene una capacidad crítica que no tienen la literatura de terror, las leyendas folklóricas, o variedades de la literatura fantástica que no entran en la cf; pero el libro de Suvin plantea una idea que no es cierta: que la cf es la reina de la literatura fantástica y el género más serio de ella, lo que es absurdo… Cuando leí a Borges, yo tenía la tara de Suvin: creía que la cf es la reina, que el terror es alienante. Suvin dice que el terror es una literatura menor… Borges, en cambio, dice que la cf es un género menor de la literatura fantástica, que Kafka es mucho más interesante que Verne. Serían más interesantes ciertas alegorías medievales que la cf contemporánea, porque la cf tiene una tara: trata de explicar cosas, aclarar porqué ocurre todo. En oposición a eso, la literatura fantástica no pierde tiempo tratando de proporcionar explicaciones, simplemente te suelta el hecho fantástico y te hace abrir la boca. La cf pierde mucho tiempo tratando de explicar el porqué las cosas son así, esa es la razón por la cual para Borges, alguien como Verne es inferior a Wells, porque Verne cuando habla de un artefacto pierde páginas enteras tratando de explicar la plausibilidad técnica y científica; en cambio Wells dice que hay una máquina del tiempo, ¿cómo es eso, cómo se creó? No pierde tiempo en esas minucias. Donde la cf va en busecito, la literatura fantástica va en jet. Por eso decía Borges, al contrario de Suvin, que la literatura fantástica es superiorporque no apela a la plausibilidad científica o técnica. Desde que leí eso, he tendido a verlo desde este ángulo. Está además la influencia de Rebetez. Conocí a Rebetez en el 96 y él murió en el 2000. Alguna vez le pregunté a Rebetez cuál era su opinión sobre la literatura fantástica y la cf, y él me decía “Mira, Ricardo, antes yo era como tú, trataba de diferenciar géneros, hoy me esfuerzo por distinguir pero ya no puedo, creo que son la misma cosa”. Esa idea me influenció y comencé a verlo como Rebetez…
EH: ¿Qué piensas de la posición respecto de la cual la cfes “leída” como literatura realista, en la medida que la tecnología planteada en la ficción será posible de alcanzar en el futuro?
RC:Todorov la ve de una forma, ySuvin -en consonancia con Todorov- ve el asunto de modo parecido, pero Borges, Bioy Casares y Lewis lo ven de otra forma. Lo que noto es que por el hecho de que Todorov y Suvin son investigadores en el campo de literatura brutalmente racionalistas y esquemáticos, eso les gana prestigio entre los académicos. En cambio, Borges, Bioy Casares o Lewis que eran poetas y narradores, vieron el problema de otro modo. En el mundo académico pareciera que da más prestigio citar a Todorov y Suvin, que acogerse a una posición de autores que desde otra perspectiva no lo vieron así: Borges, Bioy, Lewis o Tolkien. Tolkien también es sistemático, tiene un libro en el que responde sobre qué es la fantasía y él lanza su hipótesis según la cual, todos los textos de la literatura fantástica no son sino variaciones del evangelio como, en últimas, todo texto fantástico cuenta lo que cuenta la Biblia. Luego Tolkien se viene con una serie de ejemplos y demuestra que esos textos siguen al antiguo o nuevo testamento, y de ahí sale con esa tesis atrevida: “todo texto fantástico, bien leído y decodificado, no es sino un pequeño evangelio…” Lo que dice Tolkien es totalmente opuesto a Todorov y Suvin. El problema del lector es a quién le va a creer. Está la posición uno: la formalista-estructuralista deTodorov-Suvin;la posición dos: visión evangélica de la literatura fantástica deTolkien-Lewis;y la posición tres: visión agnóstica, puramente lúdica de Borges-Bioy Casares. Usted tiene que escoger entre las tres. Personalmente, le creo a Tolkien-Lewis y me resultan fascinantes las de Borges-Bioy Casares. Estos últimos señalan que la literatura fantástica es un juguete, entonces ¿por qué tenemos que meterle tanta cosa a un juguete? Leámosla como lo que es, un juguete pero para niños grandes…
EH: ¿Cómo definirías entonces lo fantástico?
RC: Lo fantástico es aquello que nos pone en contacto con lo que no es natural…
EH: ¿Cómo se “construye” eso que no es natural?
RC: (risas) Es una pregunta muy difícil…Lewis tiene un libro llamado Milagros, en donde explica qué es un milagro y cómo funciona. El milagro depende de quien lo presencia; si eres agnóstico, así ocurra una resurrección frente a tus narices, dirás no es un milagro porque el marco no te permite ver eso, pero si crees en lo sobrenatural podrás creer más fácilmente en un milagro. Lewis dice que el milagro depende del marco de lectura. Tú eres agnóstico o ateo, tienes un marco de lectura para leer el mundo; si eres creyente ya sea islámico, judío o cristiano, tienes un marco de lectura distinto. Para el creyente es más fácil aceptar el milagro que para el no creyente. Un milagro es la irrupción de lo sobrenatural en lo natural. Solo lo puede aceptar alguien que crea en Dios porque él va a aceptar que existe algo extranatural, en cambio el agnóstico o ateo sostiene que todo es naturaleza y que todo a la larga puede reducirse a naturaleza, razón por la cual si un agnóstico ve que se levanta un muerto dirá “vamos a buscar las razones físico-químicas o materiales que determinan ese fenómeno tan curioso de la resurrección…”El marco o paradigma de lectura determina lo fantástico. Cuando es usted creyente, es fantástico estar aquí tomando un café, es sobrenatural. Decía Santa Teresa de Lisieux, cuando crees en Dios es un milagro caminar, ver que los árboles crezcan, tener manos; si eres agnóstico, no. Zolá, que era agnóstico, decía que no creería en milagros incluso si un muerto se levantase frente a él… Lo fantástico es aquello que en un momento de la historia y cultura se considera que trasciende el orden natural. Lo fantástico es lo trascendente, la literatura realista es totalmente inmanente, considera que no hay un más allá, que todo es naturaleza, que no hay un más allá que salte este orden. Para la literatura realista, no hay un metaorden o metauniverso. En contraste, lo sobrenatural admite el metauniverso y que a ratos el metauniverso ataca al universo…
EH: Podemos concluir que todos los estudiosos de lo fantástico son místicos…
RC: Claro que sí, usted también, solo que no se ha dado cuenta (risas)
EH:¿Crees que lo fantástico tiene un discurso político soterrado?
RC: Claro que sí, el más poderoso que todos, porque subvierte la más grande mentira que existe en el universo, que es la naturaleza. Por poner un ejemplo diría que al lado de la literatura fantástica, tanto el marxismo como los filósofos de la sospecha son un chiste. Es más subversiva cualquier historia de la literatura fantástica que Nietzsche, Marx o Freud, porque ellos no subvierten la realidad tanto como suponen… En las escuelas de filosofía, se llama “ filósofos de la sospecha” a esos 3 grandes pensadores que fueron Marx, Freud y Nietzsche, porque sospechan de la realidad del mundo y de toda la tradición previa. Después de la obra de Marx, se cayó todo, al igual que sucedió con las obras de Freud y Nietzsche… Curiosamente, el menos sistemático de los tres no se hundió… Hoy se ve a Freud como un fósil, al igual que el marxismo, en cambio Nietzsche promovió la posmodernidad y la ultramodernidad, es decir, el mundo actual. Es un hombre del siglo XXI viviendo en el XIX. Cuando uno lee a Nietzsche se da cuenta que este es el mundo que predijo y él lo sintió antes que nadie. Marx y Freud fallaron, y Nietzsche, que era ultradesordenado, sigue vigente…
EH: Tengo la impresión de que en los últimos diez años hay una revisión de las historias de las literaturas nacionales interesadas en lo que podríamos denominar en términos generales, lo marginal, como es el caso de lo fantástico…
RC: Tiene toda la razón. Este el momento para eclosionar, salir del huevo, de la mina y ver la luz… por una razón simple: el interés. Hay que recordar algo elemental que a algunos escritores se les olvida. Un escritor sin un lector es una nada. El escritor necesita al lector. ¿Qué haría un escritor sin lector? Perdido totalmente. Escritor-lector son un binomio, dos caras de una misma moneda. Solo hay escritores que salen de la marginalidad cuando hay nuevos lectores, razón por la cual hay que educar a lectores… Cuando uno lee cómo eclosionó la cf en Estados Unidos, todos los sociocríticos coinciden en que antes que cualquier otra cosa, las revistas de cf y el comic norteamericano eclosionan en una sociedad en donde había una enorme cantidad de lectores buscando obras de fácil entretenimiento, donde había una inmensa masa de lectores que no querían leer la gran literatura norteamericana o mundial. Es decir, esos lectores no estaban interesados en Whitman, ni Proust, ni Joyce ni Kafka. Querían leer algo entretenido. Como existía esa demanda del mercado, aparece la oferta y se multiplican los escritores anglosajones de lo fantástico, pero porque hay primero un público lector. En Colombia, como en Latinoamérica, ocurrió lo contrario: los escritores se han adelantado a sus lectores. Entonces uno escribe sin lectores, pero lo chévere es que en Latinoamericaestá sucediendo con un siglo de retraso, lo que sucedió en EE.UU. Está creándose una conciencia crítica de los lectores. Cuándo me iba a imaginar yo que alguna vez volvería a la Universidad Nacional de Colombia a hablar con un grupo de chicos que se reúne a leer cf. Ahora existe esto, son 20 o 25 chicos, son pocos. A ellos yo les decía:“Hace 20 años yo estudiaba aquí y estaba solo, a nadie le interesaba esto. Vuelvo veinte años después y veo que tiende a crecer…” Hay chicos en la Universidad Los Andes, en la Javeriana, hay público. Cuando tenemos público se puede dar el siguiente paso… Entre más público haya, al género le irá mejor; cuando surge lademanda surge la oferta… Para que haya buenos escritores debe haber una suficiente masa crítica de lectores; en nuestros países todavía no había masa crítica, pero parece que los lectores están a punto de conformar la masa crítica para dar el siguiente paso… Lo fundamental es cultivar lectores, que ya está sucediendo… Me emocioné mucho cuando me invitaron, no tanto la universidad ni la escuela, sino un grupo de estudiantes, nos reunimos en la biblioteca, es una iniciativa estudiantil… El otro punto es que internet está posibilitando algo que no se podía hacer, es la interconexión de todo el público hispanohablante. Hoy en día una revista de ciencia ficción como Cosmocápsula está siendo leída más afuera que adentro, tiene un núcleo de seguidores. Internet de acá al futuro es la clave, porque permite que los lectores interesados en el género puedan nuclearse, asociarse, antes no se podía hacer eso, ahora sí, y eso va a tener consecuencias…
* Publicado en: http://cifiperu.blogspot.com/2010/11/conversacion-con-campo-ricardo-burgos.html
Literatura fantástica y ciencia ficción en Perú e Hispanoamérica * Fantastic literature, fantasy, horror fiction, science fiction, cartoon, comic in Peru and Latin American
domingo, 21 de noviembre de 2010
Güich Rodríguez, José. El misterio de la loma amarilla. Lima: SM, 2009. 157 pp.
Güich Rodríguez, José. El misterio de la loma amarilla. Lima: SM, 2009. 157 pp. *
Elton Honores
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Universidad San Ignacio de Loyola
José Güich (Lima, 1963), es uno de los escritores más importantes de la narrativa fantástica peruana contemporánea. Es autor de tres libros de cuentos: Año sabático (2000), El mascarón de proa (2006) y Los espectros nacionales (2009). En esta oportunidad nos entrega su primera novela El misterio de la loma amarilla, mezcla de novela policial y novela fantástica.
La acción transcurre en Lima, en dos tiempos muy marcados: 1968 (presente del enunciador) y 1921 (año en donde se ubica propiamente los hechos de la loma amarilla, que da origen al título y que el narrador recuerda). El personaje central es Pablo Teruel, joven intelectual sanmarquino nacido en 1900, rebelde, iconoclasta, contrario al régimen del dictador Augusto B. Leguía, aficcionado a las investigaciones “detectivescas”. Como buen investigador, hará uso de métodos e hipótesis racionales en busca de explicaciones a los hechos planteados como insólitos o raros.
La trama de la novela se centra en una misteriosa loma en donde se producen extraños fenómenos climáticos; además de ello, los animales y los habitantes perciben la anomalía del lugar a través de un miedo y angustia, sin asidero racional. El propietario, el señor Eriguren (además de amigo personal de Leguía, aquél es miembro de las celebraciones del centenario de la independencia) está interesado en vender el predio y para ello, necesita resolver cuanto antes lo que ocurre en la loma amarilla. Recurre, por medio un intermediario, al joven Pablo Teruel –una mente superior–, para que resuelva ese misterio. Conforme avanza la trama de la novela, irán apareciendo otros episodios misteriosos y aventuras que vivirá el personaje principal.
A semejanza de El terror de Arthur Machen, novela en donde los hechos inexplicables (muertes brutales de seres humanos) encuentran una explicación, no diremos del todo racional sino más bien, alegórica (las muertes fueron producidas por los animales que se han rebelado contra la brutalidad y la violencia de la Primera Guerra Mundial); la explicación que se da en la novela a tales hechos, entra sin duda, en el ámbito de lo fantástico.
Desde la comodidad del año 68, establecemos de golpe que el narrador (en los días previos a una entrevista) ha podido librar con éxito este caso ocurrido en 1921 y que en los recuerdos del viejo Teruel, es el primero de envergadura. Ello hace que el lector se interese más por el cómo, antes que por el final mismo (en otro ámbito, una situación paradigmática sería la de Álex, en la escena previa al suicidio, de La naranja mecánica de Kubrick: el narrador-personaje no podría “morir” pues es finalmente el que está narrando el relato). El recurso del “dato escondido”, es manejado con maestría por Güich.
Simbólicamente, el autor busca establecer un paralelo entre los hechos históricos de 1921: la celebración del centenario de la independencia del Perú, la dictadura de Leguía, las revueltas estudiantiles o los lentos procesos de modernización urbana de Lima; muy distinta a la del año 68: las revueltas parisinas, la masificación de la televisión y difusión de la cultura de masas (con guiños al lector a series como la Dimensión desconocida o la de Alfred Hitchcock presenta; o al film Viaje a las estrellas), el primer viaje alrededor de la luna, los Beatles, Bob Dylan, … De todos estos, es clara la circularidad entre las revueltas de Mayo del 68 y las 1921 propiciada por lo jóvenes, que plantean dos ámbitos: uno negativo, pues se trata de una situación circular, en donde el descontento juvenil frente a la generación anterior siempre se dará; otro positivo, pues la fuerza de los jóvenes pueden llevar a un verdadero cambio político de la sociedad.
Si bien la novela se mueve dentro del género policial y el fantástico, la novela resiste la recreación histórica del período, pues en la novela aparecen miembros de la generación del centenario como Luis Alberto Sánchez, Raúl Porras Barrenechea y José Carlos Mariátegui como personajes figurantes. En este punto solo me interesa sugerir, hasta qué punto las ideas de estos notables intelectuales siguen vigentes. Implícitamente, desde la ficción, se plantea que los jóvenes rebeldes e iconoclastas sanmarquinos de los años veinte (Sánchez, Porras) o Mariátegui, serán absorbidos posteriormente por el sistema oficial y sus ideas “canonizadas” como lo “políticamente correcto”. Incluso del propio Pablo Teruel, se menciona que es un periodista respetadísimo, luego de su trayectoria en el diario El centinela.
Güich toca, además, uno de nuestros traumas fundamentales, nuestro “espectro nacional”: La Guerra con Chile (para otros, La del Pacífico) y en particular, la Batalla de San Juan, pues la loma amarilla sirvió de punto estratégico para la resistencia contra el enemigo chileno de 1881. Pero no se trata de un mero “chauvinismo”, sino que la inserción de este elemento tiene el sentido de un alegato contra las guerras.
Decíamos, anteriormente, que la novela se inserta en lo fantástico. En el mundo representado, la “explicación” que se da a los extraños fenómenos de la loma amarilla (que incluye la presencia de seres nocturnos con raros atuendos, que “desaparecen” ante los ojos humanos), obedece a la existencia de una raza superior que habita bajo tierra, debajo de la loma amarilla. Sorpresivamente la novela da un giro enorme, del registro pretendidamente “realista” a otro “fantástico”; para otro tipo de lector, esta situación podría enmarcarse dentro de las utopías (para algunos, claro antecedente de la ciencia ficción), pues como sabremos por medio de Teruel, se trata de una sociedad ideal, en donde todos son iguales y no hay guerras, “(…) una comunidad ideal, autosuficiente y sin conflictos, donde el bienestar llegaba a todos sin excusión” (147). Irrumpe así el tópico de las ciudades subterráneas o civilizaciones habitadas por seres superiores, a las que se pueden acceder por medio de portales que abren otras dimensiones. Ello plantea una pregunta simple: ¿Cómo evolucionaría una sociedad sin guerras ni violencias?
Llama la atención la reacción inicial de Teruel frente al contacto con esta raza, pues ni se extraña ni se maravilla al ser consciente de su existencia clandestina bajo tierra. Simplemente la acepta, quizás por ser él mismo, una mente superior. Enterado del peligro de su existencia que corren, tras haber sido alterados los instrumentos que contaban en la superficie para controlar su clima, los cuales, les permitían vivir (Eriguren ha ido “huaqueando” progresivamente el lugar, y con ellos los raros instrumentos, sin saberlo), Teruel decide ayudarlos.
En esta última parte (la novela está dividida en diez secciones más un epílogo), la situación se resuelve: Eriguren devuelve los instrumentos, más por el negocios que por temor a su propia imagen (154). Teruel se las ingenia para explicar los sucesos de la loma, sin dar a conocer la existencia de esta sociedad ideal.
Temáticamente, la novela incluye las pesquisas bibliográficas, con lo cual, podríamos hablar de ciertos ecos o reminiscencias de Borges, además de perfilar las aptitudes intelectuales del protagonista; ciertas escenas de humor y diálogos efectivos. La novela es también un homenaje a Serling, guionista de la Dimensión desconocida (con frecuentes historias sobre civilizaciones a las que se pueden acceder por medio de “portales”, desde nuestra más anodina realidad); a la saga novelística juvenil de Alfred Hitchcock y Los tres investigadores, escrita por Robert Arthur –por el tono ágil y fresco con en el que está narrado la novela. Incluso hay ciertos ecos de Stalker de Tarkosvky, en la atmósfera enrarecida de la loma amarilla.
Sin duda, nos encontramos ante una novela de género, cuyo personaje Pablo Teruel, (protagonista de otro cuento anterior de Güich, “El otro monitor”), tiene grandes posibilidades de desarrollo, ya que cuenta con todo el potencial para protagonizar una serie de aventuras, de las que a priori, sabremos que saldrá indemne (por lo menos hasta las acontecidas antes de 1968) y que sin duda, apertura una literatura de entretenimiento, en el buen sentido de la palabra, como defendiera el finado José B. Adolph en múltiples artículos. Como buen narrador que es, estamos seguros que José Güich no dejará de refractar los problemas sociales y políticos que aquejan a nuestro país, tal como ocurre en El misterio de la loma amarilla, libro que se agrega –con matices– a nuestra tradición de novela policial, que incluye a autores contemporáneos como Vargas Llosa, Fernando Ampuero, Javier Arévalo, Pilar Dughi, Peter Elmore o Alonso Cueto.
* Publicado en: Desde el sur. Revista de ciencias humanas y sociales de la Universidad Científica del Sur. Volumen 1 N° 2, Mayo- Octubre 2009, pp. 403- 406.
domingo, 14 de noviembre de 2010
ELTON HONORES: MUNDOS IMPOSIBLES. LO FANTÁSTICO EN LA NARRATIVA PERUANA
Mundos imposibles. Lo fantástico en la narrativa peruana.
Lima: Cuerpo de la metáfora editores, 2010.
256 pp.
Elton Honores. Licenciado en Literatura por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Su principal campo de investigación es la literatura fantástica. Publica y participa como ponente en diversos medios y eventos académicos nacionales e internacionales. Es coantologador de Los que moran en las sombras. Asedios al vampiro en la narrativa peruana (2010). Actualmente concluye estudios de Maestría en Literatura Peruana y Latinoamericana en la UNMSM. Es director de la Revista de Literatura Tinta Expresa y profesor en la Universidad San Ignacio de Loyola, en Lima.
Texto de contracarátula:
Puede parecer un tópico, pero todavía es necesario reclamar la atención sobre la narrativa fantástica para rescatarla de su condición marginal en muchas literaturas. El ensayo de Elton Honores, supone una aportación decisiva para la historia de lo fantástico en la literatura peruana, donde el realismo siempre ha sido asumido como una propiedad esencial de la misma. Centrado en la década de los 50, y sin negar el paradigma realista dominante en el periodo estudiado, este ensayo revela la riqueza de la narrativa fantástica peruana a partir del examen detallado de la obra de cuatro excelentes autores: Luis Loayza, Luis Felipe Angell, Edgardo Rivera Martínez y Alfredo Castellanos.
Después de proponer una clara definición de lo fantástico moderno (basada en varios conceptos esenciales: la transgresión del concepto de realidad, la relación –crítica– con el contexto histórico y social, el lenguaje y sus efectos), el autor examina las coordenadas histórico-culturales de la década de los 50, periodo de eclosión del cuento peruano y, a su vez, del cuento fantástico. A continuación, y tomando como base la obra de los cuatro escritores antes citados, el autor examina las vías fundamentales por las que se discurrió el género (estilística-minificcional, humorística, maravillosa y absurdo-existencialista), lo que le sirve para demostrar la variedad y calidad de la narrativa fantástica peruana de esos años. A partir de ahí, postula una inteligente sistematización de los elementos temáticos, estructurales e ideológicos del cuento fantástico peruano. El autor no olvida analizar la relación del desarrollo del género con la propia modernización de la literatura peruana, el desarrollo cultural del país y las evidentes influencias de otras literaturas hispanoamericanas y occidentales.
Un estudio, en definitiva, imprescindible no sólo para conocer la obra de algunos de los autores fantásticos más sobresalientes, sino también para adentrarnos en una parte decisiva, poco conocida y fascinante de la historia de la literatura peruana.
David Roas
Universidad Autónoma de Barcelona
Jeremy Torres. El camino de los Aegeti. Lima: Casatomada, 2010. 181 pp.
DAVID ROAS: DISTORSIONES
lunes, 1 de noviembre de 2010
Burgos López, Campo Ricardo. José Antonio Ramírez y un zapato. Bogotá: La serpiente emplumada, 2003. 125 pp.
Burgos López, Campo Ricardo. José Antonio Ramírez y un zapato. Bogotá: La serpiente emplumada, 2003. 125 pp.
Ricardo Burgos (Bogotá, 1966) ha escrito una novela insólita, rara, extraña, bizarra. Narra la historia de un hombre enamorado. Esto no sería extraordinario si el objeto de deseo fuese un ser humano, pero se trata de un zapato. El personaje principal, José Antonio Ramírez, atraviesa por toda la serie de etapas propias del enamoramiento y del amor, desde la rutina más anodina y burócrata accede al deslumbramiento del objeto amoroso y posterior mira absoluta hacia ese objeto. Incluso, abandona a su actual pareja, para entregarse plenamente a la contemplación y estancia junto a este. Pero el camino no será fácil, pues el personaje debe conseguir aquel objeto preciado, pasando por una serie de situaciones insólitas dentro del mundo de lo posible.
Evidentemente, el personaje es tratado como loco por la sociedad que terminará condenando su amor, aunque hay también hay quienes lo apoyan (son los menos). Incomprendido, José Antonio, terminará por soportar estoicamente las burlas y el rechazo propio de la gente “normal”; pues esta categoría se verá problematizada casi al final de la novela, cuando el narrador introduce dos claves de lectura: la clave mística, que propone la existencia de un amor sublime, más allá de lo terreno, que hace equiparar el amor de José Antonio con el amor puro de Cristo por el ser humano (amor sin límites); y la clave en ciencia ficción, cuando se sugiere el inicio de un nuevo tipo de amor, un amor futurista de tipo deshumanizado, en donde la condición del hombre como sujeto de amor queda suspendida, para dar paso al amor hacia el objeto puro (amor deshumanizado).
Decía Ernesto Sábato que el amor era un lente a través del cual, un monstruo parecía fascinante. Aquí el lente, la mira de José Antonio, supone encontrar la belleza en un objeto inerte, mundano. Curiosamente, la novela también parodia lo que podría suponer una relación ideal y sin conflictos: el otro es solo un mero ente pasivo. La construcción del amor resulta puramente subjetiva en la conciencia de José Antonio. Recordemos que para Octavio Paz, el amor era un sentimiento interdependiente, mutuo. Aquí no ocurre esto sino que va en una sola dirección: la de José Antonio hacia el zapato, pero no al revés. En cierto modo se cumple la cita de Lacan: El amor es dar lo que no se tiene a quien no lo quiere.
En La ardilla roja de Julio Medem, uno de mis films favoritos, se expone genialmente la construcción de la pareja ideal: una mujer que padece de amnesia es rescatada por un suicida, quien en ese proceso va moldeándola, construyéndola según sus propios gustos; con una magnífica vuelta de tuerca. En José Antonio Ramírez y un zapato, el amor del otro (el zapato) es construido desde la subjetividad de José Antonio, pero sin posibilidad de comprobación en el mundo fáctico.
El amor, que supone sacar al sujeto fuera de sí mismo, anularlo como individuo y fijar su mirada de amor hacia aquello que está fuera de él, queda actualizado en esta novela. José Antonio Ramírez y un zapato puede leerse como una novela romántica, media cursi, media kitsch, con visos grotescos, pero sin duda, como una novela maravillosa que tiene como único protagonista, al amor.
Elton Honores
Universidad San Ignacio de Loyola